En
la anterior entrada veíamos cómo varios
vecinos de Las Arenas se dirigían al Ayuntamiento solicitando
permiso para construir un camino arbolado desde las casas de D.
Álvaro García y de la Sra. viuda de Anduiza hasta enlazar con la
calle que se dirigía a la Capilla de Santa Ana. En esta veremos la
importancia que se daba a los fondos municipales, y las necesidades
de información administrativa y legal parece que anidaban en nuestro
munícipes. Y cómo trataba la prensa en agosto de 1882 al barrio de
Las Arenas, del que decía que hacía
veinte años, tan solo había en él no más que dos ó tres
edificios y aquella llanura era toda arenales y dunas sin ninguna
vegetación. Y en ese año estaba cubierta de bosques y Jardines
frondosos, entre los que se alzan multitud de lindos y suntuosos
edificios.
A
mediados de noviembre de 1882 se nombraba como depositario de los
fondos municipales a D. Juan Manuel de Ugarte, vecino y propietario
con casa en la calle Carretera de Algorta (Actual Algortako
Etorbidea), y lo hacía siendo responsable subsidiario con:
“...«todos
sus bienes habidos y por haber para el cargo de depositario»...”
A
final de noviembre de 1882 las necesidades de información
administrativa y legal parece que anidaban en nuestro munícipes,
puesto que tomaron la decisión de realizar la compra de varios
libros, entre ellos estaban: El “Diccionario General de
Formularios”, “Derecho Administrativo Provincial y Municipal”,
“Manual de Procedimiento Administrativo de Apremio”, la entonces
novísima ley de “Aguas Puertos y Canales “, el Manual de
Legislación de Montes y Policía Rural”, la “Constitución del
Estado” del 30 de junio de 1876, el “Manual de Caza y uso de
Armas” y el “Diccionario de la Academia”.
Así
mismo el primer teniente de Alcalde proponía al pleno que se tomara
en consideración el arreglo del camino al Campo Santo de Algorta, y
que fuera el sacristán de San Nikolas, quien se hiciera cargo de las
llaves de la puerta de hierro que daba acceso a dicho recinto.
La
sidra era otro de los temas a tratar por el consistorio. A finales de
noviembre el vecino de Las Arenas D. José María de Aramberria,
enviaba una solicitud al Ayuntamiento para que se les aliviaran los
impuestos que sobre esta bebida se venían aplicando. El Consistorio
accedió a sus demandas y se rebajó un quince por ciento por vía de
merma a las barricas que dicho vecino tenía en su bodega de Las
Arenas, y que la destinada a la exportación pagara, por cada vez, un
cuarto de pipa como impuesto.
Y
a pesar de que como decía la prensa en agosto de 1882: “...«Hace
veinte años aun no había en las Arenas más que dos ó tres
edificios, y aquella llanura era toda arenales y dunas sin ninguna
vegetación. Hoy la cubren bosques y Jardines frondosos, entre los
que se alzan multitud de lindos y suntuosos edificios»...”
Entre algunos de sus habitantes, sobre todo los más hacendados,
estos encabezados por D. Ezequiel Aguirre, a todas luces promotor de
la gran urbanización que se iba a desarrollar en esos arenales,
surgía una demanda, que ya había tomado cuerpo en julio de ese año,
y que en diciembre de 1882 volvía a ser tratada por nuestros ediles:
“...«Numerosos
vecinos y propietarios del barrio de Las Arenas, teniendo presente
que ninguna mejora se ha podido realizar en aquel barrio, debido a la
escasez de recursos en obras de mejora de la plaza y calles, las
cuales darían impulso para que la edificación se desarrollase con
mayor escala en el barrio naciente»...”
Solicitaban al consistorio que se abordase la mejora de calles y
plaza de dicho barrio. El Ayuntamiento acordaba dirigirse a la
Delegación Provincial de Hacienda, a fin de que con los recursos de
la venta de propiedades comunales se atacaran aquellas demandas.
A
mediados de diciembre de 1882 terminaban los exámenes en uno de los
centros de enseñanza de Algorta, “La Purísima Concepción”. Las
actas municipales y la prensa recogían la noticia: “...«Han
terminado los exámenes en el colegio de la Purísima Concepción,
dirigido por la señorita Dña. Carmen Gómez. Los mismos se
realizaron bajo la atenta mirada de D. José de Ansoleaga, teniente
alcalde y D. Martín Retana cura párroco. La gran influencia de la
iglesia se hizo sentir en los mismos, ya que el primer temario
consistió en Historia Sagrada, catecismo y moral cristiana, que
presentó la directora del centro, comprendiendo ser estas materias
las ramas más importantes de la educación cristiana. El señor cura
párroco empleó dos horas en preguntas sobre el tema, las niñas
jóvenes educadas, hablan con viveza al sentimiento, preparan y
conducen el corazón a seguir con decisión y entusiasmo los
derroteros y caminos de la virtud. En Historia y Aritmética
llenaron su cometido»…”
Finalizaban alabando a la directora por: “...«el
celo y firme carácter derramado en el corazón de las jóvenes el
suave aroma de las virtudes»...”
En definitiva, todo un compendio de la moral y conocimientos de la
época.
Y
como las cosas de la próstata no eran asuntos menores en esos días,
el Ayuntamiento, preocupado por las evacuaciones de sus vecinos,
encargaba al Arquitecto bilbaíno D. Martín Guridi que: “...«Sin
pérdida de tiempo hiciera todo lo posible para colocar un meadero
decente en la plaza de Las Arenas»...”
Llegábamos
al fin de año, y ya próxima la navidad, nuestros ediles decidían
celebrar la natividad acudiendo al banco de la presidencia de la
iglesia de San Nikolas de Bari de Algorta.
Hasta
en esas fechas las obras avanzaban a buen ritmo, esta vez era la
fuente del punto de Santa María denominado “Chacharro”, la
llamada a servir a los vecinos del barrio para el abastecimiento de
agua. El 28 diciembre de 1882 se plantaban tamarindos en el monte y
barranco de Ereaga.
En
la próxima entrada veremos los enfrentamientos entre los poderosos
hacendados y el Ayuntamiento al tratar estos de pasar por encima del
Consistorio, acudiendo a los favores del Gobernador. Y cómo en marzo
de 1883 se anunciaba con carteles colocados por el pueblo la feria de
ganados en la campa de Alango.
No hay comentarios:
Publicar un comentario