En la entrada anterior veíamos cómo las solicitudes para la instalación de las casetas de
baños se multiplicaban en nuestra Anteiglesia.
El día 22 de junio de 1893 el Director de la Compañía del
Tranvía de Bilbao a Algorta solicitaba:
“…Permiso para ejecutar algunas obras de mejora al fin de
la línea contigua a esta Casa Consistorial…”
También en esos días la falta de agua se hacía sentir en
el municipio por lo que se acordaba: “…Que no
habiendo agua suficiente para abastecer a la población, debido a la sequía, por
lo que el caudal de los manantiales ha disminuido, y teniendo en cuenta que de
continuar como hasta aquí faltará debido al rigor del verano para el consumo
del vecindario. Acordamos que: A las fábricas de los Sts. Uria y Larrondo se
les suministre solamente la mitad de la que hasta la fecha se les venía
surtiendo, y se adopten medidas para para el abastecimiento público a ciertas
horas del día…”
Como de novedad en el reparto del servicio de correos, el
día 23 de junio de 1893, se decía en “El Noticiero Bilbaíno”: “…Ya son dos los carteros de esta Villa que hacen uso de la
bicicleta para el reparto de la correspondencia…”
Y para la enseñanza durante el verano en Algorta se
anunciaban: “…Colonias
Escolares de Verano. En el Colegio San Bernardo, en el vecino puerto de
Algorta, a tres leguas de Bilbao, hay servicios de tren y tranvía cada hora. Se
admiten alumnos internos que deseen estudiar 1ª y 2ª enseñanza, y al mismo
tiempo disfrutar de los baños de mar…”
El día 25 de junio de 1893 se anunciaba en “El Noticiero
Bilbaíno” la apertura de la temporada de verano del Casino de Las Arenas: “…Este bonito y elegante centro de recreo, situado en el
mejor punto, queda abierto al servicio público desde el día 15 de Junio hasta
el 15 de octubre. Las condiciones de admisión son las siguientes: Abonos para
caballeros, temporada 25 pesetas, un mes 15 pesetas. Para las señoras 10 y 5
pesetas…” Había otras condiciones más baratas para quienes no pudieran soportar
aquellos precios, y poder acceder a sus
servicios: “…Entrada por un día en días de labor: caballeros y señoras 1
peseta. En días de carreras y fiestas: caballeros 5 pesetas y señoras 2 pesetas…”
Parece que en Algorta había costumbre de que la Banda de Música Municipal
realizara serenatas por algunas casas, a petición de los interesados,
seguramente para cortejar o celebrar algún evento. De ello nos da una pequeña
pista lo recogido en el Libro de Actas del 28 de junio de 1893: “…En una instancia del director de la Banda de Música de esta localidad,
solicita tres puntos: Poder continuar prestando sus servicios para este
Ayuntamiento, dar serenatas cuando estas sean solicitadas por alguna casa o
persona del municipio, y aumentar sus emolumentos…” El Ayuntamiento de Getxo respondía a aquella solicitud diciendo que: “…Acepta que la banda siga prestando sus servicios en el próximo año
económico 1893-1894 bajo las mismas condiciones que el año actual. Concedemos
preferencia a la misma para asistir o tocar serenatas, antes que ninguna otra
orquesta, siempre que fuera solicitada por casa o persona de la localidad,
quedando autorizada desde ahora para tocar serenatas durante el próximo año,
Manifestar a dicha banda que no es posible realizar ningún aumento de sus
retribuciones, pero sí contratar para la misma a los individuos que cita se le
podrá dar alguna pequeña gratificación, siempre que encajen dentro del
presupuesto previsto para festejos…”
Ya estaban cerca las fiestas de Santa Ana, en Las Arenas, romería a la que
asistía gran concurrencia de romeros de los municipios colindantes y también de
Bilbao, motivo por el cual algunos industriales se apresuraban a solicitar la
colocación de puestos en la campa de la ermita: “…Se da cuenta de una
instancia de “Machain y Compañía”,
vecinos de Bilbao, solicitando permiso para establecer un despacho de
refrescos, para la venta durante las próximas fiestas de Santa Ana, ocupando el
mismo sitio y espacio que años anteriores…”
Un dato, de los pagos realizados, consignado en aquellas actas, venía a
explicar qué combustible era utilizado para encender las linternas de los
serenos, en este caso se trataba de los de Las Arenas: “…Se abonan a Dña. Florencia Elosua 26,60 pesetas por el aceite suministrado
durante el año económico actual a los serenos de Las Arenas para el encendido
de sus linternas. Mientras que a los serenos de Algorta se abonaban 25,90
pesetas por el aceite utilizado durante aquel año…” Los faroles, construidos con la llamada “hoja de lata”, eran bastante
ligeros y disponían de un asa superior, eran alimentados con aceite.
Otra figura de los servidores públicos era el “atabalero”, quien no solo
tenía como misión acompañar al tamborilero y tocar en los actos públicos, si no
también lanzar los pregones que el consistorio le ordenaba, así lo acreditaban
las actas municipales del día 28 de junio de 1893: “…Tomando en consideración las ocupaciones que se vienen dando con bastante
frecuencia al atabalero del municipio D. Antonio Lazarobaster, en la
publicación de pregones en el vecindario, sin que para ello tenga señalado
ningún sueldo; acuerda este Ayuntamiento: Que desde el próximo día 1 de julio
se paguen a dicho señor 50 pesetas más al año…” Se conoce algunas de sus funciones gracias al diario “El Nervión” del 29
de junio de 1893, que contaba que dicho pregonero: “…Informará en Las Arenas de la venta de una lonja propia para café o
restaurant…”
Los ataques de los perros hidrófobos se sucedían cada cierto tiempo, y como
ya cité anteriormente, quienes eran atacados por esos canes eran conducidos a
Barcelona para ser tratados: “…Habiéndose tenido que
trasladar Dña. Vicenta Elosua en compañía de su marido D. Victor Aresti a
Barcelona para ser sometida al tratamiento antirrábico del doctor Jaume Ferrán,
por haber sido mordida por un perro hidrófobo; acuerda este Ayuntamiento se
abonen para los gastos que en el viaje se verifiquen 125 pesetas o mitad, si no
llegaran a gastarse esta suma…” Jaume Ferrán nació en
Corbera de Ebro el 2 de febrero de 1852. Fue hijo de un médico rural que
ejercía en aquella población, que se licenció en medicina en 1873. El
investigador Jaume Ferrán y Clúa dedicó su vida a estudiar la peste bubónica,
el cólera, la rabia y la tuberculosis.
El día 2 de julio de 1893 se anunciaban en el diario “El Noticiero
Bilbaíno” los servicios de casetas de baños en la playa de Arrigunaga: “…Se avisa a los bañistas que desde el día 1 de julio están a disposición de
los bañistas las casetas de baños de la playa de Arrigunaga…” También abría sus puertas para los bañistas “La Fonda San Ignacio”, en
Algorta, establecimiento hotelero regentado por Dña. Josefa Uribe, cuyas camas
costaban 10 pesetas diarias. Ese mismo domingo, reabría sus puertas el
establecimiento de “Baños de Mar Bilbaínos”, regentado por D. Andrés Larrazabal
en Las Arenas.
El 6 de julio de 1893, bajo la presidencia de D. Santiago Diliz, llegaba el
momento de la concesión de los puestos para las casetas de baño en la playa de
Arrigunaga: “…Se da cuenta de una instancia
presentada por D. Pedro Basterrechea, D. Juan Cruz Mezo, D. Pedro Beascoechea,
D. Damián Guerricagoitia y D. Manuel Cámara, solicitando permiso para instalar
casetas de baño en la playa de Arrigunaga…”
En la próxima entrada
de esta serie veremos cuáles eran las obras que la Compañía del Tranvía
pretendía realizar junto a la Casa Consistorial (San Nicolás).
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