En
la anterior entrada veíamos cómo la preocupación por el
aprendizaje de algunos idiomas llegaba a ciertos sectores de la
población. Y cómo ante la inminencia de la llegada del próximo
verano, los propietarios de las casetas de baño, y el propio
municipio, comenzaban a estudiar la colocación de pequeños
cobertizos móviles, para que los recatados bañistas pudieran
cambiarse. En esta entrada observaremos cómo estando ya encima las
fiestas locales se trataba de darles gran vistosidad, con festejos
populares, quema de vistosos fuegos artificiales y toros embolados.
Otro de los atractivos de las mismas iban a ser las
regatas Internacionales del Club Náutico de Bilbao, que se
celebraron en ambas márgenes de la ría.
A
mediados de julio, por primera vez, se pensaba en: “...«la
urgente necesidad de establecer un meadero en la Plazuela de Las
Arenas (actual
Bizkaiko Zubia Enparantza)»...”
Y
ya estaban encima las fiestas locales, por lo que se decidía
dotarlas de gran vistosidad. Para ello se acordaba que: “...«se
celebren los festejos con el mayor lucimiento posible, se quemen
vistosos fuegos artificiales a las diez de la noche de los días 31
del corriente, y 11 y 13 del próximo, quemando los primeros en la
plaza se San Ignacio y los demás en el Puerto; así como se correrán
dos toros en Las Arenas los días 26 y 30 del actual, otros dos el
día 31 del corriente y el 6 de agosto con motivo de la celebración
de San Ignacio, dos más el 1 y 3 días de San Nicolás, en el Puerto
y uno más el día 16 de agosto en el barrio de Santa María; se
celebrá regata y cucañas el día 12 de agosto. En la plaza de Las
Arenas tocará la música el día 30 de julio por la noche, sin
perjuicio de que los haga también por la tarde como en años
anteriores»...”
Los toros que se corrieron aquel año eran del vecino de Orozko D.
Ignacio Ibarrondo.
Aquellas
fiestas iban a contar con otro atractivo: las regatas
Internacionales del Club Náutico de Bilbao, que animaron a ambas
márgenes de la ría, ya que en esos días también se celebraban las
fiestas de Portugalete. Éstas, como decía la prensa del 18 de
agosto: “...«como
de costumbre en semejantes días, contando con el sonoro ruido de las
campanas volteadas, y el estampido del cañón»...”
Las cucañas y juegos de patos en la ría animaron a los vecinos de
ambas poblaciones hermanas. Mientras la anunciada regata calentaba
motores con el ambiente que iban creando los chicos del Club Náutico:
“...«Gran
animación se notaba desde las primeras horas de la mañana entre los
propietarios y patrones de las balandras de recreo, o sea entre los
yachtmen como ahora les llaman, y los individuos del C.N. de Bilbao
que andaban de uno a otro lado luciendo la característica boina roja
del país con la estrella blanca del Club»...”
A pesar del cariz aturbonado a indeciso del tiempo, hacia las nueve
de la mañana dio comienzo la regata ante un inmenso gentío que
ocupaba los mutiles de ambas orillas del Abra. Respecto de los
premios ofrecidos por el municipio el Ayuntamiento acordó: “...Se
adjudique a la lancha de codaste que primero dé la vuelta a la boya
el premio de 400 reales, a la segunda 200 reales y al primer bote 100
reales»...” Sin embargo, por una cuestión de cortesía, el
consistorio protestó respecto de su presencia en el campo de
regatas, ya que los billetes para presenciarla desde una posición de
dignidad, llegaron después de realizada la misma. Pero el transcurso
de la regata y sus incidencias, quizá sea motivo de otra entrada.
Para
el 16 de julio de 1882, las obras del tranvía hasta el casino ya
habían concluido, por lo que se instó al Director de la empresa del
Tranvía para que fijara la fecha de inauguración.
A
finales de julio tomaba cuerpo la escuela de idiomas de Getxo, el 27
de julio se procedía a nombrar el tribunal que iba a seleccionar a
los profesores de Inglés y Francés. El mismo estaba compuesto por
el mayordomo de la Cofradía de Mareantes D. José Antonio de
Uriarte, y el también cofrade D. Martín de Berreteaga; también
formaron parte de la misma D. José Ramón de Aqueche, D. Antonio
Arrarte; todos los miembros del tribunal formaban parte de la Junta
de Primera Enseñanza de Getxo. Para dar forma a la escuela de
idiomas se firmó una escritura, que estaba de acuerdo con lo
establecido anteriormente, en otra otorgada a la Cofradía: “...«En
vista de la escritura otorgada entre el Ayuntamiento y la Cofradía
de Mareantes de este pueblo, y de conformidad a lo que ella determina
para el caso de que desapareciera la Escuela de Náutica, como así
ha sucedido»...”
Al
finalizar agosto de 1882, la Compañía del tranvía sentía la
necesidad de atraer a gente de otros municipios a Las Arenas, sobre
todo de Bilbao, ya que se estaban acabando las fiestas veraniegas, y
el barrio empezaba a perder sus visitantes. A fin de cuentas su
negocio era el transporte de los visitantes. Para ello se ideó la
celebración de una “Fiesta Veneciana” en la Plazuela de dicho
barrio (actual Bizkaiko Zubia Enparantza). Se argumentaba que:
“...«La
Compañía del Tranvía ha decidido celebrar una fiesta Veneciana el
2 de septiembre, de siete a once de la noche, con el fin de retener a
la gente forastera y atraer a dicha concurrencia; considerando que la
fiesta ha de beneficiar a los fondos municipales, porque con la
concurrencia y estancia de dichas gentes se consumirán más
artículos sujetos al pago de derechos municipales»...”
El consistorio colaboro en aquella fiesta con 500 pesetas.
La
seguridad de los fondos y documentación municipal era algo que
preocupaba a nuestros ediles. Uno de los artículos de la Ley
Municipal, el 159, era el que establecía la obligatoriedad de que:
“...«Todos
los fondos del Municipio se guarden en una caja de hierro con tres
llaves»...”
Por ello a mediados de septiembre de 1882 se autorizaba a D.
Robustiano Larrondo para gestionar en Bilbao la posible adquisición
de una de ellas para: “...«custodiar
en ella los fondos municipales»...”
En
la próxima entrada veremos cómo varios vecinos de Las Arenas se
dirigieron al Ayuntamiento solicitando permiso para construir un
camino arbolado desde las casas de D. Álvaro García y de la Sra.
viuda de Anduiza, hasta enlazar con la calle que se dirige a la
Capilla de Santa Ana.
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