En la entrada anterior veíamos como la prensa bilbaína anunciaba la finalización de las obras de construcción de la gran estructura metálica que fue llamada “Grúa Titán”.
Habían transcurrido casi 30 años desde que en 1865 el Ayuntamiento de Getxo protestara por la venta de bienes comunales, y nuevamente el 21 de junio de 1894, se veía precisado a acudir a Madrid para tratar de evitar una nueva invasión en propiedades municipales, fruto de la en su día llamada “Ley Madoz” que autorizaba la venta de propiedades comunales: “...Siendo indispensable recurrir al Ministerio correspondiente contra el anuncio publicado por el Administrador de Ventas de Bienes del Nacionales de Vizcaya, que ha señalado para el día 3 de julio próximo la venta de varios terrenos comunales de esta Anteiglesia, porque de verificar la misma venta de terrenos y montes sobrevendrían inmensos perjuicios para el vecindario, especialmente para los dueños de ganados. Por lo que acuerda este Ayuntamiento autorizar al Alcalde D. Santiago Diliz y al Regidor D. Asensio Inchaurtieta para trasladarse a Madrid con todos los datos y documentos, para gestionar la suspensión de la subasta y que no se verifique la venta de dichos bienes de común aprovechamiento...”
Y aunque el artículo que publicaba “El Nervión” del 23 de junio de 1894, a cerca de la noche de San Juan, no hacía referencia a nuestra Anteiglesia, he decidido incluirlo por las pistas que da, a cerca de las costumbres que en ese día existían en algunas aldeas cercanas, y como era visto su decaimiento motivado por el llamado progreso: “...El progreso tan rápido que en muy pocos años ha alcanzado nuestro pueblo, ha traído como consecuencia natural, el decaimiento de las tradicionales costumbres bilbaínas.
Las verbenas y las romerías celebrábanse en otro tiempo con extraordinaria animación, en medio del mayor jolgorio. La verbena de San Juan era esperada con verdadera ansia, pues ella significaba para nosotros la entrada del verano. Desdé las plazas y paseos del pueblo, distinguíanse, en el día de hoy las llamas de las hogueras, que apenas cerrada la noche, iluminaban las alturas vecinas.
Recorrían las calles durante la noche gentes de buen humor, entonando alegres canciones alusivas a la noche de San Juan, al son de guitarras y bandurrias, y cuando despuntaba el día, alegres y satisfechos íbamos todos a pasar la mañana a la Isla o bien a la fuente de Iturrigorri, en cuyos puntos se formaban los corros donde se bailaba a más y mejor hasta las diez de la mañana. El gremio de costureras y las muchachas de servicio asistían generalmente a estas fiestas; las primeras con más independencia que las segundas, la mayoría de las cuales tenían que forjar alguna historia a sus amos si habían de dar cuenta del tiempo invertido en la misa y demás ocupaciones de la mañana.
Los actuales Campos Elíseos intentaron llevar la verbena a sus jardines; vano empeño; conforme se aristocratiza a estas fiestas, se las mata. Esto es lo que ha sucedido con nuestras, antes, afamadas romerías. Deusto, San Miguel, Santa Ana, el Carmen y otras, en las que tanto se disfrutaba y tan alegremente se pasaba el día, han caído en desuso. Consiste esto en que con la facilidad de comunicaciones que hoy existe, ya no se va a ellas a otra cosa que a pasear y cortar, hoy ya todos nos hemos vuelto graves y tendemos a menos el meternos en una chozna a comer, máxime si nos ven los que vienen a cortar y no con tijeras, Sondica era una de las pocas romerías en la cual quedaba alguna reminiscencia de las antiguas; hasta aquí se disfrutaba en ella de la genuina diversión del campesino; las dificultades de la caminata hacia que sólo la gente verdaderamente aficionada a divertirse se decidiera a recorrer el trayecto en demanda de la aldea. A Sondica le ha llegado, como a las demás, su turno; mañana se celebra esta romería y la campa, estamos seguros de ello, se inundará de curiosos, dadas las facilidades que les proporciona la nueva vía férrea, y así que la romería de Sondica, como la de Deusto y otras muchas, quedan ya reducidas a la categoría de simples paseos, en donde se divierten a su manera los aldeanos de los contornos y cierta clase de gente conocida como las de bronce...”
Esta festividad se celebraba con grandes festejos en nuestro entorno próximo: En Somorrostro iba acompañadas de partidos de bolos, pelas de carneros y novilladas; también en Eibar era conmemorada con fogatas en la plaza de Unzaga, peleas de carneros, toros y partidos de pelota; y en Portugalete con fogatas y romerías. Tal era la tradición de las hogueras de San Juan, que en Bilbao se encendían por las calles de la Villa, a pesar del las prohibiciones del Alcalde. Eran los tiempos en que las clases adineradas de la Villa de Don Diego paseaban sus blancas vestimentas, recorriendo la ría hasta el Abra, a bordo de los vaporcitos de recreo.
Y con el verano a las puertas, llegaba el momento de los refrescos, algunos de los cuales eran bendecidos con el burbujeante “sifón”, nacido a finales del Siglo XVIII, el cual se vendía como “limonada gaseosa” al precio de 0,90 pesetas la docena de botellas en 1894, en el establecimiento de Aguas Azoradas de la Gran Vía bilbaína.
Mientras el Ayuntamiento de Getxo, presidido por D. Santiago Diliz, anunciaba en el diario “El Noticiero Bilbaíno”, el 24 de junio de 1894: “...El Ayuntamiento que presido ha acordado contratar una pequeña banda de música, compuesta de 13 músicos, para tocar piezas bailables en el barrio de Las Arenas las tardes de los días festivos el presente Verano, según años anteriores...”
Los conflictos laborales en la zona minera se extendían, motivados por la falta de salubridad de los barracones donde dormían, y la obligación que se les imponía de comparar los comestibles en determinadas tiendas donde se les expendían más caros. En toda la prensa bilbaína, era recogido el lunes día 25 de junio de 1894, la noticia sobre un “Meeting”, que por ese motivo se celebró en la Arboleda: “...Imponente se presentaba ayer la manifestación que se celebró en el frontón de la Arboleda, a donde acudieron unos dos mil operarios de la zona minera para protestar contra los abusos que cometen contra ellos algunos contratistas que al mismo tiempo son dueños de los barracones donde duermen los trabajadores, y propietarios de la tahonas que suministran el pan...” Al parecer, entre otras cosas, los propietarios de las tahonas cometían fraude con el peso del pan: “...Se pesaron los panes que los contratistas venden a los obreros, y otro de los que expenden a particulares, resultando que el último, a pasear de se vende más barato, pesaba 800 gramos más que el primero...” Por lo que los trabajadores de las mimas acordaron: “...Por unanimidad, que si el Gobernador Civil no les atiende, como sucedió últimamente, declararnos todos en huelga...”
Los premios escolares, que en ese final de junio de 1894 se repartían en la Villa de Don Diego, llegaron a nuestras vecinas de Getxo de la mano de uno de uno de los profesores de música, de mayor prestigio en la comarca, se trataba del Colegio de Algorta regentado por D. Juan Dourte. Contaba “El Noticiero Bilbaíno” el 26 de junio de 1894: “...Doña Mercedes Guisasola, alumna de D. Juan Dourte, ha obtenido en la escuela Normal de Vitoria, dos notas de sobresaliente, cinco de notable y una de bueno en el primer curso, y tres sobresalientes y cinco notables, en el primer curso de magisterio de primeras letras...”
Y como preludio del verano, que comenzaba caluroso, decía el mismo diario: “...Ha fondeado en este Puerto una elegante balandra de recreo, construida en Glasgow por el acaudalado naviero D. Ramón de la Sota...”
En la próxima entrada, de esta serie, veremos cómo se producía un traspaso en la adjudicación de los arbitrios de carne en nuestra Anteiglesia.
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