domingo, 25 de septiembre de 2022

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -287-

 

En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX, veíamos como el el Ayuntamiento de Getxo discurrían sobre el sorteo para nombrar a los Asociados que iban a constituir la Junta Municipal.

En la prensa bilbaína, el 3 de agosto de 1895, aparecía un anuncio pagado por el Ayuntamiento de Getxo en el que se anunciaba: “...Grandes Fiestas en la Anteiglesia de Guecho.- Autorizado por el Ayuntamiento, la Comisión de Fiestas informa de los festejos que se ha dispuesto celebrar en Algorta:

Día 4 de agosto, repetición de la romería de San Ignacio.-Por la tarde romería en la plaza de San Ignacio, de diez a 12 de la noche romería campestre el la misma plaza, así como una representación de los “Cuadros Disolventes” por los afamados ilusionistas hermanos Peluispe. La maquina o aparto de proyección tiene un poder proyectivo capaz de presentar imágenes con una realidad verdaderamente asombrosa, mediante un disco de siete metros...” (“El Nervión” del 3 de agosto de 1895). Además el barrio de Las Arenas iba a poder disfrutar de un concierto ofrecido por la Banda de Garellano.

Por esas fechas, algunos ciclistas se quejaban de la conducta incívica de algunos habitantes del barrio de Las Arenas: “...Se lamentan muchos ciclistas de que en varios puntos de la carretera de Las Arenas, y también en algunas otras, se entretienen cierta clase de gente, en colocar en el firme pedazos de cristal y otros objetos para que se estropeen los neumáticos, y además azuzan a los perros para que molesten a los ciclistas...”(“El Noticiero Bilbaíno” del 4 de agosto de 1895).

Y en medio de aquel ambiente festivo, en la Villa de D. Diego, en los jardines de Albia, se erigía una estatua dedicada al cronista bizkaino, “Antón el de los Cantares” (D. Antonio de Trueba): “...Se va a instalar en el medio de un pequeño y vistoso jardín, frente a un consistorio que con su elegante arquitectura realza la efigie, se levanta esta sobre sobre pedestal sencillo y de buen gusto. La estatua aparecía como animada de algo real y misterioso. Y es que en el fondo de aquella obra de arte late el alma que asistió en vida al egregio alavés. !Vivan los fueros! He ahí el grito de devoción...” (“El Noticiero Bilbaíno” del 4 de agosto de 1895).

En el mismo diario, y el mismo día, se informaba sobre las Fiestas de San Ignacio en Algorta y algún acto musical en Las Arenas: “...Animadísima estuvo ayer la repetición de la romería de San Ignacio en Algorta. También en Las Arenas reinó gran animación. La Banda de Garellano, situada en el kiosko de la Plazuela, ejecutó alegres piezas hasta bien entrada la noche. Y todo esto a pesar de lo desapacible del tiempo. Los trenes, tranvía y transbordador movieron a gran número de personas...” (“El Noticiero Bilbaíno” del 4 de agosto de 1895).

Desde pequeño me solía explicar mi Aita a cerca de un fenómeno que se produce en el horizonte marino cuando cae el sol, se trata del llamado “Rayo Verde”. En un artículo titulado “Revista Científica” de uno de los diarios bilbaínos, en agosto de 1895, hablaban sobre el mismo: “...¿Habéis observado alguna vez el sol, cuando se pone sobre el horizonte del mar? Sí, sin duda? ¿Y le habéis seguido hasta el momento en que la parte superior de su disco, rozando con la línea del agua va a desaparecer de vuestra vista? Es muy probable. Pero, ¿habéis observado el fenómeno que se produce en el preciso instante en que el astro radiante lanza su último rayo, si el cielo está sereno, sin celajes? No? Pues la primera vez que podáis, la ocasión se presenta rara vez, observad a Febo. No será, como podéis suponer, un rayo rojo el que se reflejará en la retina de vuestro ojo, será un “rayo verde”. Los antiguos egipcios, según Mr. William Grafi, fueron impresionados vivamente por ese espectáculo, y en la mitología concedieron un papel muy importante al “rayo verde”. Para ellos el sol, desde que desaparecía en Occidente hasta su nacimiento en Oriente, al pasar debajo de la tierra, se revestía del color “mafek”, nombre egipcio de un mineral verdoso. Así, pues, siendo la desaparición del sol el símbolo de la muerte, el verde mafek llegó ha ser el color de la tristeza y del duelo; y a Osiris, Plutón de los egipcios se le pintaba con frecuencia verde. Los sarcófagos de los grandes pontífices de Amón, conservados actualmente en el museo de Ghisch, suministran ejemplos numerosos del papel fúnebre representado por el mencionado color. Sobre sus paredes se ve con frecuencia pintado de verde el disco solar...” también el escritor, dramaturgo y poeta francés, Julio Verne, hizo su aportación al fenómeno en su obra “El Rayo Verde”, novela de aventuras sobre una singladura marítima, en la que Helena, una joven huérfana se empecina en ir a la búsqueda del “Rayo Verde”: “...Un pequeño destello de color verde que se puede ver en la parte superior del disco solar, durante los segundos previos a la total desaparición del sol por el horizonte, en el atardecer, donde la leyenda decía que dos personas que lo viesen a la vez quedarían automáticamente enamoradas la una de la otra...” Este fenómeno se produce a causa de la refracción de la luz del sol. El disco solar rojo, que está más abajo, será el primero en desaparecer, luego el naranja y el amarillo, y por último el disco verde, pues el azul y el violeta son demasiado débiles para poder apreciarse. Es en este momento cuando se observa el rayo verde.

El día 7 de agosto de 1895, informaba un diario bilbaíno, sobre la publicación en la “Gaceta” de la ley promulgada en las Cortes, decretando la nueva división electoral del Señorío para las elecciones a diputados a Cortes: “...Vizcaya queda dividida en seis distritos: Bilbao con 11.560 electores, Baracaldo con 9.611, Durango con 9.476, Guernica con 7.987, Marquina con 5.788 y Balmaseda con 10.485...” En uno de ellos se encontraba nuestra Anteiglesia, y la información incluía el número de electores: “...El Distrito Electoral de Baracaldo lo forman: Barrica con 111 electores, Baracaldo con 8071, Begoña con 601, Berango con 129, Derio con 55, Deusto con 612, Echevarri con 78, Erandio con 918, Fica con 75, Gamiz con 127, Gatica con 222, Gorliz con 153, Guecho con 799, Lauquiniz con 126, Lejona con 190, Lujua con 210, Plencia con 289, San Salvador del Valle con 1502, Sondica con 129, Sopelana con 165, Urduliz con 185 y Zamudio con 219...” (“El Noticiero Bilbaíno” del 7 de agosto de 1895).

El jueves 8 de agosto de 1895 iba a ofrecer un concierto, de cinco a ocho de la tarde en la Plazuela de Las Arenas, la Banda de Garellano. Las piezas que ofrecieron fueron: “...El pasodoble “El Heraldo” de Gomez; El walss “La Bercuese” de Emile Waldteufel; la polka “Aufri Panki” de William Frarbach; la mazurca “Las Golondrinas” de Roig; el chotis “Julián” de Martínez; el tango “Chinita” de Valvist y finalmente la “Gran Jota Aragonesa” de Duran…” (“El Noticiero Bilbaíno” del 8 de agosto de 1895).

A partir del día 4 de agosto de 1895, fecha en la que la prensa comenzó a informar de la apertura de una Tómbola a Beneficio de los sordo-mudos y ciegos del País Vasco, el Ayuntamiento de Getxo acordaba participar desde el día 8 de agosto con una donación: “...Acordó el Ayuntamiento autorizar a los señores Alcalde, Presidente y Regidor D. Asensio Inchaurtieta, para que compren algún objeto por valor de 50 pesetas, y lo entreguen a la tómbola en sufragio de los sordo-mudos y ciegos, del Asilo establecido en Deusto...”

En la próxima entrada de esta serie veremos como el Ayuntamiento acordaba pedir al rematante de las obras del Hospital Hospicio de Algorta, construir un aljibe con capacidad suficiente para el consumo de dicho Hospital.

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