En
la anterior entrada veíamos cómo en
octubre de 1881, un grupo importante de vecinos se unía en torno a
la reivindicación de que se construyera el camino que enlazaba San
Martín con la carretera provincial que iba hasta Urduliz y cómo en
octubre de 1881, el Ayuntamiento recepcionaba las obras de la nueva
Casa Consistorial de san Nicolás.
En
diciembre de 1881 se exigía a los médicos y farmacéuticos que se
hacían cargo de la atención de las familias pobres, un listado de
las familias que necesitaban de su atención, y a quienes, se
suministraban los medicamentos gratuitos por su condición de
pobreza. Al parecer ya desde octubre de 1873, el reglamento
provincial de atención sanitaria a familias pobres, establecía que
hubiera un medico cirujano para la atención de estas familias en
poblaciones de menos de 4.000 vecinos, así mismo por cada grupo de
300 familias pobres era suficiente con que hubiera una oficina de
farmacia para dicha atención, la cual tenía asignados 1.000 reales
anuales para dicho fin. Las listas fueron elaboradas por los
facultativos D. Manuel Hormaeche y D. Antonio Barrera, así como por
el farmacéutico D. Miguel Garcia Salazar, aunque los suministros de
medicinas para los más necesitados los realizaban de forma semestral
entre el primero y otro farmacéutico de Algorta, D. Cándido
Zugazagoitia. A su vez los pobres del Puerto eran atendidos por la
Cofradía de Mareantes, quien pagaba la asistencia facultativa y las
medicinas. La lista de estos desamparados también fue solicitada al
Mayordomo de la Cofradía.
Comenzaba
el año 1882
con una “sana discusión” sobre si debiera repartirse el
suministro entre los dos farmacéuticos o si debiera ser uno solo
quien suministrara las ayudas a las familias pobres. D. Asensio
Inchaurtieta había planteado que el suministro lo realizara el
farmacéutico Sr. Garcia Salazar, mientras que el primer teniente de
Alcalde D. José Ramón de Ansoleaga planteaba que fueran los dos
farmacéuticos quienes lo hicieran. Al parecer eran celos
comerciales, adornados de quien fue el primero en instalar la
farmacia, los que mediaban en la discusión. El Sr. Ansolega apoyaba
sus argumentos en que no existían derechos adquiridos, y era un
derecho del consistorio el revocar los acuerdos con los
farmacéuticos, además de que: “...«En
la vecina Portugalete dos son las farmacias que suministran
medicamentos a los enfermos pobres, y la población de Vergara se
halla en idéntico caso»...”
Tras un largo debate el Ayuntamiento decidió aprobar su acuerdo
anterior, por lo que fueron los dos farmacéuticos quienes
suministraron los medicamentos.
A
mediados de enero de 1882 algunas obras del municipio iban
concluyendo: El Puente de Larrañazubi, que había realizado el
finado D. Domingo de Aurrecoechea; la colocación de faroles en la
calle de la Carretera (actual Algortako Etorbidea). Mientras que
otras generaban polémica, era el caso de la carretera de Urduliz al
Ángel de Getxo; varios vecinos de la Anteiglesia escribían a la
Diputación Provincial solicitando: “...«Se
digne acordar que desde el Ángel continúe la carretera por el
camino actual de carros, a empalmar en San Martín»...”
El Ayuntamiento se retrotraía un informe que había elaborado en
1881, dando el asunto por zanjado.
No
todos los barrios disponían de alhóndiga municipal, por lo que
algunos fondistas solicitaban poder descargar, pesar y almacenar los
vinos que introducían en el Pueblo en sus propios almacenes, era el
caso del vecino de Las Arenas D. Miguel París. Romo, en esa época,
también pertenecía a ese barrio. La condición establecida por el
consistorio fue que: “...«Careciendo
el municipio en dicho barrio de deposito y pesas, deberá facilitar
gratis su bascula para pesar cuantos vinos se introduzcan en el
barrio»…"
En
esas mismas fechas se plantaban tamarises en la playa de Ereaga, y en
otras zonas de litoral del municipio. El empedrado del camino de Las
Arenas lo realizaba D. Francisco Mezo, con cantos procedente del la
playa de Arrigunaga.
A
primeros de febrero de 1882 se terminaba de confeccionar el padrón
de ese año. Los responsables de confeccionarlo fueron los vecinos de
Getxo D. Manuel Ugarte y D. Emilio Saliquet.
El
9 de febrero de 1882 quedaban nombrados, por el cabildo de Getxo,
como mayordomos de la Iglesia de Santa Maria, para el año 1882 D.
Juan Bautista de Sarria y para el año 1883 D. Juan Bautista de Ayo.
Algunos
vecinos solicitaban al Ayuntamiento la utilización de terrenos
comunales para la labranza. En la zona de Alango, uno de dichos
solicitantes fue D. Francisco de Guerediaga, a quien se le
concedieron siete peonadas, en el punto de Iturribarri, cerca del
matadero.
En
esa misma fecha el Ayuntamiento recibía un oficio del Alcalde de
Gernika anunciando que con fecha del 8 de enero se había producido
la unión de Luno a dicha Villa.
A
mediados de febrero de 1882 el tranvía avanzaba hacía el centro de
Algorta. El maestro de obras (Arquitecto municipal) D. Ciriaco de
Menchaca acordaba con el director de la Compañía del Tranvía de
Bilbao a Algorta los trabajos de rasantes necesarios para que dicho
transporte llegara desde la plazuela de la Carnicería, junto a la
esquina de la casa de D. Cipriano Urquiola, hasta el Casino de
Algorta. Las aceras fueron realizadas con piedra procedente de Santo
Domingo y Enecuri.
El
9 de febrero se inscribía en el registro de la propiedad la casa
llamada “Alango Mayor”, situada en Algorta, en la campa del mismo
nombre. El Alcalde de Getxo disponía la colocación de mojones para
delimitar dicha plaza, ya que era de propiedad municipal: “...«Una
vez que sean colocados los mojones, se proceda a igualar dicha campa
a fin de establecer en ella la feria de ganado»...”
En
febrero de 1882 volvía a la palestra las buenas costumbres y la
decencia de nuestros jóvenes en los días festivos, sobre todo en
los de la Semana Santa. A instancias del Alcalde D. Manuel Zalduondo,
la corporación abordaba el vidrioso tema: “...«Aunque
hasta ahora no ha sido costumbre, lo útil e imprescindible es, que
el día que en la plaza pública haya jóvenes de ambos sexos, ahora
que llegan los días festivos de la Cuaresma entrante, puedan
divertirse en ella con la decencia que requieren la santidad de esos
días. Así por ese medio poder evitar toda indecencia y escándalo,
que por experiencia se ha visto en años anteriores, marchando dichos
jóvenes a puntos que no puedan ser vigilados como en la plaza»...”
Por lo presentado por el Alcalde, y tomando en consideración todo lo
relacionado, acordaba el Ayuntamiento: “...«Que
durante los días festivos de la cuaresma, y después de terminar los
divinos oficios de la iglesia, toque el tamborilero en la plaza
pública, para que en ella se diviertan los jóvenes honestamente,
teniendo la correspondiente vigilancia para que así se efectúe»...”
Dicho acuerdo tuvo su replica en el diario bilbaíno “Beti-Bat”
(Diario
católico fundado en Bilbao en 1880),
un 8 de febrero de 1882. Al parecer, la corporación municipal se vio
agraviada por los comentarios que en él se hacían por: “...«Haber
mandado tocar el tamboril en la plaza pública, los días de fiesta
de cuaresma, con el fin de evitar que se promuevan escándalos en
rincones ocultos»...”
Lo que llevó a insertar un artículo de rectificación defendiendo
la propuesta municipal, incluso el primer teniente de Alcalde propuso
suprimir el pasacalle y toque de tamboril después de la misa,
durante la cuaresma, incluso: “…«El
balsear según acostumbran aquí los que asisten al toque del
tamboril»...”
Y
como los tiempos eran de división de sexos, como decían en las
actas “por su clase”, a las niñas pobres de la escuela de la
“Fundación Cortina” (San Martín) de Algorta, se les asignaba
uno de los roles de la época destinados a las mujeres: “...«Que
en la escuela de la Fundación de niñas pobres de esta localidad, se
compre el periódico titulado “La Azucena”, para que las niñas
de la misma aprendan a hacer los bordados correspondientes a su
clase, se autoriza a la maestra directora para que pueda suscribirse
al citado periódico»...”
En
la próxima entrada veremos cómo comenzaba marzo de 1882 con una
curiosa guerra de faroles y cómo las
obras del tranvía volvían a las páginas de plenos.
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