En
la anterior entrada veíamos cómo la guerra causaba las penurias de
Getxo, mientras el consistorio se veía entre la espada y la pared
para poder cobrar los impuestos, ya que el barrio de Santa María
estaba controlado por las tropas Carlistas y lo cobrado del barrio de
Algorta no alcanzaba ni para el pago de un mes al ejercito Liberal.
El
22 de octubre de 1874, el Gobernador de la provincia, enviaba un
oficio en el que informaba de: “...la
colocación de un cable telegráfico entre Bilbao y Santander...”
El
control de entrada de artículos importados era rigurosamente
supervisado
por el Jefe de la guarnición de Las Arenas. El consistorio advertía
al caminero D. Ángel Egusquiza, que ejercía el control en el puesto
de guardia establecido a la entrada de la carretera de Bilbao a Las
Arenas para que no dejara paso a dichas mercancías. Los artículos
que habían sido prohibidos importar eran: “...Petroleo,
alpargatas de cáñamo y suela para zapatos. Se ordena al caminero
permanezca en dicha entrada para impedir la entrada de estos
productos...”
La
valija municipal era trasladada a Bilbao en una cartera de cuero, la
cual tenía un rótulo indicando Guecho e iba cerrada con un candado.
El coste de la misma era de 130 reales y fue adquirida al vecino de
Bilbao D. Gregorio López.
Comenzaba
diciembre de 1874 con noticias de la guerra, el teniente coronel de
la guarnición Liberal de Algorta D. Bonifacio Ruiz, reclamaba al
Ayuntamiento lo siguiente: “...Sabiendo
extrajudicialmente que en la secretaría de este Ayuntamiento,
existen instancias de vecinos de esta población dirigidas a los
Carlistas o sea a la Diputación, solicitando a la misma se exima
del servicio de armas rebeldes, alegando que sus hijos o parientes se
hallan ausentes; en ultramar unos y de marineros otros; bajo la más
estrecha responsabilidad e ese Ayuntamiento, proceda a efectuar su
entrega a mi autoridad para inutilizar dichos armamentos, aun no
estén en poder de las fuerzas de ocupación Liberales...”
Los
sellos de impuesto eran también sujeto de fraude, por lo que el 3
de diciembre se leyó un oficio del Administrado Económico de la
provincia. Ordenado se evitará el uso de los sellos de impuestos de
guerra fraudulentos, el Alcalde solicitó de la Diputación: “...que
la misma emitiera una regla de conducta a seguir...”
En esa fecha se hizo presente el informe sobre el cobro de arbitrios
de 1873: “...estando
presente al frente de este Pueblo Autoridad ilegitima o fieles
Regidores, fueron sacados a subasta pública los arbitrios de vino
tinto, blanco, chacolí, aguardiente y licores, que el rematante
valoró en 34.600 reales…,
estando
el mes de enero esta población totalmente ocupada por fuerzas
Carlistas rebeldes…
También se hizo entrega de vino a las fuerzas de la Nación
destacadas en Portugalete así como para las rebeldes...”
El
decomiso de bebidas alcohólicas, por no pasar las normas
establecidas, estaba a la orden del día. Entre los barriles
decomisados se encontraba alguno conteniendo Ron y otro de una bebida
dulce llamada Marrasquino, (un licor delicado, incoloro, glutinoso,
dulce y fragante. Que se hacía de una variedad de cerezas llamadas
marrascas, a las que se añadía azúcar, almendras y miel).
Aunque
a decir de las actas, no todo eran noticias de represalias, ya que a
veces la tropa colaboraba en el salvamento de náufragos. Era el caso
del siniestro acaecido frente al Puerto Viejo de Algorta el día once
de diciembre de 1874. Se hablaba: “…del
naufragio y destrozo de la barca “Juanita Bilbao”, en que
hallándose entre las olas y los cascos del buque los náufragos
fueron salvados, algunos de estos por D. Joaquín Roca y Beltrán,
soldado de la quinta compañía del segundo batallón de infantería
del regimiento Saboya...”
En la barca, cargada de madera y con destino a Barcelona, a
consecuencia de un fuerte temporal, murieron siete de los doce
tripulantes.
Finalizaba
el año con malas noticias para la educación de los niños, la
crisis económica llevaba al consistorio a adoptar una de las medidas
más controvertidas: “...en
las actuales circunstancias por falta de fondos…,
por
las cargas que ocasionan las Escuelas Públicas de Primera enseñanza
de niños de ambos sexos…,
y considerando que suprimirlas completamente traería consecuencias
quizá irreversibles…,
acordamos
suprimir y se suprime…,
desde
el día 1 de enero de 1875, mientras otra cosa no se determine, las
retribuciones a los maestros, que correrán a cargo de los padres,
quienes deberán satisfacer directamente al maestro...”
El sueldo del maestro de Algorta era de 3.300 reales anuales más
otros 990 como compensación de casa habitación; el de Santa María
recibía 2.200 y tenía casa habitación puesta por el pueblo. No
parece que aquella decisión contentó a los maestros, ya que el día
3 de enero el maestro de Santa María de Getxo D. Carlos de Salazar,
con razón, renunciaba a la oferta de hacerse con la plaza de
Algorta, ya que según su escrito: “...No
conviene a sus intereses el regentar la escuela de Algorta con la
rebaja y supresión acordada…,
por
lo que me quedo con la de Santa María, por la que tengo 5.000 reales
pagados en todos los conceptos...”
El Ayuntamiento para mantener su criterio afirmaba que: “...teniendo
en cuenta que hallándose abandonada, como se halla, la escuela de
Santa María por las circunstancias actuales es imposible dar la
enseñanza. Acuerda el Ayuntamiento que dicho maestro dé la
enseñanza como sitio seguro y sin peligro, en el edificio titulado
“Escuela de Náutica” de la feligresía de Algorta, reconociendo
a su favor 5.000 reales anuales. Pero como se expresaba en el acuerdo
del 31 de diciembre, debe de pasar a los padres las papeletas del
importe de las retribuciones...”
En
la próxima entrada veremos
cómo el nuevo año comenzaba al igual que el anterior, con ruido de
sables, caballos y una tropa que comía mucho y al parecer bebía
más.
es importante que la historia de un pueblo la sepamos todos y asi valorar lo que nos dejaron nuestros antepasados y podderlo dar a conocer a nuestros herederos sumamando mas acontecimientos que dar valor a un pueblo
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