En
la anterior entrada veíamos cómo en 1884 las fuerzas armadas
seguían dando quebraderos de cabeza al consistorio de Getxo, y éste
sorteaba como podía, dando todo tipo de excusas a sus demandas. Y
cómo para solucionar el problema de los retrasos del correo peatón,
el Ayuntamiento acordaba dirigirse al administrador de correos de la
provincia.
El
7 de julio, el diario “Euskaldun-Leguia” adelantaba la noticia de
que el pasado viernes 4 de julio había quedado instalado el
telégrafo en el establecimiento de Baños de Mar Bilbaínos, de la
familia Aguirre, en Las Arenas. Ese día se trasmitieron varios
telegramas a distintos puntos.
En
julio de 1884 se daba cuenta de las órdenes superiores establecidas
en el Boletín Oficial de la Provincia, relativas a las normas a
contemplar sobre la sanidad. En concreto se referían a la salubridad
de las casas del vecindario, a las que ante una nueva epidemia de
cólera, se editaba un Bando en el que se decía: “...«En
vista de las circunstancias especiales y época en que atravesamos,
el Ayuntamiento acuerda que por medio de un Pregón a son de
tamboril, se recomienda a todos los vecinos para que sin perdida de
tiempo, blanqueen interior y exteriormente todos los edificios. Y con
arreglo al Bando de Buen Gobierno, se limpien todas las letrinas y
barran los frentes de sus casas hasta la mitad de la calle, debiendo
echar las basuras o polvo resultante a paraje distante que no sea
perjudicial para la salud pública»...”
Se les prevenía que de no cumplir aquellas normas se les impondrían
severas multas. A pesar de lo cual parece que los vecinos hicieron
caso omiso, por lo que se ordenaba a la Comisión de Policía velara
por el cumplimento de dicho bando: “...«Y
a los vecinos que no lo hayan verificado se les imponga la pena de
multa, sin contemplación de ningún genero, en vista de las
circunstancias de que está amenazado el pueblo por la invasión de
cólera y fiebre Amarilla, que reinan desgraciadamente en
Francia»...”
También a la empresa del tranvía se le apercibía para que retirara
los montones de tierra que tenía acumulados por las obras realizadas
en las inmediaciones de la plaza de San Ignacio.
La
alarma era grande. Sin embargo, algún comerciante y galeno bilbaíno
, en el “Eskaldun Leguia” del 21 de julio, periódico de
tendencia republicana federalista, cuestionaban la decisión de,
según ellos, crear una alarma infundada: “...«De
esas desastrosas decisiones adoptadas para preservarnos del morbo
asiático. En medio de este descomunal desconcierto que la previsión
de nuestros gobernantes ha producido, llevando la alarma a la
asustadiza imaginación y agitando de paso hondos conflictos
sociales»...”
Mientras se anunciaban siete fallecimientos en otras provincias del
estado (Valladolid). En ese mismo diario se daban consejos para
desinfectar, decían la improbable aparición del cólera:
“...«Aplicando
una lechada de buen cloruro de cal que despida fuerte olor a
cloro»...”
Y como de todo ha de haber en la viña del señor, algunos le
dedicaban bertsos divertidos, quitando importancia a tan temible
epidemia:
“...Que
se rieguen la calles,
aconsejan
los doctores.
Unos
dicen que alcoholes,
otros
thé verde,
otros
que aguas cocidas,
otros
que leche,
otros
que huevos crudos,
otros
que zarza,
otros,
en fin que pitos
y
otros que flautas...”
En
Bilbao la junta local de sanidad proponía al gobierno de la
provincia la supresión de las corridas de toros de las fiestas de
agosto y la fumigación de calles y posibles focos infecciosos.
Mientras desde París llegaban noticias esperanzadoras, ya que los
casos de infectados por el cólera, al parecer eran esporádicos, y
estaban en proceso de recuperación.
Mientras
el Ayuntamiento de Getxo hacía gestiones encaminadas a poder
utilizar la casa llamada “Hospital”, de la entonces ya finada
Dña. Francisca de Abaroa para internar a posibles infectados por el
cólera. Los albaceas de dicha benefactora, D. Luciano Alday y D.
Mariano Arana manifestaban: “...que
ni el Ayuntamiento ni los expresados albaceas podían disponer de
dicha casa para otros usos que los consignados en la escritura de
fundación...”
Esto llevó al consistorio a decidir: “...«Que
considerando que dicho era gravoso para los intereses del municipio,
y que los albaceas no consienten que el Ayuntamiento pueda disponer
libremente de aquel edificio, máxime en las actuales circunstancias,
con la epidemia de cólera que reina en la vecina república, este
Ayuntamiento debe rescindir la escritura de cesión, declinando desde
ahora toda inversión que pudiera recaer por la inversión de fondos
municipales»...”
Sin embargo, pocos días más tarde, el 30 de julio de 1884, el
propio Ayuntamiento se desdecía de aquel acuerdo: “...«El
acuerdo tomado por la mayoría a propuesta del Regidor Zalduondo, es
improcedente por lo tanto las consecuencias que pudieran resultar del
abandono de una fundación piadosa, por cuanto los fondos municipales
no pueden ser perjudicados por decisiones tomadas por miembros de
este Ayuntamiento, por lo que se decide no se abandone la casa
hospital»...”
Este hospital estaba destinado a dar acogida a los pobres de la
parroquia de San Nicolás de Algorta. Estaba en la calle Alango
(antes Matadero), servicio que años más tarde pasaría a ser
prestado por el Hospital-Hospicio.
Y
ante la proximidad de las fiestas, se recibía una comunicación del
Gobernador de al Provincia, denegando la solicitud municipal para
correr toros embolados durante dichas fiestas. El Ayuntamiento
recurrió ante dicho gobierno la decisión para poder correr los
toros durante los días 31 de julio y 12 de agosto. Acordando, sin
embrago, la eliminación de dicho espectáculo en los barrios de
Santa María y Las Arenas, proponiendo que el dinero de los toros
fuera destinado para: “...«Otras
diversiones para atraer a la gente»...”
El
24 de julio se recibía la autorización del gobierno para correr dos
toros embolados en Ereaga y el Puerto durante las fiestas de Algorta.
Y finalmente, durante las fiestas de Algorta, tal y como relataba “El
Noticiero Bilbaíno”: “...«El
día 31 de julio, Si correrá un toro embolado en la playa de Ereaga,
a continuación habrá una romería en la plaza de San Ignacio. A
las diez de la noche se quemarán vistosos fuegos artificiales en la
misma plaza. El día 3 de agosto, A las cuatro de la tarde habrá
carrera de andarines en la playa de Ereaga, y seguido romería en la
misma plaza del día anterior, hasta la oración, continuando de
nueve a once de la noche»…”
Para las fiestas de San Lorenzo se anunciaba:
“...«El
día 11 de agosto, a las diez de la mañana tendrá lugar una solemne
función de en la parroquia de San Nicolás de Bari. A las tres de la
tarde, en la plaza contigua a dicha iglesia, habrá riña de gallos,
seguida de otro juego. A las cinco romería en la campa del Castillo,
y de diez a doce de la noche gran baile campestre bajo la casa
consistorial.
El
día 12 de agosto, a las once de la mañana se correrá en el Puerto
un toro embolado. A las cuatro de la tarde se efectuará el juego de
la Samaritana con cántaros, entre Man
tequena y Calvetena; acto
continuo romería en la campa del Castillo, y baile campestre de diez
a doce de la noche en el mismo punto que el día anterior.
El
13 de agosto, a las nueve de la mañana habrá juego de patos y
cucaña en el Puerto; a las cuatro de la tarde romería en la
Avanzada, y a las nueve y media de la noche se quemarán vistosos
fuegos artificiales sobre el muelle del Puerto»...”
En todas las funciones religiosas y romerías intervinieron la Banda
de Música y los tamborileros.
En
la próxima entrada veremos cómo en julio de 1884 muchos pueblos de
Vizcaya, se veían en la necesidad de cubrir las cargas municipales
por medio de repartos o derramas al vecindario. Y cómo algunos
pobres imposibilitados del municipio se veían forzados a ser
atendidos por ordenes religiosas como “Las hermanitas de los
Pobres” de Bilbao.
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