En
la anterior entrada veíamos cómo una de las sociedad recreativas de
Las Arenas, el Casino, animaba los veranos del barrio.
En
julio de
1892 abría
de nuevo sus puertas de la temporada
de verano el establecimiento de Las Arenas “Baños de Mar
Bilbaínos”, anunciaba su apertura con la
siguiente nota de prensa:
“...Este
acreditado Establecimiento, en el que se han introducido importantes
mejoras, queda abierto al público el Domingo 3 de Julio, siendo las
horas do comida en mesa redonda a la una de la tarde y ocho y media
de la noche...”
Las reservas había que realizarlas dirigiéndose a D. Andrés
Larrazabal. Y es que desde hacía ya días venían desembarcando en
la Estación del Norte viajeros habidos de las brisas del Cantábrico:
“...Que
cuando saltan al anden lanzan un suspiro de satisfacción, como si
hubiesen llegado al término del calvario. En los balnearios y las
fondas se leen estos días con sumo interés telegramas que son señal
de que ha comenzado la desbandada hacia el Norte, cuyas playas y
balnearios, mientras se espera su llegada. Este año esa multitud de
pueblecitos que van desde Las Arenas a Fuenterrabia serán la
atracción de los visitantes...”
Este era el ambiente que la prensa pintaba a la llegada del estío
!Claro que otra de las razones de aquella huida masiva era el temor
al cólera, que en Paris ya dejaba ver su patita negra!.
El
8 de julio de 1892, el Tranvía de Bilbao a Las Arenas y Algorta, que
así se llamaba, ofrecía en el diario “El Nervión” su balance
de resultados: “...Tenía
en su activo 1.607.210,30 pesetas y en su pasivo la misma
cantidad...”
(Ver cuadro superior).
Por
aquellos días pasaba, como era su costumbre todos los veranos, unos
días entre nosotros el Senador Vitalicio D. Martín de Zavala y
Andirengoechea por la provincia de Vizcaya, en el hotel “Baños de
Mar Bilbaínos” de Las Arenas.
Ese
mismo 8 de agosto de 1892 el Ayuntamiento de Getxo sacaba a subasta,
por el sistema de pliegos cerrados, la ejecución de las obras de
alcantarillado de Las Arenas bajo la base de 20.535 pesetas.
El
14 de julio de 1892, la Compañía del Ferrocarril de Las Arenas a
Plencia realizaba obras en el paso sobre el río Gobela en Las
Arenas. En la prensa local se hablaba sobre lo que dichos medios
llamaban “Obstruccionismo” de una Ley que el diario “El
Noticiero Bilbaíno” consideraba importante para la provincia y
para todo el estado. Se trataba de un Proyecto de Ley que ya había
sido aprobado por el Senado, referido a la elevación de las tarifas
de los ferrocarriles, de la que decía el diario: “...Para
el fomento y desarrollo de la industria siderúrgica, y por tanto
para dar ocupación a miles de brazos...”
Y que estaba en el Congreso pendiente de su aprobación; decían
respecto de las consecuencias de la elevación de las tarifas que:
“...Las
minorías del Congreso dicen que la elevación de las tarifas
beneficiará a las empresas del ferrocarril, en perjuicio del País.
Pero esto no es exacto porque se refiere dicha subida a las
expediciones en gran velocidad, que son las menos numerosas y menos
importantes, y en cuanto a los viajeros, solo tendrán que pagar el
mayor coste las clases pudientes, las que viajan con lujo y con toda
clase de comodidades...”
El día 12 de julio, el mismo diario informaba de una gran
movilización de los obreros del la cuenca del Nervión, la cual se
había producido la víspera y que
a decir de
los protagonistas era consecuencia del bloqueo de las minorías
republicanas. En aquella gran movilización que en opinión de la
editorial se debía: “...No
tenía otro objeto que ejercer el derecho de petición para que las
minorías cesaran en su posición obstruccionista...”
Los trabajadores de ambas márgenes de la ría, los de Las Arenas y
Algorta utilizando el tranvía y ferrocarril se dirigieron a Bilbao.
Allí, junto a los otros trabajadores del resto de la cuenca del
Nervión, dirigían un telegrama al Presidente del Gobierno Páxedes
Mateo Sagasta en el que decían: “...Los
obreros y obreras de una y otra orilla del Nervión, alarmados con lo
que está pasando en el Congreso de los Diputados, le manifestamos
que las industrias del hierro y el acero están muy escasas de
trabajo, lo que provoca que nuestros escasos ahorros se van
consumiendo, y vemos venir con espanto un triste invierno. Sin
embargo, si esa Ley se aprobara esa pavorosa situación podría
trocarse en próspera...”
La Diputación Provincial se sumó a aquella petición.
Pero
otras eran también las inquietudes de los habitantes de Algorta
relacionadas con la llegada de los veraneantes que ayudaban a mejorar
sus economías. Algunos propietarios anunciaban en la prensa el
alquiler de habitaciones para los bañistas: “...Se
alquila habitación, por temporada o por año, espaciosa, amueblada o
sin amueblar, con vistas al mar, enfrente del casino. Para informes
dirigirse al Café la Unión, frente al Casino de Algorta...”
Entre los anunciantes estaba la “Fonda San Ignacio” de Algorta
regentada por Dña. Josefa Uribe. Otro tipo de negocios, que en ese
14 de julio de 1892, venían a llenar la actividad de este barrio fue
la empresa “Onagoitia y Compañía quien solicitó autorización
para: “...Instalar
con la maquinaria correspondiente una fábrica de bebidas gaseosas
contra el camino que desde Amesti conduce al Colegio de D. Juan
Dourte en Algorta...”
El consistorio autorizaba realizar dicha instalación.
La
música era otra de las actividades que se veía incrementada por la
llegada del verano: “...En
nombre de la junta directiva de la Sociedad Coral “Orfeón
Algorteño”, D. Román Ibizate, solicita poder hacer sus ensayos en
el local donde se reúnen los músicos...”
El Ayuntamiento daba luz verde a aquella solicitud con la condición
de que: “...Los
ensayos tendrán lugar por las noches cuando no esté reunida la
Banda de Música, alternándolos con ésta para evitar cuestiones...”
La
llegada del verano y la gran afluencia de visitantes también
afectaba al barrio de Las Arenas. Su plazuela, la del puente, era
demandada por los vendedores ambulantes, que en ella plantaba sus
quioscos con autorización municipal. Entre aquellos vendedores
estaba D. Carlos Olea, vecino de Bilbao, quien vendía “galletas
finas”, D. Juan Callizo y otros vendedores.
En
esas mismas fechas era nombrado por el pleno municipal Inspector
Sobrestante D. Gregorio Arruabarrena, como responsable de las obras
de alcantarillado que estaba realizando en Las Arenas el vecino de
Algorta D. Domingo Zubizarreta. El sueldo que se fijaba para dicho
cargo era de 4 pesetas por día laborable.
El
14 de julio de 1892 Dña. Felicidad Perpetua de Unibaso y Zabala,
solicitaba una certificación para poder inscribir la casa denominada
“Tatoena Nueva” en el registro de la Propiedad. La edificación
había sido erigida por su madre política Dña. Francisca
Astorquiza, para entonces ya fallecida.
En
pleno del
14 de julio de 1892: “...El
Ayuntamiento de Guecho decidía dividir el Pueblo en tres secciones
para la designación de vocales asociados...”
Con esa división el municipio quedaba conformado de la siguiente
manera: “...Cinco
miembros por la 1ª Sección, cuatro por la segunda y dos por la
tercera. Quedaban encargados de formar las listas los concejales
Sres. Inchaurtieta y Azcorra...”
En
el pleno municipal del 21 de julio de 1892 se daba cuenta de un
oficio de la Compañía del Ferrocarril de Las Arenas a Plencia. En
él se hablaba sobre el paso del Gobela: “...Hemos
recibido un oficio relacionado con el paso o vado del ferrocarril en
el río Gobela, el cual se está ejecutando. Acordamos enviar dicho
oficio a los quejantes de aquel paso, D. Mathías Romo y otros
propietarios interesados de Las Arenas, Lamiaco y al Ayuntamiento de
Lejona. El Ayuntamiento de Guecho, una vez reconocido el paso,
emitirá un informe…”
En
la próxima entrada de esta serie veremos cómo se iba a extraer
tierra del monte de Aiboa para emplearla en el ferrocarril de Las
Arenas a Plencia.
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