miércoles, 15 de marzo de 2023

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -320-

En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX veíamos como la Compañía del Ferrocarril de Bilbao a Las Arenas anunciaba una rebaja en los precios de sus servicios de viajeros.

En el pleno municipal de Getxo del 1 de abril de 1896, se trataba entre otros asuntos, sobre una propuesta de los vecinos del barrio de Getxo (Andra Mari), relacionada con las aguas necesarias para el servicio público y para abrevar el ganado: “...Se da cuenta de una instancia presentada por D. Victoriano Izcoa y otros varios vecinos de la Parroquia de Santa María de esta Anteiglesia, en la que manifiestan que ha llegado a su convencimiento que se trata de construir una carretera desde la ermita del Ángel a la Galea, viene suplicando que se tomen en consideración las aguas que bajan desde las fuentes al punto de partida de dicha carretera con el fin de que no se inutilicen por ser de mucha necesarias para el servicio público de esta barriada, así como para abrevar el ganado. Acordaba el Ayuntamiento: Que al tiempo de ejecutar las obras de la carretera de referencia se tenga mucho cuidado para que las aguas a las que aluden los exponentes no desaparezcan ni inutilicen para que sigan prestando los servicios según se hacía hasta ahora...”

Terminaba el pleno con una recomendación del Ayuntamiento para sus componentes ante la proximidad de la Semana de Pasión (Semana Santa): “...Por último acuerda este Ayuntamiento que los individuos del mismo, que puedan concurran en Corporación a las funciones religiosas que se celebraran en la Iglesia de San Nicolás de Bari de Algorta, los días jueves, viernes de la presente Semana Santa, como así a la misa mayor el día de Pascua de Resurrección...”

Como curiosidad de la época, citar una información periodística de una de las publicaciones madrileñas sobre aspectos considerados por ella como deportivos, que era recogida por un diario bilbaíno. Se trataba de la revista ilustrada “Crónica del Sport”, y sobre ella decía el diario bilbaíno: “...Crónica del Sport.—El último número llegado a nuestro poder de tan elegante y técnica Ilustración contiene trabajos muy originales del Sport en todas las manifestaciones...” (El Noticiero Bilbaíno del 1 de abril de 1896). Era habitual, por entonces, que los diarios bilbaínos, citaran publicaciones que recibían, probablemente para dar mayor contenido a sus páginas. En esa revista se citaban hábitos cinegéticos bilbaínos y de otros lares: “...Los aficionados al notable sport de la escopeta, celebran, como siempre, su reunión primaveral en los llanos de Tablada. Madrid, Bilbao, Jerez, Granada, Sanlúcar y el Puerto, tendrán lucida representación en la tirada. La Competencia será sostenida por grupos de cinco tiradores...” (Crónica del Sport de abril de 1896).

Algunas costumbres de la época relacionadas con los ritos de la Semana Santa, me parecen curiosos y me recuerdan tiempos de mi infancia, por lo que voy a recogerlos, tal y como fueron escritos: “...Los servicios del transporte eran ampliados para que las personas que lo desearan pudieran viajar a Bilbao a ver las procesiones y actos litúrgicos.

En el llamado Jueves Santo, se celebraban Oficios, en otros tiempos se solemnizaban al caer la noche, de hay derivó el nombre de “tinieblas” para los mismos. Había, por otro lado tratadistas que opinaban que tal nombre procedía de la costumbre, de que cuando cantaban en aquellos actos a las oraciones que seguían al “Benedictus”, se apagaban todas las luces, produciendo la oscuridad, símbolo de tristeza.

Y precisamente, para cantar las tinieblas se colocaba delante del altar, al lado de la epístola, un gran candelero triangular, llamado “Tenebrario”, las cuales se iban apagando poco a poco, una tras otra, al final de cada salmo. En el primer nocturno de tinieblas la Iglesia cantaba las lamentaciones de Jeremías, inspiradas por la destrucción de Jerusalén y de su templo. Ese día se consagra con gran ceremonia los santos óleos: El óleo de los catecúmenos, el santo crisma y el oleo de los enfermos.

Después del “Gloria in excelsis” se prohibía el toque de campañas, en señal de duelo, hasta el sábado de Gloria. La cruz del altar debía permanecer cubierta con un velo blanco, y la de la procesión con un velo morado.

La costumbre de recorrer las iglesias, visitando las estaciones o monumentos, recordaba los dolores y sufrimientos de Cristo durante su pasión en el huerto de los olivos, en las calles de Jerusalén, en las casa de Pilatos y Herodes y finalmente en el Calvario...” Incluso en algunos establecimientos sus puertas permanecían cerradas durante aquellos días de la Pasión: “...En las alhóndigas y centros administrativos se ha fijado un anuncio de la superioridad haciendo saber al publico: Que durante las horas comprendidas desde las doce de al mañana de hoy (jueves) hasta las ocho de la mañana del sábado de gloria, permanecerán cerradas las puertas de dichos centros...” (El Noticiero Bilbaíno del 2 de abril de 1896). 

En algunas capillas, en las que había instalados monumentos, la fuerza de los Miñones hacía guardia en sus puertas; incluso el viernes se dejaban de publicar los periódicos. Pero curiosamente el llamado sábado de gloria, de la Semana Santa, se celebraba en el Arenasl bilbaíno el tradicional “Mercado de tocinos, jamones y chorizos”.

Decía Arritokieta, en la revista “Euskal Erria”, en sus “recuerdos de la Semana Santa de Zumaia”, la referirse a aquellos tiempos del la pasión: “...La procesión avanza en medio del mayor silencio. Los balcones y las puertas de las casas están cerrados, y no se ve por la calle alma viviente. La música es un arte esencialmente subjetivo, refleja el estado del ánimo del que escucha sus notas. Si nuestra alma está acongojada por alguna pena, no vayáis a encontrar en la música alegrías, porque sus notas irán al unísono con vuestra alma. La marcha fúnebre de Rossini va para mi unida a las procesiones de la Semana Santa de mi pueblo...” (El Noticiero Bilbaíno del 3 de abril de 1896).

La Compañía del Ferrocarril de Las Arenas a Plencia anunciaba en la paginas de un diario bilbaíno: “...Desde el día 5 de abril de 1896, todos los trenes con destino a Plencia, tendrán un minuto de parada en el nuevo apeadero de Larrabasterra...” (El Noticiero Bilbaíno del 3 de abril de 1896).

En la próxima entrada de esta serie veremos como se colocaba la rasante a la campa de Alango.

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