El
embarcadero de Areeta-Las Arenas, como decía en mi entrada del 18 de
noviembre del 2019, se abrió al servicio público el 25 de agosto de
1916. Ya desde entonces esa instalación náutico-deportiva contaba
con un flotante. El proyecto inicial del flotante fue realizado por
D. Valentín Gorbeña el 1 de agosto de 1913. Pero el tiempo, las
marejadas y la corrosión no pasaban en vano y esa estructura
metálica, que fue objeto de muchas reparaciones, tuvo que ser
reemplazada por otra nueva en 1959.
Así
que volvió a ser objeto de un nuevo proyecto el 15 de enero de 1959
que firmaba D. A. Aguirre. El proyecto de “Flotador” para el
embarcadero de Las Arenas fue aprobado por una O. M. el 27 de mayo de
1959. El 25 de abril de 1962 fue adjudicada su construcción a la
empresa “Mutiozabal y Cia. S.A.”. El comienzo de las obras fue
fijado para el día 30 de mayo de 1962, fijándose el plazo de
terminación para el día 30 de diciembre de 1962. La última
certificación de la obra fue abonada el día 31 de julio de 1962.
Desde
su construcción en los años 1914-1916 habían cambiado las
circunstancias que dieron vida al diseño inicial, y a finales de los
años cincuenta los buques de pasajeros atracaban directamente en el
muelle del puerto exterior, frente a la estación marítima. En aquel
inicio de su existencia el flotador vio como su pontón era utilizado
para embarcar los socios del Club Náutico en un remolcador, que con
motivo de las regatas de yates de siete metros, llevaba a los socios
al Sporting Club.
Sin
embargo, el uso de las instalaciones del embarcadero se había visto
incrementado por pequeñas embarcaciones de recreo, gasolinos,
balandros botes y lanchas de remo de recreo o pesca, lo que hacía
que este fuera un lugar de gran concurrencia durante los meses de
verano.
El
flotador ofrecía dos líneas de atraque, una hacía el exterior y
otra hacia el interior, en las que podía abarloar cualquier
embarcación, así como descargar la pesca y sus útiles, también
accesorios de servicio para o de el Sporting (sede flotante del club
Marítimo del Abra, construida en 1900).
Este
flotador estaba constituido por dos pontones metálicos de 9,60
metros de eslora, 5,00 de manga y 0,95 metros de puntal, que
permanecían unidos por un tablero metálico compuesto por 4 vigas y
viguetas en forma de doble “T”. Estaba cubierto por un piso de
madera de roble, el cual quedaba a 0,80 metros sobre el nivel del
mar, altura por otro lado conveniente para el atraque de las
embarcaciones. En las líneas de atraque llevaba unas protecciones de
madera, además de montantes y candeleros de hierro para que pudieran
afianzarse las personas que iban a embarcar o desembarcar; así como
unas bitas para el amarre de embarcaciones pequeñas. A ambos lados
corriendo por las guías disponía el flotante de unos topes
amortiguadores (Ver fotografía inferior).
En
algún momento, ante el deterioro de este flotante, pensaron en
sustituirlo por un pontón de hormigón, pero la excesiva rigidez de
ese material desaconsejaba realizar ese cambio, teniendo en cuenta
que estaba sometido a vientos tempestuosos y a esfuerzos bruscos
provocados por las marejadas ya que se hallaba encajado en unas guías
deslizantes, lo cual suponía que en caso de rotura de uno de esos
cajones pudiera derivar en trágicas consecuencias, de hallarse en
ese momento ocupado por una gran aglomeración de personas, que
pudieran estar contemplando regatas y otros acontecimientos
deportivos. El hecho que el flotante llevaba en servicio desde hacía
45 años y que muchas partes se encontraban cementadas, se aconsejó
proceder al cambio del mismo.
El
precio previsto para su construcción ascendía a 1.369.343,40
pesetas, y se había previsto un plazo de ejecución de siete meses,
la redacción de dicho presupuesto fue realizada por el ingeniero D.
Pablo Otaola de la Maza.
Una
idea de los costes de la mano de obra en aquella época nos la da el
documento de justificación de precios: “...Un
oficial de 1ª cobraba 47,50 pesetas, el oficial de 2ª cobraba 44
pesetas, el de 3ª 40,25 pesetas y el peón 36 pesetas…”
Del resto de cargas de mano de obra nos da idea el cuadro de precios
superior.
Otros
precios de la época se referían a la madera utilizada en la obra,
que iba impregnada en creosota, que supuso 4.500 pesetas; el
transporte de la estructura del flotante por carretera que suponía
3,78 pesetas Tn/Km.
El
acta provisional de recepción del flotante fue realizada el 30 de
octubre de 1962, en la misma participaron los siguientes responsables
de la Junta de Obras del Puerto de Bilbao: “...D.
Alfonso Churruca y Calvetón (Presidente), D. Rafael Picó Cañeque
(Inspector regional de la 15ª demarcación), D. José Álvarez
Castelao (Ing. Dtor. de la Junta de obras) y el representante de la
empresa constructora D. Manuel Eguiluz Eguren...”
Sin embargo la recepción definitiva no se firmó hasta el 22 de
enero de 1964.
Alguna
de las referencias a este flotante aparecían ya en el “Anuario
Guía de Playas y Balnearios” de 1924: “...Es
notable el desembarcadero de Las Arenas. de 200 metros de longitud,
en dos tramos, construido de hormigón armado. Tiene cuatro escaleras
con mesetas de atraque cada 0,80 metros de altura un flotador de
16x10 metros, que sigue las oscilaciones de la marea, al que se puede
fácilmente atracar con pequeñas embarcaciones. Existen en dicho
embarcadero servicios de pago de retretes, lavabos teléfono...”
Hasta
aquí una pequeña narración sobre uno de los elemento flotantes que
en Las Arenas será difícil de olvidar, recordando aquellos
atardeceres contemplando la llegada de los pescadores, mientras la
marea nos mecía sentados en sus bancos de madera.
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