En
la anterior entrada veíamos cómo las obras del nuevo puerto seguían
dando quebraderos de cabeza a nuestro munícipes. Así como las
órdenes del gobierno de la provincia sobre enterramientos y
cementerios debían de ser cumplimentadas.
Las
relaciones vecinales no siempre eran fáciles, los vertidos y
alcantarillados no eran cómo los actuales y muchas veces provocaban
enfrentamientos, ya que cada cual los vertía según su criterio y
muchos eran poco amigos de pagar las tasas municipales. Algo de eso
sucedió en marzo de 1885, en el edificio que albergaba las clases de
Francés y Comercio, cuando una vecina, cuyo nombre omitiré, decidió
realizar un agujero en la pared par verter las aguas fecales al
deposito del edificio contiguo, decían en las actas municipales de
un incipiente alcantarillado municipal: “...«Siendo
aquellas aguas perjudiciales y peligrosas para la salubridad pública
y especialmente para los que asusten a dichas clases. Y que si desea
dicha señora injertar sus vertidos en el caño maestro de la calle
San Nicolás deberá pagar previamente la cuota establecida de 734
reales de vellón»...”
Por
otro lado las actividades de la sociedad de Salvamento de Náufragos
en nuestra ría, llamaba la atención de los vecinos de ambas
márgenes. El día 3 de marzo de 1885, según relataba “El
Noticiero Bilbaíno”: “...«La
curiosidad que naturalmente despierta el anuncio de un espectáculo
desconocido, al deseo de ver funcionar aparatos adquiridos por la
caridad pública, y el afán que se nota en nuestra población y sus
cercanías por dar esplendor a las “Fiestas marítimas”,
reunieron anteayer un gentío inmenso en los muelles y sus cercanías
de Portugalete y Las Arenas»…”
Entre aquellas pruebas de aparatos de salvamento se incluían:
disparos con un cañón Ewans, lanzacabos con sistema Alemán
“Spandau”, lanzacabos Boxer y falconete que fueron colocados
sobre el remolcador Algorta. Las mismas consistieron en una
simulación de salvamento de dos embarcaciones naufragadas,
teóricamente en la Galea. Uno de aquellos marineros salvados era un
joven de Portugalete de nombre F. Ayarza. Las pruebas estuvieron
deslucidas por la lluvia y el frío, mal tiempo que en forma de casi
un huracán, la víspera había arrancado en Las Arenas cristales y
tejas, mientras que en la ría las olas saltaban hasta el camino de
sirga.
En
cuanto a las obras públicas, se estaban realizando el 26 de marzo de
aquel año el camino de carros desde el alto de San Martín a
Telletxe (Algorta), y el peatil desde este último punto hasta la
encrucijada de Jauregi (Andra Mari). El presupuesto para estas dos
obras alcanzaba las 2.000 pesetas.
Las
costumbres religiosas del Pueblo se seguían manteniendo, la
influencia de la iglesia en los ámbitos civiles era muy potente y
cómo ya estábamos llegando a la Semana Santa, el Ayuntamiento de
Getxo, preparaba los actos religiosos externos, probablemente por
indicación del cabildo de San Nicolás de Bari de Algorta:
“...«Invitando
al sargento jefe del puesto de Carabineros de Algorta, para que con
el mayor número de individuos a su mando tenga el obsequio de
concurrir a la procesión religiosa que se celebrará en la parroquia
de San Nicolás de Bari el próximo viernes día 3 de abril de 1885,
a las cuatro de la tarde»...”
Hasta
finales de abril no se tenían más noticias referidas a la vida
municipal, y estas eran relacionadas con el tranvía de Bilbao hasta
Las Arenas y Algorta. Algunos viajeros de este último barrio se
quejaban de que dicho medio de transporte, para dirigirse hasta
Algorta, hacía previamente transbordo en Las Arenas, lo cual
incomodaba a los viajeros de esta población, y reclamaban que:
“...«Los
coches del Tranvía que vienen de Bilbao, sigan sin transbordo en Las
Arenas hasta enfrente del Casino de Algorta, sin detenerse ninguno en
la llamada Carnicería (Junto a María Cristina)»...”
La
pobreza extrema seguía afectando a las familias más humildes del
Pueblo, y el Ayuntamiento establecía ayudas para ellas. El 30 de
abril de 1885 acordaban: “...Declarar
al vecino de Guecho “ pobre”, y en consecuencia suministrarle
gratis a dicho señor y su familia asistencia facultativa y
suministro de medicamentos, avisando para el efecto al médico y
farmacéutico titulares, para que también presten igual asistencia a
los pobres a quienes se conceda socorro domiciliario»...”
Cómo
cosa curiosa decir que el 12 de mayo de 1885, aparecía en el
“Noticiero Bilbaíno” un informe del autor del “Reconocimiento
Geológico de Vizcaya” D. Carlos Collette que decía que: “...«La
caliza arcillosa de Algorta, en la orilla del mar, al sur del puerto,
de color gris blanco, constaba del 80,5% de carbonato de cal y un
19,5% de arcilla, composición que correspondía a la cal hidráulica;
Mientras que otro yacimiento bajo el Castillo arruinado antes de
llegar a Algorta, era de color gris oscuro, y constaba de un 58,19%
de carbonato de cal y un 41,81% de arcilla»...”
En
la sesión del día 15 de mayo acordaba la Diputación de Bizkaia
pasar a informe de la comisión de Gobernación: “...«El
oficio en que el ingeniero jefe del distrito forestal da cuenta de la
comunicación que ha dirigido al Sr. Gobernador civil con motivo de
las quejas que ha recibido sobre venta de diversos montes de
aprovechamiento común; encargarse de la conservación del trozo de
carretera de las Arenas a Algorta, salvo en la parte de los caños ó
alcantarillas de servicios municipales...”
Justo
algunos días más tarde, el 28 de mayo de 1885, se daba lectura a un
oficio remitido por el Presidente de la Diputación Provincial, del
20 de mayo, en el cual se informaba del acuerdo tomado por aquella
corporación el día 15, disponiendo que a nuestro municipio le fuera
abonado el reintegro señorial, que cómo decía en mi entrada 44
(Los Ayuntamientos dependientes de la Diputación de Bizkaia obtenían
por su participación en la construcción de las principales vías de
comunicación una rebaja en los tipos concertados para el
sostenimiento de dichas carreteras por las cantidades que invertían
en esas obras), hasta el 31 de diciembre del pasado año; y que la
conservación de la carretera desde Mantequena (Algorta) hasta la
Plazuela del barrio de Las Arenas, que había sido construida a
expensas del municipio, corriera a cargo de la Diputación, salvo el
coste de los caños y alcantarillado que sería por cuenta del
municipio.
En
esos días se hablaba del presupuesto de gastos e ingresos señalado
para nuestro consistorio por la Diputación Provincial, que ascendía
a 6.305 pesetas.
La
caza de los depredadores nocturnos, que asolaban las aldeas,
surtiéndose de aves y otros pequeños animales de corral (conejos),
incluso en ocasiones de frutas y miel, era recompensada por nuestro
Ayuntamiento. Uno de esos afortunados cazadores fue en el mes de
mayo, D. Manuel Ignacio de Ugarte quien recibió 5 pesetas, al haber
matado una garduña y su cría.
Ante
la cercanía de la época festiva, algunos feriantes solicitaban al
Ayuntamiento permiso para colocar tiovivos en los espacios festivos.
Uno de ellos fue D. Francisco Carrillo, a quien el Ayuntamiento
autorizaba: “...«Para
poner un tiovivo en el barrio de Las Arenas durante la próxima
temporada de verano»...”
En
la próxima entrada veremos cómo la prensa bilbaína, y sobre todo
algunos articulistas, ensalzaban la evolución de nuestros barrios.
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