lunes, 12 de marzo de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO19 EN GETXO -25-



En la anterior entrada veíamos cómo el juego de pelota en el frontón de la Casa Consistorial de San Nicolás de Algorta, veía peligrar su continuidad; y los socios del Casino Algorteño veían necesario instalar un buzón para recoger y enviar su correspondencia. En ésta seguiremos desgranando los aconteceres de aquellos días de 1881.

La taberna del Ángel fue otra de las concesiones que se realizaron en aquellos días. La adjudicataria fue la viuda Dña. Juana de Ibarra. Y por primera vez, teniendo en cuenta su condición de viuda, se le arrendó sin renta. Los vinos y licores le eran servidos por el propio Ayuntamiento previo pago, siendo la ganancia de la venta a beneficio de la misma; se le autorizaba la venta de chacolies en la taberna; también se le permitía establecer un estanco en la misma, pero sin que el consistorio interviniera en la concesión.

El 7 de julio de 1881 se nombraban los Alcades de barrio de Las Arenas y Santa María, quedando mentados para el cargo D. Juan Domingo de Echevarria por Las Arenas y D. Gervasio de Vidaurrazaga por Santa María.

Y como la iglesia, las fiestas y aquella Alcaldía, por los hábitos de la época, parecían inseparables, poco antes de llegar las fiestas de Algorta, el Alcalde de Getxo, contactaba con el capellán de Las Arenas para que le facilitara un buen predicador para la festividad de San Nicolás de Bari de Algorta. En esta parroquia parece que el lugar que venía siendo reservado al Ayuntamiento no era del agrado, o de suficiente dignidad, para nuestros ediles, por lo que crearon una comisión que negociara, un sitio más acorde dentro de la iglesia.

Preocupados el consistorio y gobernador, a primeros de julio de 1881, por el orden, la vigilancia de playas y el contrabando de bebidas, decidieron contratar a tres vigilantes. Nombramientos que recayeron en las figuras de un carabinero licenciado, otro jubilado de la misma arma y un tercero licenciado del ejercito, enseguida constataron la poca robustez y fortaleza física de las personas elegidas por su edad, ya que iban a tener que soportar largas vigilias nocturnas, sobre todo durante las gélidas noches del invierno. Para soportar aquellas largas vigilias se les proveyó de un traje adecuado y gorra que indicase su dignidad, también se le dotó de armamento para sus rondas nocturnas, comprándoles tres revólveres con sus respectivos cinturones y fundas de cuero. Pero sobre todo en el pensamiento de los ediles se encontraba el contrabando de bebidas, que dañaba seriamente a las arcas municipales. Ya que no pagaban los arbitrios. Para facilitar la vigilancia en el barrio de Las Arenas colocaron nuevos faroles, que facilitaran la visión nocturna de aquellos vigilantes. Y aprovechando que el verdadero objetivo era la cobranza de los arbitrios, negociaron con la compañía del tranvía, que el cobrador de dichos impuestos, pudiera viajar en el tranvía controlando los trasiegos de vinos y aguardientes, en el trayecto que iba desde el Balneario de los Aguire (Las Arenas) hasta la casa del Sr. Careaga (La Avanzada).

Y como la economía apretaba a la corporación, ya que los ingresos municipales seguían siendo más bien escasos, y salían de la recaudación de arbitrios, que consistían básicamente en vinos y licores, abacería (aceite, vinagre, bacalao), carnes y materiales de construcción (piedra de las canteras municipales). Hicieron hincapié en las “cedulas personales”, que como decía en mi entrada del 16 de noviembre del 2017: “...«cada vecino tenía una, eran de diferentes clases, dependiendo de la riqueza contributiva y económica de sus propietarios...»” Y eran las que realmente permitía cubrir las necesidades económicas del Ayuntamiento.

Para dar un pequeño respiro a tantos asuntos económicos, comentar un acontecimiento, de los tira y afloja de las mujeres de Algorta con los hombres, por preservar algunas parcelas de poder. Lo indicaba el conflicto por los bancos de la iglesia de San Nikolas, en 1881. Al parecer eran estas quienes ocupaban todos los bancos de la iglesia, a decir de lo escrito en las actas de ese año: “...las mujeres habían invadido todos los bancos de la Iglesia...” Obviamente algunos hombres, de cierto predicamento en el Consistorio, acudieron al Alcalde pidiendo su intervención ante el Párroco, el Ayuntamiento se posicionó a favor de estos, enviando un exhorto al responsable eclesiástico diciendo: “...excitamos su celo para a fin de impedir este abuso, deberán de colocarse letreros en los bancos de la iglesia, que digan !Para hombres, !Para mujeres!...” En ese mismo año se desmantelaban las troneras y parapetos de la campa del Castillo.

A mediados de julio de 1881, el Puerto Viejo de Algorta, era uno de los lugares en los que se fabricaba yeso, material que ya era utilizado desde los tiempos de Catón en la antigua Roma. Dicho material era usado en nuestro pueblo para varias aplicaciones. Se utilizaba dicho mortero para la confección de masas simples, para la ejecución de tabiques, enlucido de interiores, pero también para mejorar las tierras de cultivo como abono y desalinizador. El fabricante era un vecino de dicho barrio D. Martín de Arispe. Y por aquello de aparentar, el consistorio para iluminar de blanco las casas decidía que: “...«como una medida de higiene y ornato público se excite el buen celo de los vecinos para que proceda a blanquear las fachadas que den frente a la calle o vías públicas»...”

Y como ya era la hora de las fiestas del Pueblo: “...«las de Santa Ana, San Ignacio, San Nicolás y Nuestra Señora (Andra Mari), se creó una comisión para que confeccionara el calendario festivo para el mayor lucimiento, tanto de las funciones religiosas como de festejos y bailes nocturnos. Durante la romería se correrán cuatro toros ensogados, siendo tres de ellos por cuenta del rematante de carnes frescas, y el cuarto será sorteado el día 26 de julio, por la tarde, en la romería del campo de la ermita de Santa Ana. La aparición de aquellos toros iba a ser sorteada para el resto de fiestas: Las de los día de San Ignacio y San Nicolás se iban a celebrar en la playa de Ereaga, la primera a las cuatro de la tarde y la segunda a las nueve de la mañana; la de Andra Mari en la campa de la iglesia; todos los toros se iban a correr embolados...»” De los refrescos y cervezas, durante las fiestas del Puerto, se encargó el vecino de Bilbao D. Simón de Orbea. Por otro lado, se nombraba como Alcalde del barrio del Puerto Viejo a D. Manuel Ignacio Ugarte. Los fuegos de artificio fueron otros de los protagonistas de aquellas fiestas, hasta el extremo que muchos vecinos felicitaron al Ayuntamiento, por la vistosidad de los mismos.


Las fiestas en su vertiente religiosa eran un lugar de conflicto entre las mujeres y hombres asistentes. De los tira y afloja de las mujeres de Algorta con los hombres dan cuenta lo recogido en las actas municipales de mediados de julio de 1881, ya que algunos hombres, de cierto predicamento en el Consistorio, acudieron al Alcalde pidiendo su intervención ante el Párroco, para preservar algunas de sus parcelas de poder: “...«se acordaba excitar el buen celo del señor cura de la parroquia de San Nicolás, pues a pesar de que se habían colocado bancos en sitios destinados a los hombres, las mujeres habían invadido todos los bancos de la Iglesia»...” El Ayuntamiento se posicionó a favor de estos, enviando un exhorto al responsable eclesiástico diciendo: “...«excitamos su celo para a fin de impedir este abuso, deberán de colocarse letreros en los bancos de la iglesia, que digan !Para hombres, !Para mujeres!»...” Como si fuera un símbolo para acabar con esa guerra incruenta, en esas mismas fechas se desmantelaban las troneras y parapetos de la campa del Castillo.

Y como era menester, el consistorio de Getxo veía hecha realidad su situación de preeminencia en la Iglesia de San Nicolas de Bari de Algorta. El 21 de julio de 1881 se realizaban las obras de reforma del presbiterio de la iglesia: “...«el maestro de obras D. Francisco Ciriaco de Menchaca, dirigía las obras de la reforma del presbiterio, a fin de poder colocar en él a la Corporación Municipal en las festividades y actos religiosos. Y ejecutar las obras lo más tardar para el próximo día 11 de agosto, festividad del patrón de la parroquia»…” El reloj de la torre era cuidado por el alguacil D. Juan Antonio Miragaray, por lo que recibía 200 reales anuales, trabajo que venía realizando desde 1878.

En esa misma fecha se decidía realizar la explanación del trazado del tranvía, hasta llegar al nuevo Casino o Amesti.

En la próxima entrada veremos cómo, con el fin de atraer visitantes al barrio de Algorta, el consistorio decidía que se celebraran dos ferias de ganado mensualmente en la campa denominada de Alango; y cómo en agosto de 1881 se celebraron las regatas internacionales de vela en el Abra.

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