Ya llega esta fecha para unos
entrañable, para otros no deseada y de ingratos recuerdos, que marca desde hace
mucho un tiempo lleno de gastos y desórdenes alimentarios para muchos; de
pesadumbre y escasez para los desheredados. Fiestas en las que en algunas mesas
faltaran seres queridos por diversas causas.
Días que este año no debieran
de ser como las anteriores, aunque no siempre fueron de dispendio, y que
dependiendo de las culturas, incluso religiosas, son celebradas desde perspectivas
diferentes. Celebraciones que en cualquiera de los casos se han convertido en
un objeto comercial. Oía hace ya algún tiempo, y me ha parecido un ejemplo
adecuado, que esta forma de celebración no tiene nada que ver con tradiciones
religiosas: “…En el portal de Belén seguro que no
había una mesa con manjares para celebrar tan magno día y eso que era el
nacimiento del Jefe…”
Fiestas que en otras épocas,
tampoco congregaba como actualmente a todos los familiares. En mis primeras
navidades solo éramos tres a la mesa, luego llegaron mis hermanos. Las
celebrábamos en la cocina junto al fogón, de aquellos llamados económicos, que
era el que daba calor a toda la vivienda. La cena, como la cocina, era acorde
con unos tiempos de escasez, a base de unos entremeses de jamón de york,
chorizo, una especie de mortadela que llevaba huevo y aceitunas y algunas
sardinillas de lata; le seguían la coliflor, besugo y bacalao con pimientos
morrones (era el plato preferido de mí Aita) o el “Pollo de Navidad”, ya que
entonces ese majar solo era consumido en esas fechas, terminaba con el turrón
duro y blando, al que acompañaban la compota con arroz con leche. Los adornos
eran escasos, era la casa de un gabarrero, y aquello no daba para estipendios.
Pero seguro que como todos no
he conocido un tiempo más feliz, salvo cuando empezaron a llegar los hijos y
los nietos, pero eran tiempos distintos, ya casi no conocíamos a los vecinos y
la cuerda que antaño colgaba de la cerradura de la puerta, permitiendo abrirla
desde el exterior, pasó a ser de doble cerradura y pasador. Aquel mundo había
cambiado.
No serán para muchos iguales,
porque por responsabilidad hacía los más vulnerables, se evitarán en unos casos
esos contactos tan deseados con los seres queridos que impedirán males mayores; mientras otros por irresponsabilidad o por
exceso de ganas de diversión quizá, ojala no, les lleve a tener que lamentar
más tarde efectos no deseados para ellos o sus mayores. Nosotros, por seguridad,
limitaremos la celebración, por este año, a los convivientes.
Como todos los años me despido
hasta el próximo 7 de enero del 2021
en que volveré con más historias de Getxo.
Os deseo de corazón unas felices navidades junto a los vuestros.
¡ÁNIMO, QUE YA FALTA POCO PARA PODER CELEBRALAS COMO ACOSTUMBRÁBAMOS!
ZORIONAK
eta URTE BERRI ON
No hay comentarios:
Publicar un comentario