domingo, 18 de julio de 2021

EL HOMEAJE A REGOYOS


Cercano ya a cumplirse el centenario, ya hace 95 años del acontecimiento, recordar que: Entre los virtuosos visitantes que compartieron vida y colores con los vecinos de Getxo está Darío de Regoyos y Valdes, pintor nacido en Ribadesella (Asturias) el 1 de noviembre de 1857. Quien quedó huérfano a temprana edad, perdió a su padre D. Darío de Regoyos y Molenillo el 13 de enero de 1876, en Madrid; su madre Dña. Benita Valdés y Sieres falleció el 24 de octubre de 1888 en Donosti.

Regoyos fue un artista que por distintos motivos estuvo ligado a nuestro Pueblo, también, a través de sus lienzos.

Y digo ligado a Getxo, porque en 1907 se desplazó con su familia a Bizkaia, instalándose primero en Durango y más tarde en el barrio de Areeta-Las Arenas, cerca de la casa de D. Juan José Rochelt Amann, quien fuera discípulo suyo. Barrio donde, casualidades de la vida, en la vivienda en la que yo nací del mismo barrio, en la pared del portal, están colocados dos de sus dibujos, uno de ellos dedicados a la Estación de Las Arenas (1909).



Sobre sus primeros tiempos, los del aprendizaje, decía un crítico de arte en 1913, en el diario “El Pueblo Vasco”: “…En 1890 Darío de Regoyos, salió de Bélgica para regresar a España. Desde Bruselas había pasado por Holanda, Inglaterra y Francia. En París se entusiasmó con las obras de Millet, Corot, Rousseau, Díaz y Puvi de Chavannes, y aumentó su admiración hacia las de Manet, Degas, Monet, Renoir y Pisarro…”

En 1888 el pintor junto a su amigo, el poeta flamenco Emil Verhaeren, a quien había conocido en 1881, realizaron un viaje por el País Vasco, Aragón y Castilla, fue el momento de su visión de “La España negra” a la que definieron como (una España antigua y primitiva, cortada con tijeras, oscura y melancolía), que Regoyos plasmaría en sus pinturas. De aquel viaje Darío de Regoyos diría: “…Acompañándole en su itinerario le seguí en sus ideas dibujando algunas cosas que vimos juntos. Allá va la traducción de sus impresiones de viaje empezando desde San Sebastián y siguiendo la costa de Guipúzcoa. Que no me tomen por escritor, sino por compañero del poeta flamenco. Buscábamos una diligencia a todo trance con muías viciadas, dispuestas a rodar por los precipicios, a romper los arreos y matar al mayoral…”

A cerca de este pintor y sus obras se dijo: “…Alguien le llamo peregrino del arte, y Juan de la Encina, con definición exacta, hombre humilde y errante…” Una de esas personas celebres que le dedicaron ese apelativo fue Pío Baroja quien se vio obligado a estampar en el álbum del Museo de Arte de San Sebastián su firma y un pensamiento a cerca del pintor, escribió Pío Baroja: “…Fue un hombre humilde y errante…” Otros, un semanario de tirada nacional, en 1915, definían su carácter cómo: “…En la humildad y en la afición a la vida del viandante está la clave del espíritu de sus pinturas. Regoyos pasó el mayor trecho de su vida errando de ciudad en campo y de campo en ciudad; en las manos, los trebejos de pintar; y a la espalda, cuando era joven, la guitarra. Por su porte humilde y la ingenuidad de sus ojos brillantes y arrobados, por su sonrisa jovial y aniñada, diríase era uno de aquellos juglares que por un «vaso de bon vino» cantaban por los caminos…”


Sobre su asentamiento en Bizkaia un diario bibaíno dijo: “…Darío llego a nuestra villa con una recomendación para una distinguida familia bilbaína de lejano parentesco con la suya; con unas cuantas telas de paisajes flamencos y gipuzkoanos; con una modestia sincera y cautivadora, y una cultura artística extraordinaria; con un humorismo fino y ocurrente, que le hizo en el acto íntimo amigo de muchísimos amigos; con una guitarra y un repertorio de cantos populares, de todas las regiones y países que había visitado…”

Los muelles de la ría de Bilbao, los paisajes del Duranguesado y los rincones de Las Arenas en los primeros años del siglo XX quedaron reflejados en sus cuadros, fruto de sus años de estancia en Bizkaia.

En 1907 se trasladará a Las Arenas, relacionándose cultural y comercialmente con Bilbao. En 1910 Darío de Regoyos residía en el Nº 6 de la calle de la Estación de Las Arenas. De su paso por la Anteiglesia de Getxo dejo varias obras, entre ellas citar “Jardín en Algorta”, “Las Arenas” (1908) y “Estación de Las Arenas” (1909).


Su arraigo por nuestra tierra se desprendía con claridad de unas palabras que pronunció en 1913:“…Nació mi arte en las provincias vascongadas…” Durante ese tiempo se granjeó amistades, simpatías y reconocimiento entre nuestros antepasados, lo que derivó en un reconocimiento a sus méritos artísticos en 1926.

Ese reconocimiento llegó en 1926 con el homenaje y la creación del monumento a Darío de Regoyos, en la confluencia de las calles Avda.Algortako Etorbidea con Avda. de Neguri. El homenaje se celebró el domingo 5 de septiembre, se trataba de un sencillo banco de piedra, con forma de herradura, en cuyo centro se encuentra su efigie y bajo la cual aparece grabado su nombre: “…Proyectado por el arquitecto Manuel Smith, con un relieve de la cabeza del pintor, esculpido por Higinio Basterra y una lacónica inscripción como todo el ornamento conmemorativo…” En la crónica se decía: “…Tan solo unas pocas sensibilidades avizoras acertaron a percibir la belleza de sus lienzos. Con este grupo exiguo de centinelas estéticos ha ganado Regoyos, después de muerto…” Continuaba la crónica comparando el banco-fuente y su emplazamiento con la vida del artista: “…Un banco en el cruce de dos caminos, parce el símbolo de la vida de Regoyos, un andariego infatigable que solo reposó para rumiar lentamente la luz en sus ojos…” Continuaba el cronista diciendo: “…También aquí, en Las Arenas, hizo un alto y pintó repetidamente lugares que nos son habituales. Los pueblos se honran a sí mismos cuando honran a las almas excelsas. Desde hoy Algorta, nuestro Algorta, será por virtud de este sencillo monumento un poco mejor…” Al acto inaugural acudieron el Alcalde de Getxo, D. Luis de Urresti, Joaquín de Zugazagoitia, el arquitecto Manuel María Smith, Juan José Rochelt y el doctor Pereiro, junto a sus familiares. El Alcalde de Getxo pronunció las siguientes palabras, que fueron recogidas el día 8 de septiembre de 1926 por el diario “El Pueblo Vasco”: “…Unas palabras nada más bastan después de las primeras cuartillas leídas por el señor Zuazagoitia, que van unidas a la belleza de la forma y la profundidad del concepto, que ponen una vez más en evidencia sus cualidades y su talla de escritor. En ellas quiero expresaros, en nombre del pueblo y del Ayuntamiento de Guecho, nuestro agradecimiento a la feliz iniciativa de los amigos y admiradores de Regoyos, patrocinada por la Junta de Cultura de la Diputación, que el Ayuntamiento ha hecho suya. Así, en la diaria contemplación de este bronce, que hoy entregáis a la cultura y cariño del pueblo de Guecho, las futuras generaciones se sentirán reconfortadas contra el olvido y se establecerá entre el pasado y el porvenir, entre el muerto y nosotros unos lazos indestructibles que hacen a un Pueblo fuerte…”


Tras su fallecimiento en Barcelona el 29 de octubre de 1913, algunos diarios le dedicaron menciones a modo de epitafio. El diario “Euzkadi” del 31 de octubre de 1913 decía sobre él, en la sección “Titirimundi Bilbaíno”, refiriéndose a unas palabras de Juan de la Encina: “…Él nos dirá en sus lienzos la hermosura de un árbol frondoso y florido; la sonrisa con que se iluminan nuestras casas campesinas en un claro del sirimiri pertinaz; la gracia que un regato bebe del cielo en que se mira y del campo que enlozana. ! Pobre Regoyos; descanse en páz!...”

A veces los reconocimientos llegan tras la muerte: La casa Museo de Unamuno conserva un artículo, del escritor y filósofo bilbaíno, del diario “La Nación” de Buenos Aires, del 16 de diciembre de 1916, en el que decía a cerca de nuestro pintor: “…Cuando hizo una exposición de sus cuadros en Buenos Aires, me pidió que hablase de él en alguna de mis correspondencias. Y accedí, no solo porque era de justicia, si no, porque le creía uno de nuestros más grandes artistas…”


Decía sobre él, en 1919, la revista madrileña “Cosmópolis”: “…Entró en el arte vasco el impresionismo, que es la modalidad moderna más influyente, con Adolfo Guiard y Darío de Regoyos. Pero el impresionismo genuino fue de Darío de Regoyos, los dos fueron los primeros en poner en la paleta vasca los colores del impresionismo…”

Darío de Regoyos fue un pintor callejero, que captaba su visión de la luz y el entorno, muchas veces rodeado de curiosos que se agolpaban tras de él. Precisamente la publicación madrileña “España” del 18 de noviembre de 1915 captaba “el último retrato del artista de Ribadesella, captada en Durango. Darío de Regoyos falleció en Barcelona el 29 de octubre de 1913.

2 comentarios:

  1. Me ha interesado mucho este reportaje. No habia conocido hasta ahora ni el nombre ni el arte de este pintor. Me encanta su estilo.
    Gracias.

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  2. soy nieto de JJ Rochelt y Amann y si interesan otras vistas de Algorta se puede visitar mi sito www.juanjoserochelt.org

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