En la entrada anterior veíamos
cómo se daba cuenta de una circular del Gobernador
de la Provincia, en la que dictaba varias reglas encaminadas a cuidar la
higiene y la salubridad pública, ante el temor de la llegada del Cólera Morbo.
Como ya
terminaba el verano, el ferrocarril de Las Arenas a Plencia reducía sus
horarios, eliminado las salidas de los trenes extraordinarios de las 20:40 y
21:30, que eran las salidas desde ambas poblaciones.
Durante aquellos
días de mediados de septiembre de 1893, la salud pública era cosa que
preocupaba y llenaba las páginas de los diarios locales. En “El Noticiero
Bilbaíno” del 19 de septiembre se decía en la primera página: “…Nadie que de imparcial se precie puede negar que la salud
pública de esta población, que ha sido durante muchos meses envidiable, ha
sufrido notable alteración desde los primeros días del presente mes con la
repentina aparición de accidentes gastrointestinales coleriformes. Se han
multiplicado los casos en Bilbao, con 10 casos en diferentes calles, en los
barracones de Solocoeche se han dado 15 casos, 2 hombres y 13 mujeres. En el
resto de las márgenes de la ría aumentan los casos seguidos de defunciones
(Santurce, Erandio, Lejona, Deusto y Sestao). El Boletín Oficial publicaba ayer
dos circulares, una para los Alcaldes y la otra para el resto de los
ciudadanos. En la primera se pide a los Alcaldes que se prohíba el baño, así
como que se laven ropas y enseres en la ría. En la otra circular se prohíbe la
pesca de ostras en costas y ría, así como su comercialización. El médico de
Lejona, en vista de las circunstancias por las que atraviesa las orillas del
Nervión, ha ordenado el cierre de las escuelas…” Al día siguiente algunos casos alcanzaban a nuestros
barrios: “…En Las Arenas se registró una defunción de un individuo
que comió gran cantidad de ostras. En Algorta tuvo un acceso otro individuo que
estuvo de paso por Las Arenas. Se daba orden de, al igual que en París, se
lavaran las ropas en calderas de agua caliente…” Se recomendaba en la prensa volver a publicar bandos
con las instrucciones para conocer los síntomas y el tratamiento anticolérico,
que al parecer habían sido tan útiles de 1885: “…Indicando
que la mayor parte de las muertes que se produjeron entonces fueron debidas a
la desatención en sus primeros estadios. Hablaban de los síntomas que
presentaban los enfermos de cólera, falta de apetito, diarreas, extremidades
frías y amoratadas, piel visco, voz apagada e insensibilidad en el pulso.
Recomendaban tratamientos a base de láudano, recomendado por el especialista
italiano Doc. Tunisi. Recomendando que una vez se tuvieran los primeros
síntomas de diarrea colérica, se comenzara un tratamiento a base de manzanillas
y agua con láudano; recomendando se administraran para los niños de pecho de
Mientras que la
Diputación de Bizkaia editaba una guía sanitaria para evitar y curara el
cólera: “…En época colérica alimentarse preferentemente de leches
cocidas, sopa de arroz, carnes asadas, huevos y pescados blancos cocidos a más
de 100 Cº.
Dentro de
la fruta, evitar comerla cruda, preferentemente utilizar manzanas y peras
asadas.
Hacer un
uso moderado de vinos, consumiendo preferentemente los llamados vinos de mesa y
blancos de jerez o rueda.
El agua
preferentemente hervida y aireada antes de su consumo. Se procurará mantener el
vientre y las extremidades bien protegidos.
Se
evitará todo exceso sensual y alimentario, ayudando siempre de un sueño
reparador.
Todos los
trabajos corporales como intelectuales serán moderados.
Las
defecaciones o necesidades corporales se efectuarán en lugares previamente
desinfectados.
Como
tratamiento recomendaban utilizar un preparado a base de:
40
centilitros de alcohol de 36 grados.
12 gotas
de licor de menta.
60
centilitros de agua.
De este
elixir recomendaban tomar una o dos copitas, previa recomendación del
facultativo de turno…”
Algunas voces se
alzaban contra algunos hábitos poco saludables, lo mismo de los barcos que
arribaban a nuestros muelles como de los vecinos que no dudaban en utilizar
aguas procedentes de sus pozos. Lo publicaba el diario “El Noticiero Bilbaíno”,
el 20 de septiembre de 1893: “…Se nos dice que
la mayoría de los buques que entran en la ría toman el agua de los puertos de
donde proceden. Esa agua viene encerrada
en tanques y no es arrojada hasta que van a dar principio los trabajos de carga, después de permanecer
en los tanques de
En el pleno del
21 de septiembre se daba lectura de una
circular de la Diputación de Bizkaia: “…Ordenado que los pueblos no envíen enfermos al Hospital
Civil de Bilbao mientras duren las actuales circunstancias de enfermedad
sospechosa…”
Sin embargo, un
soplo de solidaridad abría sus puertas en Algorta: “…El Presidente de la Comunidad de Padres Trinitarios del
convento situado en Algorta, en vista de las circunstancias que atravesamos de
casos de enfermedad sospechosa, pone todo el personal de su comunidad a
disposición del Sr. Alcalde, y dado el caso hasta el local de que dispone. El
Ayuntamiento daba las gracias y le comunicaba que en caso de que fuera necesario
se lo comunicarían previamente…” También la
Comunidad de las Siervas de Jesús domiciliadas en Bilbao ofrecían: “…Que en caso de que hubiera alguna invasión de cólera en
ese municipio pueden contar con el personal de este convento para la
asistencia, para lo que rogamos se nos facilite un teléfono de contacto. El
Ayuntamiento agradecía y facilitaba dicho contacto…”
En la próxima entrada de esta serie veremos cómo se producían algunas quejas de vecinos por arrojar aguas sucias en el
sumidero de la calle Mayor.
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