lunes, 8 de julio de 2019

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -108-



En la anterior entrada veíamos cómo el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas daba comienzo a su proyecto de un trazado más amplio: el de Las Arenas a Plencia.

A finales de junio de 1889, el día 27, los instrumentos de música de la banda de Algorta dejaban mucho que desear, ya que parte de los mismos estaban en mal estado o directamente no existían, por ello el Ayuntamiento encargo al regidor D. Idelfonso Arrola la compra de tres clarinetes y tres cornetines, así como reformar otros existentes para dotar a la banda de mejor sonoridad.

Y como en los meses de verano la acumulación de basuras en el barrio de Las Arenas, ante la llegada de un importante número de veraneantes, que durante los cuatro meses de la época estival vivían en el barrio, sacó a subasta el servicio: “...Para arrastre y conducción de barreduras y desperdicios, durante los cuatro meses venideros...” A la dicha subasta se presentaron tres personas: “...D. Benigno Zarranz que ofertó 300 pesetas por el servicio, D. Ángel Lorente que ofertó 244 pesetas y D. Agapito Elustondo que ofreció para realizar el servicio 240 pesetas...” Acordando el consistorio conceder el servicio a quien había pujado más bajo a D. Agapito Elustondo.


Algunas funciones administrativas en el Ayuntamiento eran ocupadas de forma temporal por algunos vecinos de Getxo, fue el caso de D. Justo Barrenechea que desempeño el cargo de escribiente temporero entre los meses de enero y mayo de 1889. Las compras de material de oficina eran traídas de la librería Emperaile de Bilbao. Mientras que la estufa de la escuela de Niñas Pobres de la Fundación Cortina era llenada con carbón suministrado por D. Bautista Carrandi; este último junto a Dña. Timotea Larrauri eran los suministradores de dicho mineral para la estufa de la oficina de la secretaría municipal.

Por esos meses de comienzos de verano seguía siendo frecuente que algunas autoridades municipales, cómo el Alcalde D. Pedro Amezaga, solicitaran permisos de 15 días para ausentarse a recibir baños que consideraban beneficiosos para su salud.

Tal era la demanda de esos servicios a finales de junio de 1889, que el gerente de la Galería Balnearia de Las Arenas D. Jacinto Barroeta solicitaba: “...Que el Ayuntamiento tenga en cuenta los gastos ocasionados en estos años para la colocación de las casetas de baño móviles por el que suscribe y otros los dueños de las mismas, atendiendo al servicio que prestamos a gran número de bañistas que concurren a la playa de mar de Las Arenas…” El consistorio de Getxo acordaba en aquel pleno que se había celebrado de forma extraordinaria para tratar exclusivamente ese tema: “...Se respeten los permisos concedidos y se dé aviso a los concesionarios para que coloquen sus casetas en la playa de Las Arenas, en los mismos lotes o terreno en que las tuvieron el pasado año. Poniendo en conocimiento del Comandante Militar de Marina de la Provincia para que preste su aprobación, así como que autorice a este Ayuntamiento para que los lotes que en la misma playa fuesen solicitados en lo sucesivo para coloca casetas móviles de baño, sean subastadas sin causar reclamaciones...” La contestación afirmativa del Comandante de Marina llegaría el 4 de junio.


El lunes día 1 de julio de 1889 el diario católico “El Euskaro”, llevaba a sus paginas la cartelera de servicios públicos en Bilbao y el Señorío de Bizkaia. Entre los transportes estaban el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas y el tranvía de Bilbao a Las Arenas y Algorta; también aparecía en aquel cuadro el servicio de correos que salía a las 13:00 horas de Bilbao a Las Arenas y Algorta, recorriendo toda la margen derecha.

Resultaban cuando menos llamativas las recomendaciones que para la salud se hacían en el verano de 1889, debido al calor que preveían iba a ser asfixiante por los cambios climáticos que se habían observado en años anteriores: “...Para los que se vean obligados a soportar al cubierto los rayos del sol, y a pueden darse cuenta de lo que es un buen verano. Conviene preservarse del terrible influjo del sol en las horas medias del día, usar con prudencia de las frutas en la alimentación, beber el vino rebajado con un tercio o una mitad de agua, usar ropas de colores claros y de superficie tersa, que refleje o repela el calor, y sobre todo, bañarse diariamente, previa opinión facultativa. El abuso de los helados, el ejercicio muy activo y las comidas copiosas, pueden dar lugar a enfermedades graves de pecho y vientre. La permanencia al aire libre a altas horas de la noche trae consigo el desarrollo de fiebres interminables o de reumatismos en sus mil formas...”


El muro para la estabilización de la ladera entre la Plazuela de Ereaga (Cuesta de Suárez) y el Puerto Viejo de Algorta, del que se había tratado en el pleno del 23 de junio y que se había solicitado al responsable de proyecto D. Laureano Gómez Santa María la rebaja en el presupuesto que había presentado, volvía a ser tratado por el pleno municipal el día 4 de Julio de 1889, recibiendo contestación en el mismo por parte de dicho ingeniero: “...Que habiendo hecho el proyecto de un muro o paredón de contención desde Ereaga al Puerto de Algorta, con arreglo a su ciencia y conciencia, no le era posible disminuir o rebajar el presupuesto de esa obra porque creía que con ello se rebajaría a su honra como tal ingeniero...” El Ayuntamiento, escaso de recursos por aquellos días, acordaba: “...Que el municipio debía de hacer un esfuerzo para los males que pudieran ocurrir al Pueblo y a muchos propietarios particulares por el derrumbamiento del monte a la costa de Erega por falta de una base que lo sostenga, pero que careciendo de recursos para acometer dicha obra, que la corporación acompañada de varios prácticos en esa clase de obras, reconozca la citada costa a fin de estudiar el modo de poner remedio a los males que pudieran ocurrir...” Para estudiar dicho asunto fueron nombrados los siguientes contratistas: “...D. Robustiano Larrondo, D. Martín Baerazaluce, D. Ignacio Echeandia y D. Juan y D. Francisco Arrieta, quedando que dicho reconocimiento se debía llevar a efecto el día 7 de julio de 1889 a las 9 de la mañana.

El 4 de julio, en el pleno municipal, se trataba también sobre los exámenes para los niños que estudiaban Comercio y Francés, así cómo para los de solfeo, cuyos exámenes de se iban a celebrar los días 12 y 13 del mismo mes.

Al rematante del alumbrado de Algorta D. Saturnino Azcorra, tras el suministro de un petróleo que daba poca y triste luz, a lo largo del año 1888-1889, le sobraron algunos litros de dicho aceite mineral, lo que supuso que se le bajaran los derechos de suministro por la diferencia de lo consumido.

El 11 de julio de 1889 llegaban de la Diputación Provincial aprobadas las actas del los remates correspondientes a los años 1889-1890. En vista de ello, el consistorio acordaba un trasvase de arriendos entre el concesionario en aquel momento, del remate de los arriendos para despacho de carnes del local despacho de Altamira D. Manuel Eguia, quien a su vez solicitaba al consistorio la cesión a D. Tomás Goicoechea de sus derechos como rematante, cosa que el Ayuntamiento aceptaba: “...Reconociendo a D. Tomás Goicoechea como rematante del arriendo de referencia, con quien deberá D. Manuel Eguia entenderse el otorgamiento de la escritura...” En esa misma fecha se realizaba la entrega de llaves como arrendatario del año anterior: “...De la casa despacho de carnes de Alangüetas que detentaba como arrendatario D. Florencio Ibañez...”

También se concedía a D. Pablo Mugica, profesor de la escuela de solfeo de esta Anteiglesia, el uso del salón mayor de la Casa Consistorial para realizar los exámenes de los alumnos de esa escuela el día 13 de junio.


La importancia de las instalaciones y zonas de baños en Getxo era tal, que ya desde 1867, fecha en que se colocaron sobre las playas las primeras casetas de baño con elementos de seguridad como estacas y maromas, hizo que el Ayuntamiento contemplara la necesidad de establecer una regulación sobre el orden y la moral, ya que esta estaba bajo jurisdicción municipal. En el verano de 1878, se establecieron los términos en los que era adecuado bañarse: “...Queda terminantemente prohibido desnudarse y vestirse al aire libre, siendo todos los puntos de esta playa lugar de reunión, y en caso de permitirse causaría rubor a las personas que en ella se encontraran. El traje de caballeros y señoras ha de satisfacer la más rigurosa decencia, siendo solo disculpable dicha norma a los niños menores de ocho años...”. Se establecían multas de 3 pesetas para quien contraviniera aquellas normas. Para evitar lo que se denominaba “cuestiones enojosas” se recomendaba la instalación de casetas de baño en las playas. Algunas de aquellas casetas de Las Arenas, de color blanco y chocolate, eran propiedad de los bañeros Nicasio y Evaristo quienes vendían bonos para su utilización, tanto en la estación del ferrocarril como en la administración del tranvía en Bilbao. Los bonos para los baños de mar incluían caseta bañero y sábana. Unos años más tarde, en julio de 1889, el consistorio acordaba nombrar vigilantes de las playas de Las Arenas, Erega y Puerto de Algorta a quienes lo habían hecho en la anterior, dotándoles de gorra y bastón de mando.

En la próxima entrada veremos cómo ya estaban próximas las fiestas de Santa Ana en Las Arenas, las cuales contaron con mayor concurrencia que en años anteriores.

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