viernes, 4 de julio de 2014

LOS ESPECTÁCULOS CALLEJEROS EN GETXO


Los espectáculos callejeros en Getxo, aquellos comediantes que desde principios del Siglo XIX hasta mediados del XX recorrían nuestras calles y plazas, eran la atracción de no pocos días del verano. Se les esperaba con ansia, rompían la monotonía de una época en blanco y negro, en la que eran, casi, el único divertimento, que niños y mayores podían contemplar en las plazas públicas, teniendo como asiento el polvoriento suelo o una simple banqueta de madera, que se llevaba de casa debajo del brazo. 
 
Para estos espectáculos, además de las normas municipales, existían normativas de la “Diputación General del Señorío de Vizcaya”. En 1801 el Intendente de Policía del Señorío de Bizkaia redactaba unas normas a aplicar en todas las poblaciones y ciudades. Entre las mismas había una específica, el articulo nº 6, dirigida a: “...Expedir las licencias para usar armas, y los permisos de que necesitan para ejercer sus profesiones en calles y plazas, los cantarines, saltimbanquis, portadores de linternas mágicas, titiriteros, volatines, conductores de osos o monas, y todos los demás que ejerzan profesiones ambulantes...”. 
 
También entre aquellos artículos se colaban otros de control de la población, de sus opiniones acerca de su visión de los gobernantes, que quizá hoy se denominarían bajo un rimbombante nombre o camuflado como encuesta sociológica. Aquellos controles que se ejecutaban mediante informes que debían dirigirse a diversos departamentos de la Diputación y al ilustrísimo Señor Superintendente general, se dividirán en tres capítulos intitulados “Seguridad pública, Espíritu público, y Subsistencias”. 

El relativo al control de las actividades de los vecinos, decía: “...El segundo capítulo comprenderá las noticias relativas a la tendencia del espíritu público: explicará de qué manera influyen en él las disposiciones del Gobierno: indicará las ocurrencias que lo pervierten o lo mejoran: qué efecto producen sobre él las tentativas que se hagan sea para corromperlo, sea para dirigirlo: en qué pueblos se muestra mejor, y en cuales peor, y las causas que influyen en estos resultados...”. 

 
 
Pero volviendo al tema inicial, que ya dediqué una entrada titulada “Los Volatineros, Artistas Callejeros” el Viernes 6 de enero del 2012, eran actuaciones ciertamente imaginativas por la escasez de los medios con que contaban los saltimbanquis. Me detendré en alguna de ellas, por ejemplo la de “La linterna mágica”: Fue un medio audiovisual que proyectaba lo que podría denominarse sombras chinescas o estampas, basado en la proyección de imágenes y uso sincrónico de sonidos que tuvo entre los siglos XVII y XIX una significativa trascendencia cultural. Su desarrollo correría parejo a la “magia representativa”. Una serie de aplicación de principios físicos, que permitían la proyección de aquellas imágenes. Se consolidaría en el primer cuarto del Siglo XIX, llegando a su decadencia en las primeras décadas del XX. Tengo ligeros recuerdos de aquel espectáculo en las noches de verano en mi barrio natal Areeta-Las Arenas. 
 
De los saltimbanquis o volatineros, de los que como decía anteriormente ya hablé, cabe recordar a uno de ellos, que en los meses de verano llenaba la plaza de Alango, entonces aún sin asfaltar. “Majataba el Fakir”: Curioso personaje de piel cetrina, que por los años 50-60, visitaba nuestro barrio. La gente acudía a aquellas representaciones provista de banquetas de madera y sillas plegables. Realizaban su propaganda por al Avenida Basagoiti, con un “mono titi” apoyado sobre el hombro, luciendo en su cabeza un gorro troncocónico rojo, con su borla balanceando, cual guardia mora de la época franquista, en su mano portaba una campana que hacía sonar antes de pregonar a los cuatro vientos el lugar, la hora de su actuación. 

 
Entre los espectáculos que ofrecía podíamos ver : Simulaciones de tragar clavos y bombillas, se atravesaba su cuerpo con grandes agujas, descansando sobre una tabla de clavos. Recordaba un vecino que había anunciado “...Majataba permanecerá enterrado 24 horas bajo la arena de la playa..”, incluso hubo quien hizo guardia durante la noche para sorprender al ilusionista. Se cruzaron apuestas, pero “...Majataba seguía allí abajo cuando empezaba a clarear el día...”. Al desenterrarlo estaba medio muerto. Es seguro que se ayudaba de algún objeto (tuvo, caña o similar) para pode respirar. Mientras tanto su avispado ayudante, que cogía las apuestas, no pareciendo estar seguro de su supervivencia, puso tierra de por medio, obviamente con el dinero de muchos cabreados vecinos. Aquel personaje permaneció algún tiempo entre nosotros tratando de encontrar un trabajo que le permitiera realizar una dieta más rica en proteínas que la de las cortantes bombillas. 

Otro “comediante” muy esperado era “El Gran Ramplín”, el Volatinero. Era un buen funambulista, aunque quizá su número más esperado era cuando se metía un sable verídico, según lo atestiguaba el Ferrón de Durango, por la boca hasta el estómago. “La Pitonisa Juana” hacía juegos malabares y acertaba el porvenir por sólo una peseta rubia. Esta mujer tocaba el saxo tenor y golpeaba un tambor con el pie con gran ritmo. Generalmente, las troupes actuaban en plazas fijas. Había público forofo que asistía a sus representaciones siguiéndoles por pueblos y barrios. En Getxo comenzaban por Areeta-Las Arenas, llegaban a la Plaza de Alango, en Algorta y terminaban en La Venta de Andra Mari. 



Quizá entre aquellos espectáculos, aunque no nombrados al comienzo, debiera de incluirse el “Circo”, que tuvo sus momento a comienzo de los años 30-50. Espectáculo que, como hoy en día, también era propenso a algunos empresarios de pocos escrúpulos, como el que el 4 de Agosto de 1932 abandonó a fieras y artistas, durante la actuación del “London Circus”, en el barrio de Algorta. Aquel avispado negociante, que había dejado deudas por todo Bizkaia, levantó el vuelo, dejando a toda su “trup circense”, como decía la prensa “...fieras, leones y panteras, muertas de hambre...”, ante la espantada de los responsables. Nadie se atrevía a dar de comer a aquellos pobres animales, y ante el peligro que su desatendida presencia representaba, el Secretario Municipal hubo de presentarse en el Gobierno Civil para realizar la oportuna denuncia. 

 
Otra de aquellas representaciones era las de las “marionetas”, representaciones que en 1954, se llevarían a cabo en dos lugares de nuestro Pueblo: la primera en el “Frontón de Las Arenas” (junto al Bar Novelty), el día 22 de Julio, en funciones de tarde y noche, y la segunda en el “Gran Cinema de Algorta”, el día 23 de Julio; aquel espectáculo correría a cargo del grupo de teatro móvil madrileño “Las Marionetas de Talio”. Esta puesta en escena correría a cargo del titiritero madrileño Natalio Rodríguez López “Talio”, autentico artista que manejaba con gran destreza los guiñoles y las marionetas que vio en Italia, en el famoso teatro Piccoli. Se da la circunstancia que este creador de ilusiones infantiles, era esposo de Josefa Moreno, padres del conocido artista y ventrílocuo, además de médico y conocido empresario de sagas televisivas, José Luis Moreno. 

  
Pero como en aquellos años nada acontecía sin dar puntada, que el pensamiento único lo auspiciara, esto sucedía porque dentro de aquel mundo, alguien de la Falange Española ideó que aquellos títeres podían servir como un excepcional medio de propaganda para la formación de opinión en los niños, nada mas sutil que algo aparentemente inocuo como las marionetas, era utilizado para adoctrinar. 
 
Hasta aquí un pequeño recorrido por aquel mundo que entre titiriteros, volatineros, comediantes, artistas circenses y guiñoles recorrieron nuestros pueblos, dando con sus espectáculos momentos de asueto a niños y mayores. Hasta que llegó la tele y les hundió el negocio.

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