En la anterior entrada de esta serie sobre el último cuarto del Siglo XIX, veíamos como, la epidemia de viruela acechaba a municipios próximos a nuestra Anteiglesia.
En el pleno del Ayuntamiento del 9 de diciembre de 1897 se trataba sobre: “...Un oficio del Vigía del Semáforo de la Galea, solicitando permiso para colocar postes en los terrenos de dominio de este municipio, para instalar una línea telefónica desde aquel edifico a Algorta. Acordaba el Ayuntamiento pasar a tramite el asunto al departamento de Gobernación y Policía, a fin de que fije los puntos donde se puedan colocar sin que suponga estorbo para la vía pública...”
Debido a un pleito, surgido entre dos particulares, sobre la propiedad de la plazuela de Ereaga, el Ayuntamiento de Getxo en el pleno del 9 de diciembre de 1897 realizaba una consulta al Registro de la Propiedad de Bilbao: “...Se hace constar que habiéndose personado en la Oficina del Registro de la Propiedad del partido de Bilbao, con el fin de informarse de que modo podría ser suscrito en dicho registro la Plazuela de Erega, habiendo manifestado el Sr. Registrador que era muy dudoso el poder pasar por el Registro aquel terreno porque ofrecía varias dificultades para ello, y además es contario a la inscripción de las vías públicas por hallarse exceptuadas de ese requisito por Ley. Acordaba el Ayuntamiento ordenar al Arquitecto Municipal se levantara un plano de dicha plazuela para lo que pudiera servir al Consistorio...”
Lo que las autoridades locales llamaban “jugar a los prohibidos” parece que era una actividad que se iba implantando en algunos establecimientos de bebidas de las cercanías de la capital Bizkaina: “...El inspector de vigilancia ha practicado registros en algunos chacolies de las inmediaciones de Bilbao, donde parece que se jugaba a los prohibidos...” (El Nervión del 10 de diciembre de 1897).
Durante esos días de principio de diciembre de 1897, las mares y los temporales hacían que las dificultades para el transito de los vapores obligaran a permanecer amarrados en puerto a aquellos barcos, que en algunos casos rompían amarras: “...El vapor «Marques de Mudela» que con cargamento de carbón para la fabrica «La Vizcaya», se halla amarrado a las boyas debido a las grandes resacas, ayer tarde rompió unas cuantas amarras teniendo que subir a la dársena de Axpe a esperar el turno para la descarga. A causa del mal estado de la mar no hubo salida de buques de nuestro puerto. Durante el día de hoy no ha cesado un momento de llover. La ría ha crecido y arrastra despojos de los montes. Los dueños de las embarcaciones han redoblado las amarras. Se teme la llegada de una riada...” (El Nervión del 10 y 11 de diciembre de 1897).
Mientras la epidemia de la temida viruela comenzaba a extenderse por nuestros pueblos: “...En Deusto ha fallecido una niña. Parece ser que en Ortuella y Valmaseda, se ha desarrollado una epidemia variolosa entre las niñas. Según nos comunican de Erandio, en el barrio de la Ribera han ocurrido algunos casos de enfermedad variolosa...” (El Nervión del 12 de diciembre de 1897).
Un articulo dedicado al pavo, me ha llamado la atención, el mismo nos relata, haciendo historia, sus procedencias y las costumbres gastronómicas que con tan opulento animal se hacían: “...El pavo es oriundo de la India. Los fenicios ya conocían una especie de pavo, menos varioloso que el actual, y los griegos abusaban en sus festines de las pechugas de estos animalitos. En Roma el pavo estuvo postergado mucho tiempo por el cabrito. Lúculo lo despreciaba por insípido, y la madre de Nerón le profesaba un odio tradicional en la familia de Agripina. El pavo pasó a través de la Edad Media como una sombra sin alas ni pechuga. Los frailes le odiaban y hasta le llamaban «pajarito», El descubrimiento de América influyó mucho en la suerte del pavo, y la Reforma le colocó al nivel de las aves más revolucionarias en materia religiosa. De América vinieron aquellas especies de «pavos colombianos o columbas», que aún se come en algunas casas de la clase media. Los franceses inventaron el pavo trufado, y desde que se averiguó que esto era uno de los mejores manjares predilectos de los dioses, la suerte del pavo ha venido muy a menos. Hay pavo que sale de casa de un recaudador y pasa al poder del maestro de escuela: el maestro se lo regala al cura; éste al médico, y el médico se lo devuelve al propio recaudador...” (El Nervión del 14 de diciembre de 1897).
Y aproximándose las fiestas navideñas, algunos datos de prensa, nos adornaban la afición de los Bizkainos por los juegos de azar: “...A ciento sesenta mil duros, o sea ochocientas mil pesetas, o sea tres millones doscientos mil reales, asciende hasta la fecha la cantidad invertida por la provincia de Vizcaya en billetes del sorteo de Navidad...” (El Nervión del 16 de diciembre de 1897).
Una de las casas situadas en la calle San Martín de Algorta, era asunto del pleno municipal de Getxo del 16 de diciembre de 1897. Se decía en el pleno respecto de dicha edificación y su propietario: “...Se da cuenta del informe emitido por el Arquitecto Municipal acerca de una instancia presentada en nombre de D. Lorenzo Areilza, vecino de Bilbao, solicitando permiso para reformar la casa de dicho señor Areilza, llamada «Arestiena», que según el Arquitecto Municipal debe de considerarse como construcción no urbana, por hallarse su emplazamiento dentro del plano de población de Algorta...”
Esta casa, de nombre Arestiena, se encontraba situada en dicha calle San Martín, entre los números 14 y 16 según el libro «Getxoko Leku Izenak» de Mikel Gorrotxategi. Según el mismo libro: “...La Calle Arestiena estaba situada entre las calles Areilza y Bajada de Arrigunaga...” Y según el callejero del Ayuntamiento de Getxo de 1928: “...La calle Areilza iba desde la Avenida San Martín, hasta salir a Talayeta por la finca de D. Juan Uriarte...”. Otra vivienda de la misma zona, esta en la calle San Nicolás de Algorta, requería por parte de su propietaria fuera reconocida para ser habitada: “...Se da cuenta de un informe remitido por el Arquitecto Municipal, sobre una instancia presentada por Dña. Carolina Mandaluniz, quien solicita sea reconocida la casa llamada «Dominguena», reedificada hace poco tiempo, para poder ser habitada...”
En la próxima entrada veremos como, se presentaba una moción debida a un desacuerdo entre los ediles, sobre una calle de nueva construcción en la zona de la iglesia de San Nicolás de Algorta.
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