La
anterior entrada finalizaba con la noticia de que tras haber
desaparecido las circunstancias excepcionales de guerra, el
Ayuntamiento acordaba reanudar la feria de Las Arenas. Veremos las
fiestas de San Nicolás de 1876, además de cómo el tranvía traía
de cabeza a nuestros munícipes.
Seguíamos
en el verano de 1876, en julio; ya estaban próximas a celebrarse las
fiestas de San Nicolás. Los vecinos, en aquella época,
acostumbraban a disfrutar de las fiestas y de la plaza de Algorta,
observando desde el pretil que la circunvalaba, las evoluciones de
las gentes que acudían a los actos festivos, o simplemente
descansando y tomando el sol. Pero el deterioro de dichos asientos
improvisados era notorio: “...Hallándose
en mal estado y poco decentes los pretiles o sentaderos de piedra de
la plaza pública...”Así
que decidieron colocar: “...por
decencia y ornato público se proceda a reponer y colocar chapas de
piedra a los referidos sentadores...”
Las fiestas ese año se iban a celebrar los días 11 y 12 de agosto,
también el 13 por caer en domingo. La música era esperada por
todos, ya que era uno de los actos principales de las fiestas. El
Ayuntamiento estaba a la espera de que el encargado de la banda de
música D. Juan Bautista de Larrazabal, les indicara cuanto pensaba
cobrar por tocar en dichas fiestas y asistir a la misa mayor de santa
María el día 15 de agosto. Mientras, el consistorio fijaba los
lugares de celebración de las romerías dichas fiestas, la primera,
la del día 11, se iba a celebrar en el sitio en el que
tradicionalmente se había celebrado hasta la fecha en el Castillo;
la segunda preveían celebrarla en la plaza o cerrado de la Avanzada.
Algo presintieron que antes de confirmar dichos actos decidieron
exponerlo al publico para que diera su opinión. Poco antes de los
días festivos, el sindico D. Juan Francisco de Sarria exponía en el
pleno el sentir del vecindario: “...que
las romerías debieran celebrase según costumbre en la campa del
Castillo y no en la Avanzada…,
así
mismo el consistorio declara que habiendo visto con sorpresa el
disgusto que ha causado en varios vecinos, acuerda dejar sin efecto
el cambio de localización de dichas romerías...”
Aquella propuesta fue aprobada y las romerías continuaron durante
años celebrándose en aquel punto y la banda tocó día y noche por
700 reales de vellón. A fin de preservar el orden durante las
fiestas, acordaron solicitar a la Diputación que enviara dos parejas
de forales para dichos días, cuya retribución sería costeada por
el Ayuntamiento.
El
trazado del tranvía seguía dando quebraderos de cabeza a nuestros
munícipes, ya que el 28 de septiembre, ante la insistencia de D.
Juan Amann, de que el tranvía terminara en el punto conocido como la
Avanzada, el Ayuntamiento le informaba: “...que
no siendo satisfactoria dicha petición, porque la concesión y
transferencia del referido tranvía se entiende desde Bilbao hasta
Algorta, y ese punto la Avanzada nos es Algorta ni su jurisdicción,
siendo un paraje aislado, que corresponde al barrio de Las Arenas…,
el
trazado del tranvía debe de llegar a un punto del barrio de Algorta,
donde ofrezca comodidad y economía a los viajeros, además de la
enorme distancia que habría que recorrer a píe y cargados desde ese
lugar desierto hasta el centro de la población, este Ayuntamiento
disconforme con su propuesta acordará lo conveniente sobre el
particular...”
Recordaba el consistorio que en el estudio realizado por el
ingeniero Sr. Santa María: “...que
fueron sometidos a examen de este Ayuntamiento por la empresa,
resulta que es practicable la vía a los tres puntos de la población,
por consiguiente, no puede esta corporación el pretexto de los
concesionarios de que costaría mucho ese tramo, ya que se supone que
en el primer estudio ya tuvieron en cuenta ese aspecto...”
Por lo que acordaron que el tranvía debía de llegar a un punto
céntrico de Algorta, ya que así lo obligaban el Real Decreto de
Concesión del 18 de octubre de 1872, el pliego de condiciones
particulares del 23 de septiembre de 1872 y el Real Decreto de
Transferencia del 3 de noviembre de 1875. Finalmente conseguirían un
acuerdo por el que el tranvía llegaba hasta las proximidades de la
Iglesia de San Nicolás.
El
10 de octubre de 1876 se nombraba al maestro de la escuela elemental
ampliada de Algorta, entre una terna compuesta por D. Eladio Navas,
D. Juan Dourte y D. Eusabio Aguileta. De ella salió elegido D. Juan
Dourte, a tal maestro se le asignó un salario, por todos los
conceptos, incluida vivienda, de 7.000 reales anuales.
Los
vestigios de la guerra iban desapareciendo, a mediados de octubre de
1876, el consistorio decidía, con el beneplácito del Gobernador
Militar, desmontar los blocados construidos en 1875 en Alango, y
reutilizar los materiales de los mismos para obras municipales. Otro
de los baluartes que se derribaron fue una caseta que los militares
habían instalado frente a la Iglesia de San Nicolás.
Y
mientras se producía una novedad para el descanso de los maestros y
maestras de primera enseñanza de Getxo, se acordaba: “...conceder
a todos los maestros asueto todas las tardes de los jueves...”
Y
por fin en Getxo, aunque fuera del recinto sagrado, que eran los
cementerio, los no católicos podían dormir el sueño eterno. El 23
de noviembre de 1876, se daba lectura de la circular publicada el día
16 en el Boletín Oficial de la Provincia, por el Gobernador Civil,
ordenando a todos los Ayuntamientos: “...cuiden
se construya próximo a los respectivos cementerios de cada pueblo un
pequeño cercado para enterramiento de los cadáveres que mueran
fuera de la comunión católica...”
La
discusión sobre el punto final del tranvía de Bilbao a Algorta,
finalmente quedaba zanjada por la intervención del Director General
de Obras Públicas. El día 7 de diciembre de 1876 se daba lectura a
la resolución remitida por el Gobernador Civil de la Provincia:
“...Vista
la instancia promovida por el Ayuntamiento de Guecho…,
solicitando
se obligue a la empresa del tranvía…,
continuar
la vía hasta tocar el pueblo de Algorta y no hasta el punto conocido
como la Avanzada…,
considerando
que al otorgar dicha concesión se indicaba que el tranvía debía de
llegar hasta dicha población…,
esta
Dirección General ha dispuesto se declare obligatorio que este
tranvía continúe hasta Algorta…”
Es más que probable que en aquella decisión tuvieran algo que ver
las gestiones de determinados personajes de Las Arenas, y la posición
de este barrio para atraer riqueza al municipio y la Provincia.
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