En la entrada anterior veíamos
cómo en julio de 1893 arrancaban las pruebas de la línea ferroviaria de Las
Arenas a Plencia.
Durante de la fiesta de Santa
Ana, el 26 de julio de 1893, algunos avispados tramposos trataron de hacer su
“agosto” en las campas del barrio de Las Arenas, contaba “El Noticiero
Bilbaíno” del 28 de julio “…Durante los días que se han
celebrado las fiestas de Santa Ana en la campa de Las Arenas, los agentes de
vigilancia recogieron infinidad de ruedas, cartones y bolitas, con las que
ejercían su industria algunos individuos que han sido multados por el
Gobernador Civil…” El juego de las “Bolitas” pudo llegar desde la lejana Luisiana, ya que
en esa población de EE UU lo practicaban desde el Siglo XVIII: “…Quien inventó una variante del juego del trile, consistente en jugar con
tres dedales y pequeñas bolitas de papel en vez de con las conchas que hasta
entonces eran habituales. Este trilero fue famoso por haber sido el primero en
utilizar la estratagema de pegar un delgado triángulo de papel en la parte
interior de uno de los dedales. Le daba la vuelta y brevemente mostraba el
papel al primo de turno, haciéndole creer que la bolita estaba debajo de ese
dedal…”
Y por fin llegó el gran día,
“El Noticiero Bilbaíno” del 29 de julio de 1893 lo contaba bajo el titular “El
Puente de Las Arenas”: “…Cuatro pilares de hierro,
truncadas a la altura de 63 metros…, menos artísticos que esos capiteles que
sobre templos góticos con altivez majestuosa destacan…, que desde la base hasta
la cúspide suben sobre asiento robusto y en tan ligeras como esbeltas formas.
Un tramo, que atrevido y resistente al modo de las pirámides, se extiende a
A continuación describían la
ceremonia de la inauguración: “…Diversas autoridades invitadas
a ese acto, y de su lado algunas
personas de viso y respetabilidad en la política, las ciencias y las artes
ocupan la plataforma. Entre ellas, y frente a un pequeño altar, se ve al
sacerdote con indumentaria sagrada y atributos propios de rito que va a
celebrar. Cuando llega el momento de iniciar la solemnidad, el locomotor sale
del punto de partida, y rueda con lentitud hasta colocar el colgante vehículo
en posición perpendicular al eje de la ría, y en llegando allí se detiene. El
sacerdote comienza la ceremonia, y eleva
al cielo plegarias a las que los fieles responden y los acólitos hacen coro. Y
rocía con gotas de agua el caudal inmenso, y lo bendice. Las músicas (entre
ellas la primera la de Guecho) llenan los aires con melodías cadenciosas. Se
suceden fuegos de artificio, con descargas de voladores estrepitosos. EL sencillo arco que Guecho dedica a la
empresa constructora, con bandera y flámulas que adornan la obra y las orillas
dan realce a la perspectiva…” Firmaba aquel artículo D.
Francisco Ruiz de la Peña.
En esa misma fecha, el 29 de
julio, se daba cuenta en el pleno municipal del convenio suscrito con los
tamborileros de Elgoibar: “…Queda conforme esta
Anteiglesia con el oficio remitido por el primer teniente de alcalde de
Elgoibar, sobre el convenio con los tamborileros de aquella Villa para tocar
por las fiestas de San Nicolás en esta localidad…” Mientras la banda de Algorta se veía necesitada de renovar su
instrumental: “…Se da cuenta de una instancia
de D. Ramón Ibizate, director de la banda de música de esta localidad, haciendo
presente la necesidad de adquirir un bombardino, por haberse inutilizado por el
uso el que había, el cual ya tiene muchas composturas para ponerlo en servicio…” El consistorio autorizo la adquisición de otro nuevo.
Así mismo la escasez de agua
potable se dejaba sentir y en el pleno se informaba de lo que el Consistorio
pensaba hacer: “…En vista de la escasa cantidad de agua que viene al vecindario para su
indispensable consumo, a causa del escape que se produce en los manantiales, y
siendo apremiante poner remedio al mal. Acuerda este Ayuntamiento autorizar a
la “Comisión Permanente de Obras”, para que sin levantar mano haga las obras de
ensayo por medio de prácticos para averiguar en los manantiales donde se
producen las fugas de aguas en los montes de la jurisdicción de Berango, de
donde vienen las expresadas aguas a esta localidad, evitando de este modo la
falta notable que existe de dicho líquido para el suministro a nuestra
población…”
El domingo día 30 de julio de
1893, repetición en el barrio de Las Arenas de la festividad de Santa Ana, la
Compañía del ferrocarril de Bilbao a Las Arenas y Algorta anunciaba en el
diario bilbaíno “El Nervión”: “…La Compañía del tranvía Bilbao
a Las Arenas y Algorta pone en conocimiento del público que hoy domingo,
repetición de la romería de Santa Ana dará un servicio de cuarto en cuarto de
hora entre Las Arenas y Algorta, independiente del servicio ordinario, desde
las tres de la tarde, en adelante, quedando suprimido servicio de la playa, por la tarde. Igualmente el
lunes, día de San Ignacio, con la diferencia de que en este día los coches,
durante este servicio no pasarán en Algorta de la plazuela de San Ignacio y de
que entre esta plazuela y la iglesia de San Nicolás habrá un servicio especial…” Al siguiente día al referirse
esta festividad decía: “…Santa Ana y lluvia son dos palabras que van íntimamente unidas. Desde hace
años no se concibe la repetición de las fiestas en Las Arenas dispuestas en
honor de su Santa patrona sin la correspondiente lluvia. Ayer sucedió lo
propio. Solo que a los romeros les importan un mito, los constipados y otras
zarandajas que trae consigo ese huésped molesto para abandonarse en brazos del
bullicio. La campa de la romería estuvo ayer animadísima. Hubo al principio un
poco de huelga entre los músicos porque querían cobrarles el billete, pero la
cosa se arregló a satisfacción de todos. Y los artistas estuvieron sopla que te
sopla, desde las primeras horas de la tarde hasta el anochecer. En esa tarea
fueron dignamente ayudados por los pianos de manubrio y los corros de ciegos.
Es incalculable el número de personas que ayer pasaron la ría en la plataforma
del puente de Las Arenas a Portugalete. Sin que sepamos las qua causas se
interrumpió el servicio las seis de la
tarde. Debido a las acertadas disposiciones del señor Gobernador Civil,
dignamente secundadas por la Compañía del ferrocarril de Las Arenas, no hubo
reventa de billetes…” El referido diario nos dejaba una curiosa
noticia referida al tránsito entre ambas orillas que nos da una idea de la
locura de gente que acudió: “…Fue ayer tarde tal la
aglomeración de gente en el nuevo puente entre Portugalete y Las Arenas, que
hubo un individuo que se vio obligado a andar como judío errante o alma en pena
de un lado a otro. Porque sucedía que cuando creía haber llegado a la orilla de
sus deseos, se agolpaban los pasajeros tan atropelladamente, que no le era
posible salir de la jaula, por lo que volvía a desandar lo andado. Después de
cuatro o más viajes; desembarcó cuando pudo, en la orilla misma en que se había
embarcado, y aún conserva el billete para una próxima vez…” En ella también hablaban sobre el tiempo en nuestra población: “…El aspecto que presentaba ayer el mar, imponía verdaderamente. La resaca
era grandísima y las enfurecidas olas al chocar con los rompientes de Las Arenas
y Portugalete, formaban enormes cascadas, algunas de las cuajes en forma de
baile ruso, envolvieron a la multitud de curiosos que desde ambos muelles
presenciaban el espectáculo…”
A su vez el diario “El
Noticiero Bilbaíno” relataba así aquel acontecimiento: “…A pesar de lo desapacible del tiempo, que estuvo lluvioso a ratos, la
concurrencia que ayer tarde acudió a la romería de Santa Ana, celebrada en Las
Arenas fue inmensa. Hubo momentos en los que los trenes y tranvías eran tomados
al asalto. El sitio donde se celebró la romería era un verdadero maremágnum. Y
eso que el tiempo no acompañó. El regreso se hizo con algo de barullo, pero sin
que se tuvieran que lamentar sucesos desagradables como el pasado año, sobre
todo debido a las medidas tomadas por las autoridades y la Compañía del
Ferrocarril de Las Arenas. No tenemos la cuanta exacta de las personas que
cruzaron la ría en el puente movible entre Las Arenas y Portugalete, pero
seguramente se acercarían a las doce mil. Parecía que en esa fecha todo el
mundo se había dado cita para inaugurar el Puente. El carro transbordador iba en algunos
instantes hasta los topes, parecía un inmenso racimo de seres vivos los que
allí pasaban. Algunas persona iban colgadas de los cables.…” Si extrapolamos los habitantes de Getxo entre 1887 y 1897, estimo que
nuestra Anteiglesia tendría en 1893 del orden de 4.450 habitante, lo que nos
indica que la cifra de los que cruzaron la ría en las fiestas de Santa Ana de
1893 fue enorme, casi doblaba a la población de todo Getxo.
En la próxima entrada de esta
serie veremos cómo nada más comenzar su andadura el Puente Palacio surgieron
las primeras reclamaciones por los precios.
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