lunes, 19 de marzo de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO19 EN GETXO -27-


En la anterior entrada veíamos cómo el contrabando de vinos, licores y aguardiente iba en aumento y dañaba a las mermadas arcas municipales; y cómo las procesiones y su transcurrir a veces causaba algunas discrepancias entre vecinos.

En octubre de 1881, un grupo importante de vecinos, unidos en torno a la reivindicación de que se construyera el camino que enlazaba San Martín con la carretera provincial que iba hasta Urduliz, solicitaba al Ayuntamiento: “...«Se construya por el Ayuntamiento el trozo de carretera desde el punto llamado San Martín al Ángel, pero que antes la Diputación lo haga desde Urduliz al punto llamado el Ángel»...” El ayuntamiento añadía: “...«Haciendo saber los derechos que sobre esta carretera asisten a este Pueblo, teniendo siempre presentes los grandes sacrificios que se han hecho para construir a costa de este Ayuntamiento la carretera existente, desde el referido punto de San Martín hasta empalmar con la del Gobierno en el Muelle de Las Arenas»...” Consultaron con tres abogados para garantizar que la decisión que iban a tomar, en su día beneficiara al municipio.

El 13 de octubre de 1881, el Ayuntamiento, previa aceptación del Gobernador Provincial, recepcionaba las obras de la nueva Casa Consistorial de san Nicolás: “…«Acto continuo pasó el Ayuntamiento con la asistencia del secretario municipal a la nueva Casa Consistorial, y una vez instalado en la misma, certificó que la misma se halla de acuerdo a los planos y condiciones, y puede este Ayuntamiento recibirla con las formalidades debidas. A continuación indicó el Alcalde que la mesa colocada en el Salón Mayor, pasara al lado opuesto del mismo, y que se separara del resto con un enverjado o barandillado de madera, por delante del local de la presidencia. Así mismo acordaron que mientras el Ayuntamiento no disponga de otra cosa, queden independientes esta nueva Casa Consistorial y el Juzgado, destinándose el antiguo salón de sesiones a oficinas de dicho Juzgado»...”

Los haberes de la Fundación Cortina, que habían sido depositados en cien obligaciones de primera serie del ferrocarril de Tudela a Bilbao, depositadas en el Banco Bilbao, y que fueron depositadas por Dña. Rogelia de Cortina y D. Luciano de Alday el día 24 de marzo de 1879, habían vencido a primeros de aquel mes, y fueron depositadas en el Banco, autorizaba el Ayuntamiento retirar los intereses de las mismas, para atender las necesidades de la Escuela de Niñas Pobres.


Era mediados de octubre y el alumbrado público volvía a primera línea de las necesidades municipales. La persona que se iba a hacer cargo del mismo era D. Saturnino Cruz de Azcorra. El Ayuntamiento convino con dicho rematante lo siguiente: “...«desde el día de mañana 14 de octubre de 1881: El combustible o esencia mineral para el alumbrado, que tiene en existencia el Ayuntamiento, será tomado por el rematante, y será abonado cuando reciba el importe del primer trimestre, debiendo poner una fianza del 5%»...” Pero el fuerte viento de aquel otoño, en la noche del 20 de octubre, acabaría dejando todos los cristales de la farolas rotos, parecía que hubiera pasado una banda de jovenzuelos alborotada.

Finalizaba octubre de 1881. Una nueva amenaza en forma de enfermedad se cernía sobre nuestros vecinos, la temida Viruela. El consistorio, con el fin de cortar su propagación por nuestro Pueblo, tomaba medidas, iniciando una campaña de vacunación para niños y de revacunación para mayores. La vacuna la trajo desde Bilbao D. Antonio San Martín.

Era noviembre de 1881 cuando se le concedía al Cartero, que administraba la valija municipal, el permiso para abrir la valija en el salón del Casino Algorteño: “...«Como lugar muchísimo más decente y seguro que el que antes se abría»...” Solo que surgió un pequeño problema, el cartero oficial cayó enfermo y le suplió el peatón D. Antonio San Martín: “...«quien desde el primer día comenzó a abrir la valija en su propia casa»...” Cosa que a decir de lo descrito en las actas municipales:“...«causó un gran malestar entre algunos sectores del vecindario, por lo impropio que es el que la valija sea abierta en la casa del referido peatón»...” El primer teniente de Alcalde había preguntado al cartero suplente que:“...«¿Con quién había contado para tomar tal determinación?, a lo que el referido peatón contestó de una manera impropia diciendo que ¡continuaría abriéndola en su propia casa!»...” El primer teniente de Alcalde, puesto que iba a otros asuntos del municipio a la Capital, aprovechó para informar de esta circunstancia al Administrador de Correos Provincial, quien dio orden de que dicha correspondencia, desde aquel mismo día, se abriera en el Salón del Casino. La función del correo peatón era la de recoger y llevar la valija a los vecinos, llevándola a pie hasta Bilbao. Pocos años más tarde, en 1884, una carta remitida desde Algorta al “Noticiero Bilbaino” decía:“...«que debe emplear en el trayecto de cuatro a cinco horas (se entiende, a pie)»...” Un poco más tarde, en 1886, la pieza del salón del Casino Algorteño, actual bar, tomaba forma gracias a alguna sugerencia de D. Vicente Arana, colaborador habitual de “El Noticiero Bilbaino”, que entre las recomendaciones que realizaba para el barrio de Algorta incluía el 21 de agosto de ese año: “...«trasformar en despacho de refrescos la pieza inmediata al salón de baile del Casino algorteño…, Mejorar el servicio postal entre Bilbao y Algorta»…”


El 7 de diciembre de 1881 se solicitaba autorización para instalar un horno de pan en la casa Tatoena de Algorta.

A mediados de noviembre de 1881 el fraude y la introducción fraudulenta de bebidas espiritosas eran causa de la intervención municipal. Tanto que fueron la causa de la destitución de uno de los vigilantes municipales: “...«Por haber colaborado en la introducción fraudulenta de media pipa de caña, y nombrando un nuevo vigilante D. Francisco Lapresa, a quien se le aumentaron hasta 10 reales el sueldo»...”

A mediados de diciembre de 1881, parece que el tema del fraude en el pago de impuestos de bebidas era alarmante, a decir de la decisión que tomaron el día 22 de dicho mes: “...«la compra de dos revólveres para proveer de ellos a dos vigilantes, para que no se haga fraude a los fondos municipales, con la introducción de vinos y aguardientes, sin pago de los derechos correspondientes»…” Los revólveres fueron comprados en el establecimiento bilbaíno de D. Bonifacio Galdasoro. Se pagó por ellos 172 reales.

Cuando ya estaba a punto de finalizar el año, el 24 de diciembre de 1881, siguiendo la tónica de los meses pasados, y quizá con motivo de las fechas navideñas, la introducción fraudulenta por la noche, lo que dificultaba su localización, de bebidas como el vino, era un goteo constante. Esto preocupaba a nuestros ediles, ya que quienes cometían aquellos actos dificultaban lo que verdaderamente preocupaba a nuestros mandatarios, el cobro de los impuestos municipales.

Y aunque ya quedaba lejos la última guerra, que había terminado el 29 de febrero de 1876, las demandas de pagos de suministros de guerra seguían llegando: “...«Una carta de D. Baldomero Burreros, vecino de Madrid, referente a suministros hechos a las tropas del Gobierno por este municipio, durante la última guerra»...” No se supo si algunas de aquellas demandas respondían a suministros realizados, o formaban parte de la picaresca de algunos de los que se beneficiaron de aquellos hechos bélicos. Pero lo que si se sabe es que nuestro municipio contestó: “...«que ninguna razón ni datos se encuentra en las oficinas de la Comisaría de Guerra, de la Diputación de esta Provincia, sobre dichos suministros, por lo que no procede dicho pago»...”

La seguridad de nuestros prácticos volvía a estar en la palestra, y se recordaba las disposiciones contenidas en el Boletín Oficial de la Provincia, que exigían la utilización de chalecos salvavidas, a quienes se dedicaban a la actividad del practicaje.

En la próxima entrada veremos cómo se exigía a los médicos y farmacéuticos, que se hicieran cargo de la atención de las familias pobres; y cómo algunas obras del municipio iban concluyendo, entre ellas el Puente de Larrañazubi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario