En la anterior entrada veíamos como la casería llamada “Villamonte” estaba en ruinas.
Seguía
la vida en nuestra Anteiglesia, el pleno municipal del 22 de enero de
1891 trataba sobre un asunto relacionado con la seguridad de las
personas duran
te las noches en el barrio de Algorta: “...Se
hace presente la urgente necesidad y conveniencia de que se
establezca un cuerpo de serenos o vigilantes nocturnos para el reposo
o seguridad del vecindario, para ello muchos vecinos de Algorta están
dispuestos a contribuir para sufragar parte de coste de ese
cuerpo...”
El Ayuntamiento acordaba que: “...Teniendo
en cuenta la ayuda que los vecinos ofrecen, se establezca a la mayor
brevedad dicho servicio de serenos o vigilantes, incluyendo en el
presupuesto adicional la cantidad para su sostenimiento y compra del
equipo y armamento necesario...”
Los Serenos de Getxo fue un cuerpo que se creó en 1.892: “...En
sus inicios ese cuerpo constaba de dos secciones: La primera tenia 1
Cabo y 5 Serenos, la segunda tenia 1 Preferente y 2 Serenos. Todos
los accesorios que utilizaban, incluido uniformes, armamento, aceite
y linternas eran de propiedad municipal, por lo que al terminar su
servicio o dejar el cuerpo, debían ser devueltos en perfecto uso...”
Su reglamento se aprobó el 24 de Febrero de aquel año. En el mismo
pleno se aprobaban las cuentas del ejercicio 1889-1890: “...Fijando
su importe en 111.898,63 pesetas. Se preveía que para el siguiente
ejercicio iba a quedar un excedente de 22.713,39 pesetas...”
Por
otro lado los dineros que entraban en las arcas municipales
procedentes de las concesiones de las canteras, no parece que eran
cumplimentadas por algunos concesionarios, ya que el 22 de enero de
1891 el Ayuntamiento acordaba lo siguiente: “...No
pudiendo obtener el municipio la nota justificativa de la cantidad de
metros cúbicos de arena blanca y amarilla que se extrae del terreno
comunal de Aiboa. Acuerda este consistorio que a los encargados o
autorizados de extraer dicha arena se prevenga y ordene que a partir
del 1 de febrero y en adelante todo carro que conduzca la expresada
arena, se de nota cada vez que pase por el barrio de Las Arenas al
alguacil del mismo...”
En
relación al mal tiempo del que hablaba en mi entrada anterior, del
día 24 de enero de 1891, en una carta remitida desde Algorta y
dirigida a la rotativa de “El Noticiero Bilbaíno” se hablaba
sobre los menos favorecidos, que en aquellos días de temporal de
nieve y falta de trabajo habían visto pasar grandes penurias:
“...Enteramente
acoquinados nos ha tenido el frío hasta hace dos días que empezó a
licuarse la blanca alfombra de nieve, que tapizaba tanto las calles
como los campos y montes en este pueblo. La misma ha dejado huella en
aquellos que faltos de trabajo y cargados de familia, no tienen
recursos para atender las necesidades más perentorias, y ven
aparecer en su hogar la amarillenta faz del hambre. La miseria ha
sentado también sus reales aquí, por eso se hace necesaria la
formación de un centro o asociación de caridad domiciliaria que
lleve el consuelo a las familias necesitadas. Actualmente hay
menesterosos en el pueblo que sufren en silencio, pues no se atreven
a pedir caridad puerta a puerta, mucho podría hacer nuestro
Ayuntamiento destinado algunos fondos a tal objeto, y si estos no
fueran suficientes tomar la iniciativa de aquellos que pudiendo,
colaborasen caritativamente a complementarla...”
El
7 de febrero de 1891 se daba cuenta en el pleno municipal de la
subvención recibida por la Diputación de la Provincia: “...Con
fecha del 31 de diciembre de 1890, concediendo para la construcción
del Hospital Hospicio proyectado en esta población la subvención de
139,42 pesetas...”
Y
como el carnaval ya estaba en puertas la Compañía del Tranvía de
Bilbao a Las Arenas anunciaba que durante los tres días del las
fiestas daría servicio a la salida del teatro hasta la estación del
Desierto. En la orilla opuesta, en Portugalete, la Sociedad La Unión
ofrecía veladas musicales durante esos días.
En
el Puerto Viejo de Algorta la venta de pescados era una actividad que
reportaba importantes recursos al municipio, por ello en el pleno del
7 de febrero de 1891, el Ayuntamiento acordaba: “...En
vista de una instancia presentada por D. Pedro Miguel Urrechaga,
vecino de Lemoniz, encargado del transporte de besugo y otros
pescados frescos al punto donde se verifica su peso en la calle del
Puerto, actividad que deja recursos no despreciables en favor de los
fondos municipales. Acuerda este Ayuntamiento que para el fin de que
dicho interesado y otros de su clase puedan hacer el transporte del
besugo y demás pescados desde la casa llamada “Adabena” al punto
de pesaje establecido, se haga un carro de manos adecuado y fuerte
por cuenta del municipio, por hallarse en aquel punto prohibido el
transito de carros de mayor tamaño por la estrechez del lugar...”
El
12 de febrero de 1891 se trataba en el pleno municipal sobre el
estado de la calle que iba desde “Mantequena” (casa de los
Aldecoa en San Nicolás) al punto llamado “La Cadena”:
“...Teniendo
en cuenta que el pase peatil, intransitable en los días que llueve,
en la carretera provincial que se dirige a Plencia, en el trayecto
desde la revuelta del punto de Mantequena hasta cerca de la casa
llamada La Cadena en Algorta, en cuyo trayecto se halla bastante
número de casas habitadas, acordamos formar un proyecto para la
mejora de dicha vía…”
El
12 de febrero de 1891 aparecía en el Boletín Oficial de la
Provincia la información relativa a: “...A
la Real Orden del Ministerio de Fomento, autorizando la transferencia
de la concesión del ferrocarril de Las Arenas a Plencia, hecha por
D. José María de Aramberria en favor de la Compañía de dicho
ferrocarril...”
El
19 de febrero de 1891 era la maestra de la escuela de niñas del
barrio de Santa María quien hacía ver al consistorio el deficiente
estado de la tejavana contigua a la casa que ella ocupaba y de la
necesidad de repararla.
Y
como ya faltaba un escaso mes para la próxima Semana Santa el
Ayuntamiento de Getxo acordaba: “...Autorizar
al primer teniente de Alcalde Sr. Arrola, para que proporcione
predicadores para los tres sermones de los días del jueves y viernes
Santo…”
El
5 de marzo de 1891, en el pleno municipal, se trataba sobre: “...El
expediente que se ha formado para la ejecución de las obras de un
Hospital Hospicio en esta localidad. Acordamos sacar a subasta
pública, en tres lotes, dichas obras. Pero en primer lugar debiendo
de satisfacer a Dña. Basilia Aresti la cantidad de 750 pesetas, por
el valor de su heredad donde irá instado el edificio del Hospital
Hospicio, acuerda este municipio dirigirse a D. Manuel Valle,
rogándole se sirva anticipar a cuenta las mandas de su Sra. madre
política dicha cantidad, a fin de otorgar la correspondiente
escritura con la expresada Sra. Aresti y hacer pago en el acto del
valor de su heredad...”
La
obras sanitarias de alcantarillado comenzaban a hacerse necesarias en
un barrio que crecía, se trataba del de Las Arenas, en el que los
vecinos reclamaban a través del segundo Teniente de Alcalde,
residente en dicho barrio: “...Que
he recibido las quejas de personas residentes en el barrio de Las
Arenas, quienes solicitan se construya una alcantarilla que partiendo
del punto medio de la calle de la Estación desemboque en la
existente en la plazuela de dicho barrio que fue construida por el
Sr. Martínez Rivas...”
En
la próxima entrada de esta serie veremos cómo la Compañía del
tranvía trataba de modificar el trazado de las vías construyendo un
nuevo apartadero cerca de la Fonda de San Ignacio.
El escritor argentino Jorge Luis Borges en su ensayo sobre el poeta Evaristo Carriego, escribe que a este "...no le estorbó algunas amistades hispanas, como la del doctoe Severiano Lorente (...) que se demoraba hasta el alba, en el Royal Keller, ante su medio litro"
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