En
la anterior entrada veíamos cómo la lactancia para niños de pecho
era una de las ayudas municipales; y cómo, ya cercanas las fiestas
de San Nicolás, el Ayuntamiento las preparaba con diligencia. Con
esta daremos entrada al año 1881.
Año
1881.
Empezaba bajo la presidencia de D. José Ramón de Arecheta. Con una
noticia referida al Barco del Pasaje, al parecer de acuerdo con lo
convenido, el barquero se negaba a transportar a personas que no
fueran de los tres pueblos contratantes Getxo, Leioa y Berango, pero
al parecer el contrato no impedía que personas ajenas a esto
pueblos, pudieran utilizar el barco o lancha para realizar el pasaje
de la ría. Por lo que los tres Ayuntamientos decidieron: “...que
considerando que la ría tiene el carácter de ser libre el paso, no
es justo que a ninguna persona se le impida el paso en la barca. El
Ayuntamiento acuerda autorizar y autoriza al rematante que siempre
que en su barca o lancha tenga sitio, después de embarcar a los de
los referidos pueblos, pueda pasar a cualquier persona extraña a
ellos, cobrándoles el pasaje...”
A
mediados de enero de 1881 la viruela hacía acto de presencia en el
Puerto. Definía el consistorio al barrio de pescadores como: “...Uno
de los más poblados de esta Anteiglesia...”
Se referían a la densidad de población. Con un afectado: un
pequeño. Decidieron poner dos personas en el exterior de la vivienda
para controlar que: “...nadie
salga de la misma ni entre ningún extraño...”
Para finales del mes la enfermedad ya se extendía por todo el
municipio y el Ayuntamiento convocaba una reunión en sus locales a
la Junta de Sanidad Municipal. El miedo se extendía entre la
población hasta el extremo de que incluso en las escuelas, por orden
municipal, no eran admitidos los niños que habían pasado la citada
enfermedad, salvo que el medico local certificara que había pasado
el peligro de contagio.
A
comienzos de febrero, el día 3, y a pesar de la temida enfermedad,
el consistorio autorizaba la postulación de Santa Águeda:
“...queriendo
acatar una costumbre que viene celebrándose desde tiempos
inmemoriales, autoriza a que se pida por las calles la limosna que
se llama de Santa Águeda en la noche de mañana...”
El
ahorro en combustible para los faroles también era algo que el
consistorio tenia en cuenta. Para ello recurría a las fases de la
luna para aprovechar la luminosidad de la misma: “...el
encargado del encendido de los faroles de calle, solo deje
encenderlos los días de cuarto creciente de la luna hasta el de la
llena y uno o dos más, apagando lo siguientes a dicha luna, cuando
ésta aclare los puntos de los faroles...”
El encargado de la limpieza de los mismos era el Sr. Lapresa, con sus
propios trapos. Debía mantener los cristales diáfanos para que
aquella tenue luz iluminara nuestras somnolientas y mortecinas
calles de escasos y dispersos faroles.
Los
juegos de los pequeños, al igual que los de hoy en día, eran algo
que los adultos no soportaban, porque con sus pequeñas travesuras
dañaban enseres municipales y parroquiales: “...se
haga saber al maestro de la escuela pública de Algorta, tenga a bien
adoptar las medidas que estén a su alcance para evitar que sus
discípulos hagan daño,. Varias veces se les ha visto con sus gorras
y piedras en la mano, lanzándolas contra los cristales de las
escuelas y sacristía, así como sobre el tejado de dichas
escuelas...”
!Si los cristales hablaran, cuántas historias de pequeñas batallas,
dejarían nombres de los antes y hoy adultos “inquisidores”!
La
hidrofobia y las mordeduras de los perros infectados por esa
enfermedad era otra de las preocupaciones de nuestros ediles en
febrero de 1881. Se habían producido ataques de perros enfermos en
poblaciones cercanas como Plentzia y Gorliz. Por ello el Ayuntamiento
de Getxo se anticipó para prevenir la enfermedad: “...Adoptar
las medidas conducentes a prevenir la enfermedad. Para ello se
acuerda: Fijar anuncios en los parajes acostumbrados, ordenando a
todos los dueños de perros que los mantengan atados en sus casas,
colocarles bozales bien fijados...”
Adoptaron también medidas muy expeditivas: “...que
publicada sea la orden todo perro que se encuentre suelto y sin bozal
sea sacrificado por los empleados municipales...”
A
finales de febrero de 1881 se produjeron los amojonamientos de los
limites de Getxo con Leioa, debido a que esas señales con forma
tronco-piramidal no estaban visibles, y los lindes eran difíciles de
precisar. El responsable por el Ayuntamiento de Getxo de llevarlas a
cabo, fue el maestro de obras (Arquitecto) D.Francisco Ciriaco de
Menchaca. Se requirió al consistorio de Leioa que acudiera: “...el
Alcalde o una comisión a un lugar frente al salchichero de la
localidad, a fin de comenzar las operaciones trayendo un perito de su
confianza...”
A
principio de ese año el Ayuntamiento ordenaba derribar las paredes
de la casa en ruinas de las hermanas Sustacha, edificio que tenía
por nombre “Quinquena” (Kinkena) Estaba situado en la calle
Tánger (actual Avd. Basagoiti), cerca de la Escuela de Náutica.
Las
relaciones entre los vecinos y la alcaldía no siempre eran buenas. A
veces las órdenes ejecutorias, muchas de ellas consecuencia del
Bando de buen Gobierno aprobado meses antes, provocaban situaciones,
que vistas desde otro contexto, creaban situaciones chirenes. Fue el
caso de una vecina de Algorta, que al recibir un oficio del
Ayuntamiento, que le fue entregado por el alguacil, según relataba
el diario de sesiones: “...Habiendo
entregado el alguacil, ante testigos, el oficio, dicha señora le
contesto: «se lo devuelva al Alcalde para limpiar el trasero. Luego
tiró a tierra el oficio, para más enseguida se levantó haciendo
con la mano un ademán escandaloso. Dijo que lo ponga sobre el
fandango de una viuda de la casa Maurosa de Urduliz, y volvió a
arrojarlo al suelo»...”
Decidió el consistorio presentar denuncia y se le impuso una multa,
los viajes a Bilbao de nuestros ediles para declarar en el juicio,
supusieron para las arcas municipales la cantidad de 120 reales.
En
esos días las multas derivadas del “Bando de buen Gobierno eran
cuantiosas. Hasta los músicos de la banda fueron castigados con una.
Se trataba de los miembros de la banda (D. Ignacio Abascal, D. José
Luis Bilbao, D. Antonio Elustondo, D. Leonardo Zarraga y D. Dontao
Llona), por lo que durante unos días no sonó la música en
Algorta. Incluso la casa de algún concejal llegó a ver apedreados
los cristales de su vivienda, a decir del mismo: “...seguro
que por haber procurado en días anteriores que se cumpliera el Bando
de buen Gobierno...”
El
día 10 de marzo de 1881, el rematante de la nueva Casa Consistorial
de la plaza de San Nicolás solicitaba al Ayuntamiento que se
realizara la medición, por estar concluidas las obras. Dicha
recepción quedó pendiente de la aprobación de obras del Gobernador
Civil.
El
24 de marzo de 1881 se trataba en el Ayuntamiento dar autorización a
la vecina del Puerto Dña. Francisca de Incera para la apertura de
una pulpería, en la calle del Puerto de Algorta.
En
la sesión municipal de esa fecha se trató también sobre la nueva
iglesia que se iba a erigir en “Alanguetas” (se referían a la de
San Ignacio) se acordaba: “...dirigirse
al Sr. Obispo de Vitoria, en súplica de que lo recaudado durante el
año actual en esta Anteiglesia por Bula, sea destinado a continuar
las obras de la citada iglesia, que se hallan paralizadas por falta
de fondos...”
En
la próxima entrada veremos cómo el juego de pelota en el frontón
de la Casa Consistorial de San Nicolás de Algorta veía peligrar su
continuidad. Y cómo los socios del Casino Algorteño veían
necesario instalar un buzón para recoger y enviar su
correspondencia.
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