En
la anterior entrada veíamos cómo el ferrocarril de Bilbao a Las
Arenas daba comienzo a su proyecto de un trazado más amplio: el de
Las Arenas a Plencia.
A
finales de junio de 1889, el día 27, los instrumentos de música de
la banda de Algorta dejaban mucho que desear, ya que parte de los
mismos estaban en mal estado o directamente no existían, por ello el
Ayuntamiento encargo al regidor D. Idelfonso Arrola la compra de tres
clarinetes y tres cornetines, así como reformar otros existentes
para dotar a la banda de mejor sonoridad.
Y
como en los meses de verano la acumulación de basuras en el barrio
de Las Arenas, ante la llegada de un importante número de
veraneantes, que durante los cuatro meses de la época estival vivían
en el barrio, sacó a subasta el servicio: “...Para
arrastre y conducción de barreduras y desperdicios, durante los
cuatro meses venideros...”
A la dicha subasta se presentaron tres personas: “...D.
Benigno Zarranz que ofertó 300 pesetas por el servicio, D. Ángel
Lorente que ofertó 244 pesetas y D. Agapito Elustondo que ofreció
para realizar el servicio 240 pesetas...”
Acordando el consistorio conceder el servicio a quien había pujado
más bajo a D. Agapito Elustondo.
Algunas
funciones administrativas en el Ayuntamiento eran ocupadas de forma
temporal por algunos vecinos de Getxo, fue el caso de D. Justo
Barrenechea que desempeño el cargo de escribiente temporero entre
los meses de enero y mayo de 1889. Las compras de material de oficina
eran traídas de la librería Emperaile de Bilbao. Mientras que la
estufa de la escuela de Niñas Pobres de la Fundación Cortina era
llenada con carbón suministrado por D. Bautista Carrandi; este
último junto a Dña. Timotea Larrauri eran los suministradores de
dicho mineral para la estufa de la oficina de la secretaría
municipal.
Por
esos meses de comienzos de verano seguía siendo frecuente que
algunas autoridades municipales, cómo el Alcalde D. Pedro Amezaga,
solicitaran permisos de 15 días para ausentarse a recibir baños que
consideraban beneficiosos para su salud.
Tal
era la demanda de esos servicios a finales de junio de 1889, que el
gerente de la Galería Balnearia de Las Arenas D. Jacinto Barroeta
solicitaba: “...Que
el Ayuntamiento tenga en cuenta los gastos ocasionados en estos años
para la colocación de las casetas de baño móviles por el que
suscribe y otros los dueños de las mismas, atendiendo al servicio
que prestamos a gran número de bañistas que concurren a la playa de
mar de Las Arenas…”
El consistorio de Getxo acordaba en aquel pleno que se había
celebrado de forma extraordinaria para tratar exclusivamente ese
tema: “...Se
respeten los permisos concedidos y se dé aviso a los concesionarios
para que coloquen sus casetas en la playa de Las Arenas, en los
mismos lotes o terreno en que las tuvieron el pasado año. Poniendo
en conocimiento del Comandante Militar de Marina de la Provincia para
que preste su aprobación, así como que autorice a este Ayuntamiento
para que los lotes que en la misma playa fuesen solicitados en lo
sucesivo para coloca casetas móviles de baño, sean subastadas sin
causar reclamaciones...”
La contestación afirmativa del Comandante de Marina llegaría el 4
de junio.
El
lunes día 1 de julio de 1889 el diario católico “El Euskaro”,
llevaba a sus paginas la cartelera de servicios públicos en Bilbao y
el Señorío de Bizkaia. Entre los transportes estaban el ferrocarril
de Bilbao a Las Arenas y el tranvía de Bilbao a Las Arenas y
Algorta; también aparecía en aquel cuadro el servicio de correos
que salía a las 13:00 horas de Bilbao a Las Arenas y Algorta,
recorriendo toda la margen derecha.
Resultaban
cuando menos llamativas las recomendaciones que para la salud se
hacían en el verano de 1889, debido al calor que preveían iba a ser
asfixiante por los cambios climáticos que se habían observado en
años anteriores: “...Para
los que se vean obligados a soportar al cubierto los rayos del sol, y
a pueden darse cuenta de lo que es un buen verano. Conviene
preservarse del terrible influjo del sol en las horas medias del día,
usar con prudencia de las frutas en la alimentación, beber el vino
rebajado con un tercio o una mitad de agua, usar ropas de colores
claros y de superficie tersa, que refleje o repela el calor, y sobre
todo, bañarse diariamente, previa opinión facultativa. El abuso de
los helados, el ejercicio muy activo y las comidas copiosas, pueden
dar lugar a enfermedades graves de pecho y vientre. La permanencia al
aire libre a altas horas de la noche trae consigo el desarrollo de
fiebres interminables o de reumatismos en sus mil formas...”
El
muro para la estabilización de la ladera entre la Plazuela de Ereaga
(Cuesta de Suárez) y el Puerto Viejo de Algorta, del que se había
tratado en el pleno del 23 de junio y que se había solicitado al
responsable de proyecto D. Laureano Gómez Santa María la rebaja en
el presupuesto que había presentado, volvía a ser tratado por el
pleno municipal el día 4 de Julio de 1889, recibiendo contestación
en el mismo por parte de dicho ingeniero: “...Que
habiendo hecho el proyecto de un muro o paredón de contención desde
Ereaga al Puerto de Algorta, con arreglo a su ciencia y conciencia,
no le era posible disminuir o rebajar el presupuesto de esa obra
porque creía que con ello se rebajaría a su honra como tal
ingeniero...”
El Ayuntamiento, escaso de recursos por aquellos días, acordaba:
“...Que
el municipio debía de hacer un esfuerzo para los males que pudieran
ocurrir al Pueblo y a muchos propietarios particulares por el
derrumbamiento del monte a la costa de Erega por falta de una base
que lo sostenga, pero que careciendo de recursos para acometer dicha
obra, que la corporación acompañada de varios prácticos en esa
clase de obras, reconozca la citada costa a fin de estudiar el modo
de poner remedio a los males que pudieran ocurrir...”
Para estudiar dicho asunto fueron nombrados los siguientes
contratistas: “...D. Robustiano Larrondo, D. Martín Baerazaluce,
D. Ignacio Echeandia y D. Juan y D. Francisco Arrieta, quedando que
dicho reconocimiento se debía llevar a efecto el día 7 de julio de
1889 a las 9 de la mañana.
El
4 de julio, en el pleno municipal, se trataba también sobre los
exámenes para los niños que estudiaban Comercio y Francés, así
cómo para los de solfeo, cuyos exámenes de se iban a celebrar los
días 12 y 13 del mismo mes.
Al
rematante del alumbrado de Algorta D. Saturnino Azcorra, tras el
suministro de un petróleo que daba poca y triste luz, a lo largo del
año 1888-1889, le sobraron algunos litros de dicho aceite mineral,
lo que supuso que se le bajaran los derechos de suministro por la
diferencia de lo consumido.
El
11 de julio de 1889 llegaban de la Diputación Provincial aprobadas
las actas del los remates correspondientes a los años 1889-1890. En
vista de ello, el consistorio acordaba un trasvase de arriendos entre
el concesionario en aquel momento, del remate de los arriendos para
despacho de carnes del local despacho de Altamira D. Manuel Eguia,
quien a su vez solicitaba al consistorio la cesión a D. Tomás
Goicoechea de sus derechos como rematante, cosa que el Ayuntamiento
aceptaba: “...Reconociendo
a D. Tomás Goicoechea como rematante del arriendo de referencia, con
quien deberá D. Manuel Eguia entenderse el otorgamiento de la
escritura...”
En esa misma fecha se realizaba la entrega de llaves como
arrendatario del año anterior: “...De
la casa despacho de carnes de Alangüetas que detentaba como
arrendatario D. Florencio Ibañez...”
También
se concedía a D. Pablo Mugica, profesor de la escuela de solfeo de
esta Anteiglesia, el uso del salón mayor de la Casa Consistorial
para realizar los exámenes de los alumnos de esa escuela el día 13
de junio.
La
importancia de las instalaciones y zonas de baños en Getxo era tal,
que ya desde 1867, fecha en que se colocaron sobre las playas las
primeras casetas de baño con elementos de seguridad como estacas y
maromas, hizo que el Ayuntamiento contemplara la necesidad de
establecer una regulación sobre el orden y la moral, ya que esta
estaba bajo jurisdicción municipal. En el verano de 1878, se
establecieron los términos en los que era adecuado bañarse:
“...Queda
terminantemente prohibido desnudarse y vestirse al aire libre, siendo
todos los puntos de esta playa lugar de reunión, y en caso de
permitirse causaría rubor a las personas que en ella se encontraran.
El traje de caballeros y señoras ha de satisfacer la más rigurosa
decencia, siendo solo disculpable dicha norma a los niños menores de
ocho años...”.
Se establecían multas de 3 pesetas para quien contraviniera aquellas
normas. Para evitar lo que se denominaba “cuestiones enojosas” se
recomendaba la instalación de casetas de baño en las playas.
Algunas de aquellas casetas de Las Arenas, de color blanco y
chocolate, eran propiedad de los bañeros Nicasio y Evaristo quienes
vendían bonos para su utilización, tanto en la estación del
ferrocarril como en la administración del tranvía en Bilbao. Los
bonos para los baños de mar incluían caseta bañero y sábana. Unos
años más tarde, en julio de 1889, el consistorio acordaba nombrar
vigilantes de las playas de Las Arenas, Erega y Puerto de Algorta a
quienes lo habían hecho en la anterior, dotándoles de gorra y
bastón de mando.
En
la próxima entrada veremos cómo ya estaban próximas las fiestas de
Santa Ana en Las Arenas, las cuales contaron con mayor concurrencia
que en años anteriores.
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