En
la anterior entrada veíamos como la guerra afectaba a la maltrecha
economía de nuestros vecinos. En esta seguiremos el transcurso de la
misma en nuestros barrios y cómo las Juntas vecinales trasladaron
su sede a Algorta.
El
día 10 de mayo de 1874, acordaban que las juntas que se venían
celebrando en las Escuelas de Sarri, pasaran a celebrarse en los
locales de la plaza de San Nicolás. Ante esa demanda el regidor D.
Ramón de Azcorra abandonó la reunión. Algunos asistentes
presentaron una protesta por el cambio de salón de plenos.
Ante
lo agobiante de la situación provocada por la guerra y las sucesivas
demandas de los bandos contendientes, en la junta celebrada el
primero de junio acordaban en lo referido al cobro de los impuestos:
“...Que
se proceda inmediatamente al cobro todas las contribuciones…,
pasando
aviso a domicilio a los deudores para que en el plazo de tres días
pasen a pagar…,
autorizando
a esta comisión a pasar en unión de la autoridad local para
proceder contra los morosos…,
pidiendo
la autorización del señor juez municipal para la entrada en el
domicilio de los mismos…”
También crearon una lista de vecinos con obligación de acudir al
servicio de trincheras.
El
12 de junio de 1874 una nueva demanda de dinero venía, esta vez
desde el lado Carlista. Lo hacía el Comisario de Guerra desde
Zamora, quien exigía la entrega de 6.400 reales como adelanto para
el pienso para la caballería del cuartel general de Deusto. La
entrega debía realizarse a D. Pedro Yarritu. Terminaba el escrito
con la frase: “...a
fin de que no sea atropellado este pueblo...”
Pidieron a la Diputación que se repartiera la cantidad entre los
pueblos del distrito.
En
esas fechas la Escuela Pública de Algorta veía la petición del
maestro de primera enseñanza, solicitando el cesar en su cargo. Se
presentaba por los vecinos de Santa María la propuesta de que fuera
D. Carlos Salazar, de aquella feligresía, quien ocupara el cargo con
la dotación de 4.400 reales al año y 500 reales por casa
habitación.
El
30 de junio en relación a la demanda del Comisario de Guerra de
Zamora, la comisión que se había nombrado para tratar sobre el pago
exigido fue: “...que
la tarde del día 31 de mayo fueron conducidos al retén Carlista,
bajo amenaza, por el Sr. Yarritu, con fuerza armada, donde les
exigieron el pago del al cantidad antes mencionada...”
Las demandas seguían y tuvieron que llevar al Almacén de Munguia
los listados de entregas realizadas en los últimos tiempos.
El
22 de junio el gobernador de la provincia, en nombre del Brigadier de
los Ejércitos Nacionales D. Manuel Sarasola, nombra de forma
provisional a los ediles del municipio. Recayó aquel nombramiento el
los Alcaldes 1ª, 2ª y 3ª D. Martin Berreteaga, D.Pedro de Urquijo
y D. Miguel Garcia Salazar; y como secretario a D. Jose María
Sarria.
Las
fuerzas del gobierno estaban ya acantonada en Santa María: “...y
tenían un parapeto en el punto denominado San Martín...”
Lo que dificultaba el traslado del maestro Sr. Salazar desde dicho
barrio a Algorta con sus enseres, por lo que de forma provisional
continuó ejerciendo de maestro en ambos barrios. El señor
presidente, en aquel acta, informaba: “...de
los grandes dispendios que tenía el pueblo con motivo del
acantonamiento de las fuerzas Liberales en él...”
Se dividió al vecindario en ocho clases, señalando a cada una la
cuota que le correspondía pagar. Las fuerzas acantonadas demandaban
gran cantidad de alimentos y forraje, por lo que establecieron una
tarifa: “...para
que las reses que se trajeran a este Pueblo a matar pagaran un
impuesto...”
Desde que se establecieron las fuerzas armadas en nuestro municipio,
para compensar las continuas demandas de suministros, estaba
establecido que: “...a
toda persona que adelante bueyes y otros efectos se le abone un seis
por ciento de intereses...”
Por lo que el ayuntamiento acordó: “...Que
en todo tiempo sean validos los vales y documentos que se hayan
expedido o expidan con el referido seis por ciento...”
De los carreteros que en mayo habían tenido que acudir a Bilbao para
trabajar en la fortificaciones, doce de ellos en el mes de diciembre
continuaban realizando trabajos, con lo que esto suponía de gastos,
que aún no habían sido abonados.
Las
libaciones de aquellas tropas debían ser considerables, ya que el
día 28 de agosto de 1874, la vecina de Getxo Dña. Manuela de
Cortina solicitaba que: “...se
le abonen 2.360 reales procedentes de varias pipas y barricas que dio
a las tropas atrincheradas en esta localidad...”
Tal era la precariedad en la que se encontraba Getxo por las
continuas demandas que acordaron: “...se
gestione por todos los medios que se le exima en adelante de
suministrar raciones a las guarniciones establecidas en él…,
y
que los carreteros de Bilbao sean relevados...”
El
3 de septiembre de 1874 renunciaba a su cargo el organista de San
Nicolás de Bari de Algorta D. Blas de Madariaga.
Y
a pesar de las continuas advertencias de la precariedad por la que
estaba pasando el municipio, quien ejercía las funciones de Alcalde
D. Pedro de Urquijo, fue llamado por el teniente coronel jefe de la
guarnición de Algorta: “...exigiendo
se pongan a su disposición raciones para tres días para la
tropa...”
El Ayuntamiento le informaba que: “...Constando
este pueblo de dos barrios Santa María y San Nicolás de Algorta,
teniendo el primero ciento setenta vecinos y el segundo de
trescientos y pico, la mayoría de los del primero no atienden al
pago de las contribuciones, encontrándose el barrio de Algorta, por
más esfuerzos que haga, en la imposibilidad de atender al suministro
de dichas raciones...”
Y en vista de esta situación acordaba el Ayuntamiento establecer
derechos de tarifas para los siguientes géneros introducidos o
exportados: “...Para
las harinas de trigo y maíz que se introduzca 3 reales; el pan un
cuarto de libra; la alubia que exporte el Pueblo dos reales en
fanega; el salvado que se introduzca medio real; la patata que se
introduzca, vaya en transito o exporte un real el quintal; los
garbanzos, arroz y fideos que se introdujeran un real en fanega; a la
castaña y nuez que se introdujera dos reales en fanega; al café en
grano o molido medio real la libra; al cacao un cuartillo de real en
libra; para el azúcar sin refinar cuatro medios de libra y para la
refinada ocho medios de libra. Para el chocolate fuera importado o
exportado un cuartillo de real en libra. A todas las conservas en
lata medio real en lata. El jabón bien introducido o en tránsito
era gravado con dos reales. Los cabritos o corderos introducidos o en
tránsito un real y medio por cabeza. La sardina prensada (gallega)
diez reales en millar, a la fresca que se exportara dos reales en
millar. Para todas la aves de corral que se introdujeran, en
transito o exportaren cuatro cuarto de real por cabeza. A cada
docena de huevos exportada o en transito cuatro cuartos de real. Al
bacalao, aceite y petróleo medio cuarto o dos en libra. Las velas de
sebo o espelma (*) dos medios en libra...”
Para poder hacer frente a la entrega inmediata de raciones acordaron
matar un buey del barrio de Algorta y que en adelante se acudiera
para el efecto al barrio de Santa María. Para poder hacer efectivo
el cobro de aquellos nuevos impuestos, decidieron trasladar al barrio
de Las Arenas al regidor D. José María de Larrazabal y al caminero
D. Juan Antonio de Miragaray. (*) El
“espelma” que escribían en las actas, era en realidad “esperma”:
una cera o aceite blanquecino, que se conocía también como “blanco
de ballena”; estaba presente en las cavidades del cráneo de los
cachalotes.
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