miércoles, 22 de noviembre de 2023

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -354-

En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX, veíamos como, la fabrica de vidrios de Lamiako solicitaba suministro de agua potable para sus trabajadores.

Mientras que en nuestra Anteiglesia, como relataba en la anterior entrada, para el tranvía que desde Algorta se dirigía a Las Arenas se presentaba una solicitud de la Compañía del Tranvía para la circulación de sus unidades por la calle Mayor de Algorta, en la capital de la Provincia se producían algunos problemas debidos a la velocidad del mismo: “...Leído un informe proponiendo las condiciones bajo las cuales puede autorizarse la apertura al servicio público del Tranvía Eléctrico a Las Arena y Algorta, en la parte que afecta a la jurisdicción de esta Villa, el Sr. Mogrovejo preguntó si el Ayuntamiento tiene conocimiento de la escandalosa velocidad que llevan los coches del tranvía eléctrico por el centro de la población. El Sr. Perezagua presentó una enmienda proponiendo que dentro de población los coches lleven una velocidad de siete kilómetros por hora...” (El Noticiero Bilbaíno del 7 de noviembre de 1896).

Por otro lado en ese mismo medio de comunicación se recibía una invitación de la Compañía del tranvía Eléctrico: “...Por el director gerente del tranvía eléctrico de Bilbao hemos sido invitados a la gira que hoy a las 10:10 de la mañana se verificara a Las Arenas en motor eléctrico, y a visitar los depósitos y talleres de la compañía en Deusto...” Al día siguiente de producirse es invitación el mimo diario relataba en una crónica el acontecimiento: “...Verificose ayer la inauguración del tranvía Eléctrico de Las Arenas. A las diez y media de la mañana partió de San Nicolás un carruaje conduciendo al ingeniero de la Compañía Sr. Soriano, al consejero Sr. Saralegui y algunos representantes de la prensa. Al llegar a las cocheras de Deusto se detuvo la comitiva con objeto de visitarlas. Terminada la visita de la que todos quedaron complacidos, la comitiva partió hacia Las Arenas. En la acreditada fonda de D. Antolín Urtiaga fue servido un suculento almuerzo. Después los invitados marcharon hasta la Avanzada de Algorta. Las obras para la tracción eléctrica en la sección de Las Arenas a Algorta están muy adelantadas...” Eran tiempos de adecuación de las arterias principales, en Bilbao se estaba procediendo al: “...Adoquinado, con material de escoria, del primer trozo de la Grán Vía, en la parte comprendida entre la Plaza Circular y la calle de Berategui...” (El Noticiero Bilbaíno del 7 y 8 de noviembre de 1896).

Entretanto, según informaba la prensa bilbaína, las comunicaciones terrestres seguían mejorando en nuestra Anteiglesia: “...El martes próximo 10 de noviembre se inaugura la tracción eléctrica en la vía de Las Arenas. La compañía ha anunciado un servicio con salidas cada 20 minutos entre Las Arenas y Bilbao, y cada 10 minutos de Bbilbao a Olavega. El servicio entre Las Arenas y Algorta seguirá haciéndose con ganado, y los viajeros harán transbordo en Las Arenas hasta que se establezca un servicio entre Bilbao y Las Arenas con coches remolcados. La compañía del tranvía eléctrico pone en conocimiento del público que desde el próximo martes 11 que se inaugura la línea eléctrica de Las Arenas, se expenderán en las dos primeras salidas de Bilbao (5,10 y 5:30) billetes de ida y vuelta para obreros al precio de 25 céntimos entre Bilbao y Las Arenas, y de 30 entre Bilbao y Portugalete. Los coches de dichas salidas para la línea de Las Arenas partirán de la Casilla y para Portugalete de la cochera de Deusto...” (El Noticiero Bilbaíno del 8 de noviembre de 1896). Otro diario bilbaíno, en la misma fecha, relataba el viaje realizado y las obras que en la línea que se habían hecho: “...Ayer sábado, asistí a una agradable gira, dispuesta por la empresa del tranvía eléctrico, en la línea de Las Arenas. El objeto de la gira era el de visitar los depósitos y talleres de la compañía en Deusto y al mismo tiempo hacer el recorrido de la línea en el coche motor, y probar la bondad de los trabajos llevados a cabo para la tracción eléctrica. Durante el trayecto hasta Las Arenas se privaron las diversas velocidades que pueden marchar los coches motores. En Luchana admiramos los expedicionarios el cable subfluvial, el cual transmite la fuerza necesaria para el movimiento de los coches de la línea de Las Arenas. En este punto nos fue servido un exquisito almuerzo. Terminado el almuerzo, volvimos a recorrer la línea hasta el cambio de San Ignacio en motor, y luego a pie el trazo de desviación que se ha hecho para evitar la cuesta de la carretera. En estos trabajos el Ayuntamiento de Algorta ha dado una prueba de su interés, coadyuvando al mejor éxito de las obras...” Como se podrá observar por al crónica algunos periodistas confundían nuestro Ayuntamiento, de Getxo, por el nombre de su barriada más populosa. Y acababan el acontecimiento con un: “...Señores; A Las Arenas en 48 minutos...” Tiempo, en el que recuerdo, que en los años 60 se tardaba en llegar en el trolebús, que más tarde sustituyó el tranvía, desde la parada del “Triangulo” de Las Arenas a San Nicolás en Bilbao. (El Nervión del 8 de noviembre de 1896). El ganado tractor, al que se refería el periodista eran caballos, los cuales tras su agotamiento y envejecimiento eran puestos a la venta por la misma compañía del tranvía.

En uno de los diarios de la prensa bilbaína se trataba un tema, hoy ya superado, pero que tenía su quid, y que hoy nos parece una autentica barbaridad: “...La educación de la mujer-. Diversas opiniones y encontrados debates ha suscitado la cuestión de si la mujer «podía» y «debía» seguir las carreras exclusivas del hombre hasta hace poco. En muchas naciones incluso en España, se ha concedido autorización para matricularse en los Institutos y Universidades, y en periódicos y revistas se ha discutido un tema tan delicado, con injusticia casi siempre; porque mientras unos, con galantería exagerada, nos adornan aptitudes excepcionales, otros nos relegan a los trabajos puramente mecánicos. Es indudable que la mujer, más débil que el hombre en la parte física, no posee tampoco claro talento, su profunda reflexión, ni su juicioso raciocinio; pero es indudable también que, si se propone seguir cualquier carrera, lo consigue, con mas o menos trabajo...” (El Noticiero Bilbaíno del 9 de noviembre de 1896). Quien esto escribía era una tal Magdalena S. Fuentes que al parecer había publicado el libro “Nociones de Higiene y Economía Domestica”. Magdalena fue una ilustre escritora, profesora, periodista y traductora, nacida en Cuenca. Quien después de trabajar unos años como docente, fue nombrada profesora de la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio, a propuesta del Consejo de Instrucción Pública).

La prensa bilbaína, a finales de 1896, en un artículo de primera plana, sobre los Portazgos de Bizkaia: “...Recordamos que ha tiempo llamamos la atención sobre lo que acontece, en el ramo de portazgos o cadenas, en nuestro país. Hubo un diputado que pidió se sacaran a pública subasta. Porque las cadenas no producen lo que deberían producir, porque no todos los portazgueros tienen la debida escrupulosidad para rendir cuentas exactas de lo recaudado. No todos los encargados del cobro, tienen el cuidado de entregar al dueño del carruaje o animal qué conduce la papeleta que acredite haber sido satisfecho el impuesto ese. Y como quiera que los peones camineros son los que debieran exigir, en el trayecto, el recibo del cadenero, de ahí que este, sino es todo lo escrupuloso que debe ser, se quede con el santo y la limosa, es decir, con la papeleta y su importe...” (El Nervión del 9 de noviembre de 1896). ¿Por que se crearon los Portazgos o cadenas? Los Portazgos o cadenas se crearon por la necesidad dar al País una moderna red de carreteras que facilitara las relaciones intrarregionales, que absorbieran la demanda de transporte sin incidir en el precio final de los productos. En 1846 se publicó el Arancel de peajes de los caminos reales del territorio de Vizcaya. El establecimiento de derechos de tránsito en los caminos adoptaba distintas formas, dependiendo del lugar donde éstos se ubicaban o de la naturaleza de los gravámenes establecidos (portazgos o cadenas). El peaje que se cobraba en los portazgos o cadenas estaba en función del tipo de vehículo y del número de caballerías que tiraban de él, era indiferente que fueran cargados o vacíos, los animales sueltos estaban obligados a satisfacer distintas cantidades, dependiendo de si se trataba de ganado vacuno, lanar o de cerda, las tasas aplicadas en las barreras de los caminos del Señorío para el año 1859 estaban claramente especificadas. Un rastro de estas cadenas, quizá como resto de un portazgo este en el punto denominado “La Cadena” en la bajada de Sarrikobaso en Algorta.

En la próxima entrada de esta serie veremos como el Arquitecto Municipal presentaba presupuesto y plano para la construcción de un muro de contención de piedra, entre la rivera de Ereaga y Satistegi.


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