Terminábamos
la anterior entrada viendo como la gran afluencia de mendigos
forasteros, provocó que el Ayuntamiento acordara que dichos
mendigos, cualquiera que fuera su sexo y clase, fueran despachados
inmediatamente del Pueblo.
Durante
la noche del 28 al 29 de abril de 1875 fuerzas Carlistas apoyadas por
gentes del pueblo, en la oscuridad de la noche, se adentraron en el
interior de la población de Algorta, esquivando las fortificaciones.
Más de 300 familias, temerosas de que pudieran realizar alguna
represalia, abandonaron la población. Algún regidor parece que se
sintió indispuesto, no pudiendo ser localizado. Para evitar nuevas
incursiones decidieron realizar un Blocado en las inmediaciones de
Alango. El Blocado para la defensa del pueblo decidieron edificarlo
en los terrenos de D. Franisco de Zubiaga, cercano a la casa
Santurtun; era un paraje situado entre una de la avenidas que
llegaban de Berango a Algorta, y a una distancia de 90 metros de las
casa próximas al fuerte de Las Canteras. En aquella zona estaba
establecida la iglesia entonces utilizada como cuartel. El trazado
para su construcción fue realizado por el Sargento Méndez y el
maestro de obras D. Manuel Otaduy, bajo la atenta mirada del Capitán
Ricardo Seco. La construcción, que no contó con el beneplácito del
propietario del terreno, costó al municipio 9.741 reales.
Hasta
el reloj de la torre de San Nicolás parece que se revelaba contra
las fuerzas Liberales, ya que el día 3 de mayo el comandante de
dichas fuerzas exhortaba al Alcalde a que se reparara, ya que a su
decir: “...Se
halla parado desde hace algunos días, y es necesario a las fuerzas
armadas para sus actos de servicio. El ayuntamiento acordaba que
fuera reparado por los grandes servicios que está destinado a
prestar tanto a la fuerza como a los vecinos...”
Las
reclamaciones de la tropa no cesaban, el día 9 de mayo de 1875, era
demandado por el Brigadier de la segunda fuerza de las fuerzas
Liberales acantonadas: “...se
exhortara la población que excitase los sentimientos filantrópicos
del vecindario para que hagan donativos de hilas, trapos, sabanas y
toallas con destino al hospital militar de Portugalete...”
EL Ayuntamiento tratando de justificar la escasez de útiles de es
clase decía: “...durante
el tiempo que permanecieron la fuerzas Carlistas en esta localidad,
hicieron acopio de gran cantidad de cajas de hierro, colchones,
almohadas, fundas, toallas y cubiertos. Sin embargo dio este
municipio en octubre a sus fuerzas, con destino al hospital militar,
31 colchones, 5 mantas, 2 almohadas, 127 sabanas y 128 fundas...”
La
circulación por algunas calles principales del Algorta está
prohibida para carros y coches, por los destrozos que en las mismas
provocaban las llantas de los carros. Era el caso de las dos arterias
principales del barrio: “...Tetuán
(actual Avenida Basagoiti) y San Nicolás desde Iturrieta hasta la
puerta del jardín de la casa llamada Telleche. Las mismas se habían
cerrado al trafico por un acuerdo del 29 de abril de 1871…”
Siendo desde aquella fecha peatonales.
El
agua, uno de los bienes más apreciados, escaseaba en Algorta, al
menos eso se desprende del lo anotado en el acta del 17 de junio de
1875: “...Hízose
presente que en esta población escasea mucho uno de los artículos
de primera necesidad que es el agua...”
Por lo que decidieron aprovechar un pequeño manantial próximo a la
casa de D. José Ramón de Arecheta, y realizar una fuente para el
consumo del vecindario. Por aquellos días decidieron construir
fuentes en Ereaga y Arrigunaga.
Parece
que en esas mimas fechas, el tratamiento para oficiales y tropa era
ciertamente clasista, ya que se ordenaba al Regidor D. Diego de
Uribarri que vivía en el barrio de Las Arenas: “...que
haga boletas de alojamiento los oficiales y militares de graduación
que tengan que alojarse en el barrio, para evitar la incomodidad de
dichos señores...”
El Comandante General de las fuerzas acantonadas en Las Arenas había
prohibido toda clase de suministros y pedidos, por el abuso que se
estaba cometiendo contra la población, y envió jergones y camas por
cuenta de la Administración Militar. Y no obstante el teniente
coronel del Regimiento de Infantería Murcia, del segundo batallón
acantonado en Las Arenas, pedía al Ayuntamiento el suministro de 22
camas para 44 hombres, !Parece que los pensaban hacer dormir de dos
en dos!. El Ayuntamiento a pesar de la prohibición expresa del
Comandante General contestaba al teniente coronel: “...este
Ayuntamiento dispuesto a secundar los buenos deseos de del referido
señor jefe, dentro de tres semanas empezará paja nueva,
proporcionando entonces la cantidad de paja larga que pueda con
destino al destacamento a su mando...”
Mientras, la tropa pernoctaba en tiendas de campaña, sobre la piedra
y tierra, en el duro suelo, que era donde colocaban sus raídos
jergones. El Ayuntamiento se vio en la necesidad de hacer acopio de
maderas, para hacer camastros, y evitar que durante el invierno los
soldados padecieran enfermedades, por el frío y la humedad de los
suelos.
Había
algunos artículos prohibidos por un bando de guerra del Comandante
General de Vizcaya, a los que se estableció unas tasas para poder
hacer frente a las demandas de los militares: “...Al
tabaco en rama de importación 90 reales de vellón; a toda clase de
reses1 real; a los cerdos 1o reales; a los corderos y cabritos 4
reales, siempre por cabeza; la lista era interminable y abordaba a
productos como el pan, trigo, patatas, café, bacalao, arroz,
sardinas prensadas, queso de bola cuya tasa era de 1 real; los cales
de lana también tenía un recargo de 1 real; los paraguas 4 reales;
la cántara de vino común 4 reales y el chacolí del país 2
reales…”
Decretaban que: “...cualquier
producto que trate de pasar de contrabando, será decomisado y será
para beneficio del pueblo...”
Aquellos derechos sobre la lista de artículos fueron enviados al
Gobernador de la Provincia: “...de
conformidad al párrafo 2º de la regla 2ª, del articulado 132 de la
Ley municipal del 20 de agosto de 1870. En el mismos se establecía
que era para sufragar los gastos de guerra...”
Y se nombraba recaudadores D. José Azcarate, Juan Bautista Incera y
a D. Lorenzo de Barrenechea. No obstante también acordaron pedir
autorización para su aplicación al Ministro de la Guerra.
En
la siguiente entrada veremos cómo al llegar las fiestas de San
Nicolás el consistorio agasajaba con bebidas a la guarnición
militar que estaba en la población con comida y bebidas. Así como
la orden del Gobierno de la Provincia para que se llevara a efecto el
empadronamiento de los barrios de Algorta y Las Arenas.
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