miércoles, 7 de julio de 2021

LOS SECRETOS DE LA ANGUILA Y LA ANGULA-I-

Todos hemos oído hablar de las Anguilas y las Angulas, algunos hasta hemos probado ese exquisito majar, pero: ¿Qué son la Anguila y la Angula; cuál es su origen, de donde proceden; cuál es su periplo vital; desde cuando se sabe de ellas; dónde están los caladeros de ambas en nuestro Pueblo; cómo se pescan, con que artes; cómo se cocinan? A todas estas preguntas trataré de dar respuesta.

La Angula: Es una extraña criatura, que cuando tan solo tiene dos centímetros, emprende un lago viaje desde el Mar de los Sargazos hasta los ríos de Europa. En ellos tendrá una vida que sitúan entre 5 y 20 años. En ese mar del Caribe, descansan a una profundidad de 400 y 500 metros. En sus salinas aguas, las hembras, expulsan sus huevos por medio de contracciones abdominales, mientras los machos se encargan de fecundarlos. Con las aguas templadas, a una temperatura de aproximadamente 20ºC, los huevos se desarrollan con gran rapidez, surgiendo de ellos las diminutas larvas, poco más de un milímetro, transparentes como el cristal, son las angulas. Una vez que nacen los adultos que ya han cumplido su misión reproductora mueren.

Más tarde, los diminutos alevines de angula se agrupan en grandes bolas, que utilizan como sistema de defensa contra sus depredadores, y cruzaran el océano Atlántico rumbo al rio del que antes partieron sus progenitoras.

Tras llegar a nuestras cuencas, al cabo de tres años, las minúsculas angulas que partieron del Caribe con tan solo un milímetro, ya habrán alcanzado 6 cm y su color se habrá tornado completamente blanco. Es en ese momento cuando comienzan a remontar los ríos. Este fenómeno acontece entre los meses de noviembre a diciembre y se prolongara hasta finales de abril.

En ese intervalo sufrirán dos metamorfosis antes de hacerse adultas. La primera se producirá cuando se acercan a las costas europeas, allí se transforman en angula. La segunda se producirá cuando se llegan a su fase de maduración y migración reproductiva, según una investigación sobre esta especie de un instituto Murciano: “…Entonces los cambios estructurales que se producen están relacionados con el aumento de la actividad natatoria y comienza a adquirir tonos plateados por los laterales, que se extienden hasta la cola. Posteriormente, se oscurece tanto por los laterales como el dorso. Los ojos, que antes eran pequeños y redondos, crecen y los flancos se vuelven más pronunciados. En esta nueva fase se le denomina anguila plateada. Al empezar la migración, la anguila plateada, ya sea macho o hembra, deja de comer, atrofiándose su sistema digestivo y dedicando enteramente sus recursos energéticos a la maduración gradual de las gónadas y a la larga migración de regreso, parcialmente estudiada, mediante la que se dirigen a las zonas donde desovan y mueren, ya que no hay pruebas de supervivencia posterior…”


Es esta una especie con un ciclo vital a la vez complicado y fascinante, que pasa la mayor parte de su vida en las aguas continentales de Europa (ríos, lagunas y áreas de agua dulce y salada). En la última fase de su vida iniciarán un viaje de regreso al mar de los Sargazos, siendo este el único lugar donde realiza la reproducción de la especie.

Su lugar de nacimiento, el mar de los Sargazos, está situado en el Océano Atlántico, frente a la costa este de los Estados Unidos y es descrito como de forma ovalada. Recibe su nombre de un alga flotante llamada “Sargassum”. Esta alga se reproduce en aguas abiertas en lugar de reproducirse en el fondo del mar. Es un mar de alta salinidad y bajo en nutrientes. Es la cuna de la especie que voy a traer a esta página. En el desovaran dos tipos de anguila, la americana “Anguilla Rostrata” y la Europea “Anguilla Anguilla” (nuestra Angula).

Sobre estas especies han hablado filósofos, prensa y la tradición popular, a veces con reflexiones contradictorias sobre su origen, y de forma más placentera por su valor gastronómico.

Sobre las anguilas decía Aristoteles: “…La mayoría de los peces tienen huevos y desovan. Sin embargo la anguila, explicaba el filósofo, es una excepción. No es ni hembra ni macho. Ni pone huevos ni se aparea. Afirmaba de un modo absolutamente categórico que el cuerpo de la anguila nunca aloja huevos, y que quien afirme lo contrario no las ha estudiado con minuciosidad suficiente…” En Gipuzkoa y Rioja llaman “Rabincha” a la cría más desarrollada de la angula.

En 1778 a Juan Laglance (viajero italiano) le llamó la atención la calidad de las angulas. Entre la amplia relación de productos que degustó señalaba: “…A más pescado delicado y abundante y diversidad de ellos que traen de la mar, tienen en la ría algunos, y con especialidad hacen su delicia en invierno las angulas, que son pescados muy pequeños, pero delicados y abundantísimos el tiempo que dura…”

Por otra parte, en la Villa de Don Diego, en el Siglo XIXI, crearon un lexicón en el que hablando sobre la angula, también conocida como “Txitxardin”, decía: “…Son unos pececitos gruesos, como cañones de paloma y de tres pulgadas de largo, que se tornan blancos después de ser cocinados. Su pesca es nocturna, lenta y penosa, pues se verifica en la peor estación del año, en lo más crudo del invierno…”


Sobre los anguleros, a finales del Siglo XIX, el día 13 de mayo de 1894, comentaba en un artículo de prensa en el diario “El Nervión”, “Un Chimbo”, : “...En el mes de las sordas y los sabañones.... Avecinase la noche, fría como un carámbano y oscuro como la boca de lobo Empieza a caer el sirimiri....Flanqueando ambas orillas del manso Nervión, se deslizan por centenares, vigorosas y fantásticas sombras....Llevan al hombro el pesado lanzón terminado en una especie de rodela y en su diestra el objeto luminoso que flamea y billa....Son los Anguleros, que se dirigen a tomar posiciones...” Respecto a los lugar referidos de pesca contaba el articulista: “...Los más clásicos, los que asientan su reales en la Isla y los Caños, tienen sus “arris” predilectos, y se han respetado siempre como propiedad usufructuaria entre la gente del barrio. Las margenes del río, desde el puente de San Antón hasta la Salve, presentan un sorprendente golpe de vista, en sus orillas oscilan mil luces marcando sus orillas. Y como el oficio requiere calma y el frío arrecia, pasan engañándolo de trago en trago mientras cantan:

Chir, chir, chir, las angulas al cedazo

han de venir... Con su linterna van a la taberna,

con su farol van al obrador

!Anguleros, anguleros, tengáis, valor!

Mientras, ellos, se retiran poco antes del amanecer...”


Su pesca se ha llevado a cabo desde tiempos remotos en la desembocadura de los ríos y en ellos mismos. En nuestro caso en el rio Gobela y los remansos del Abra. Es esta de una actividad de invierno, ya que se practica durante los meses de diciembre y enero, siempre de noche. Antaño se realizaba con la ayuda de un cedazo y un farol, la mayor parte de las veces se trataba de una caja metálica con paredes de vidrio en cuyo interior se coloca una vela; a medida que evolucionaban estos, la luz se creaba mediante faroles de carburo; en la actualidad este artilugio ha sido sustituido por faroles eléctricos. El principal arte de esta pesca, el cedazo, ha tenido diversa formas, según la zona de pesca o el entender del angulero, desde los de formas rectangulares y ovaladas (como medio huevo) a cónicas.



El atuendo de los recolectores de tan delicado manjar ha ido variando con el paso del tiempo. Antaño iban cubiertos con capotes de agua, impregnados de aceite de linaza, la cabeza cubierta por un gorro de agua, cual gabarrero de la ría. Las ropas actuales son más ligeras e impermeables.

La angula y la anguila han sido y son unos ejemplares codiciados en la gastronomía vasca. Sobre el consumo de ambas especies decir que en el periódico municipal de Bilbao de diciembre de 1999 aparecía un artículo “Los Anguleros vascos tienen aparcados sus cedazos”, en él contaban: “…Cuándo se convirtió el bilbaíno en devorador de angulas es un misterio. Pero ya en 1775 el naturalista irlandés Bowles, tras varios meses de estancia en la Villa, escribió: «Las angulas son semejantes a congrios pequeños, y suben por la ría en multitud increíble; su grueso es como una pluma de paloma, su largo cosa de tres pulgadas, y su color blanco pálido: no tiene espina huesuda o vertebrosa como las verdaderas anguilas, se cogen á millones en las mareas bajas, se comen fritas y de varios modos, quince o veinte a la vez…”


La práctica de la pesca de esta especie, en sus dos transformaciones, ha dejado entre nosotros un reguero de pequeñas historias, de los lugares en los que se ha practicado la pesca de la Anguila y la angula, de las personas que realizan la misma en el río Gobela y sus tributarios. En su recorrido por la Anteiglesia de Getxo, al Gobela, se le irán agregando otros tributarios, entre ellos destacan los arroyos Kandelu, Bolue, Mimenaga, Txatxarro, Ubetu y otros.

Este río, “molesto” al parecer para algunos, ha sufrido también sus metamorfosis, modificando su trazado y desembocadura.



En la zona de Errotatxu (Santa María de Getxo) estaba: Isidro Basarte, del caserío Bidegane, era uno de los pescadores de anguilas: “…Cuando las aguas estaban turbias por haber llovido era el momento de la pesca. A él, le gustaban en salsa verde. Había tantas y tan grandes que en algunos molinos llegaban a anegar el acceso a sus ruedas…”


En la zona de Fadura, un conocido pescador de anguilas echaba sus línea, Celedoni Madariaga (El padre de Cele, el carnicero de la plaza de Torrene): “...Acompañado de su nieto, José Ignazio, a quien de vez en cuando llevaba como acompañante, practicaba la pesca de la anguila. Y mientras él espera la picada del las anguilas, su nieto se entretenía atrapando loinas, con un viejo paraguas que desplazaba contracorriente desde la ribera del río...” Algunas gentes de cierta edad recuerdan: “...A algún anguilero faenando, con aguaducho, en las orillas del Gobela a su paso por Algorta, en el lavadero próximo al puente, que cruza en la bajada de Salsidu, en el comienzo de la carretera Avenida de Simón Otxandategi, desde el lavadero hasta el campo de fútbol del Getxo. El lavadero servía de cobijo en el caso de que la lluvia fuese muy intensa...”



En la zona de la Vega de Santa Eugenia (Romo) estaba: Goio A., a quien solía acompañar su hijo Mikel, él era uno de esos pescadores de anguilas. Cuenta Mikel: “…Mi Aita, y yo solía acompañarle, cogía anguilas en el río Gobela, desde Ezequiel Aguirre hasta la altura de la Avanzada, en la llegada del túnel de desagüe del río, que están situados en la Playa de la Bola, algunas veces llegábamos hasta Jolaseta. Las pescábamos con una caña, provista de una línea de hilo bala, en cuyo extremo había una especie de rosario formado por gusanas de tierra (ver hoja explicativa). Cuando conseguíamos cogerlas, las depositábamos sobre un paraguas abierto para evitar que por su viscosidad escaparan. No había temporada de pesca, daba igual que fuera verano que invierno, lo era importante es hubiera llovido y el río bajara con aguaducho (riada), así, con las aguas turbias se podía capturarlas (Hoy su pesca está prohibida. A mi Aita le encantaban en salsa verde…”



Por mi parte, los recuerdos de mi niñez se agolpan en mi memoria: “...En los años 50, en el tramo del río Gobela, que va desde la calle del mismo nombre hasta la calle Prolongación Amaya, en la zona de Santa Ana, en los puentes que cruzaban este río, era habitual ver a los anguileros provistos de su caña de pescar. No recuerdo sus nombres pero si sus maniobras para coger aquellos latiguillos escurridizos. De aquella caña, en cuyo extremo estaba la línea, de la que colgaba un plomo, al final del nailon tenían armado el “rosario”, que no era otra cosa sino un grupo de lombrices ensartadas formando una bola, ese rea el cebo para las voraces anguilas. En ese cebo la anguila enredaba sus afilados dientes en aquella enmarañada bola. Mientras, en el entorno del río, que estaba lleno de barbos, loinas,..., los patos surcaban sus aguas, dejando entre los juncales de las orillas sus huevos. Y en sus riberas se podía ver algún bote de remos atracado! Aquel río tenía vida!...”

En la próxima entrada continuaré con las experiencias de los pescadores de angulas de nuestra Anteiglesia, así como con algunas recetas para ambas.

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