miércoles, 14 de diciembre de 2016

LOS PASTOS DE LAS CASTILLAS



La sequía, esa plaga que durante muchos años azotó las llanuras castellanas, trajo a nuestras laderas muchos rebaños de ovejas en agosto de 1868.

Durante la llamada “Edad Moderna” (1453-1789) los pastos de calidad fueron escaseando y se produjo en Bizkaia un cierre de filas frente a los llamados “ganados foráneos”. A principios del Siglo XIX, se acusaba a los pastores de ovejas de arrasar los pastos comunales. No solo quedaban ahí las acusaciones, ya que al parecer la picaresca hacía que algunos contrajeran matrimonios fraudulentos para poder acceder a los pastos. Incluso se llegaron a escriturar, por parte de hacendados, cabezas de ganado foráneo, como negocio. Esto devino en que la diputación tomara cartas en el asunto. En 1865 se realizó por parte de la diputación un censo de la cabaña ovina. Los baserritarras temieron que fuera el principio de un nuevo impuesto, por lo que los responsables provinciales del recuento necesitaron ayuda de la fuerza pública para realizar su cometido.
 
Ya en julio de 1867 el consistorio asignaba para pastos públicos de aprovechamiento comun, algunas zonas de la Galea, Baserri, Aiboa, Canteras, Gobelaurre, Arechetaurre y de la Avanzada. En 1868, la diputación solicitaba a los ayuntamientos que abrieran sus pastos y montes comunes a los rumiantes afectados por la sequía castellana. El día 20 de agosto de daba cuenta en un pleno municipal, de una circular remitida por la “Diputación General del Señoría de Vizcaya” el 13 del mismo mes, en la que solicitaba a nuestro consistorio que señalara los montes y pastos comunes en los que pudieran pastar “...los ganados de las castillas, a causa de haberse secado los pastos de su provincia...” El consistorio, después de tratar el tema con la Diputación, acordó que: “...existe en este Pueblo el pasto conocido con el nombre de “Galea” de unos 300.000 metros, y que linda con el mar cantábrico, y aunque es el único donde concurre el ganado de la mayor parte del Pueblo, el Ayuntamiento ofrece dicho pasto para que se pueda utilizar sin que perjudique la asistencia de los locales...”

No era este solamente el pastizal que utilizaban los vecinos de Getxo, ya que anteriormente, en marzo de 1868, se informaba de un contencioso con el Estado, sobre unos terrenos de pasto y juncales en “Cresalsu”, que dicha autoridad pretendía adquirir. En el acta municipal se hablaba de: “...un terreno juncal en el termino llamado Cresalsu, perteneciente a propios de esta Anteiglesia...” Tras deliberar el consistorio acerca de la venta al estado, seguía: “...como es el expresado terreno, como efectivamente lo es, de la clase de reservado para pasto y aprovechamiento común de los vecinos, cuyos juncos sirven y son empleados para convertirlos en abono vegetal; por cuyo motivo, y porque no es conveniente privar a los agricultores de un pasto del que se aprovechan dos utilidades diferentes, no puede este Ayuntamiento prestar su consentimiento para vender dicho terreno...” Terminaba su razonamiento diciendo: “...no puede vender dicho terreno, sin desatender el sagrado deber y la obligación que tiene de velar para que los bienes comunes, sometidos a su cuidado, no sean conculcados...” El ayuntamiento, en cualquier caso, trataba de dejar a salvo: “...para que en ningún tiempo, ni en ningún caso pueda perjudicarle la falta de claridad, respecto de este caso...” Recurrieron el asunto, pero en junio del mismo año recibían la contestación del Gobernador, con un escueto “No ha lugar”.


La venta de aquellos terrenos venía precedida por la llamada Ley Madoz de 1855, sobre bienes comunales, montes argomales de uso libre y gratuito para todos los vecinos, de los que se beneficiarían entre los años 1864 y 1876 quienes urbanizaron Las Arenas y Getxo.

No parece que los vecinos de Getxo estuvieran de acuerdo ni con la llegada de las ovejas foráneas, ni con la venta de los terrenos de pasto. Más tarde les tocaría el turno a los terrenos de la Galea. Estos datos han sido sacados de los libros de acuerdos de 1864-1868.

3 comentarios:

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  3. Desde luego, podemos decir que Las Arenas es fruto de un atentado en toda regla contra la naturaleza, hoy impensable.
    Me cuesta imaginarme esa playa desde Churruca hasta La Bola.
    Hoy día, un entorno muy parecido podía ser la playa de Rodiles, en Villaviciosa, Asturias, con sus larga playa, sus gran zona arbolada y la ria en el lado izquierdo de la misma. Que bonita zona era Las Arenas, ahora un hervidero de coches y un paraíso de la inversión inmobiliaria por suerte ya no tan descarada, con inmuebles al alcance de muy pocos privilegiados.
    Se debería promover, por locura que parezca y aprovechando la buena calidad de las aguas, la recuperación de aquella playa kilométrica.

    Dejo aqui una foto de cómo veo yo esa playa en la actualidad:
    https://flic.kr/p/RkrNSM

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