Agate Deuna (Santa Águeda), una fiesta que se celebra en Euskal Herria el día 5 de febrero, aunque la tradición manda que los coros salgan la noche del día 4 de febrero. Fiesta que nace como un canto al renacimiento de la naturaleza, como algo de un carácter muy femenino, que estaba dormido, es como dar a luz al nuevo año, por eso las cuadrillas, con el golpeteo rítmico del suelo con las makillas llamaban al despertar de la naturaleza, para que con la llegada de la primavera, tras el solsticio de invierno, esta, comience a dar sus frutos.
Costumbre, por otro lado, que dicen tiene sus orígenes en una santa de Catania, de la que cuentan, sus restos volvieron a esa población en el año 1126, tras haber sido robados en el año 1040.
Esa tradición, y otras, se celebraban con carácter anual, pero con el paso del tiempo fueron quedando relegadas a las zonas rurales, mientras en las poblaciones mayores iban quedando relegadas al olvido. Por lo que la antigua tradición de cantar por las calles en fechas significadas, como la víspera de Santa Águeda, fue introducida por Juventud Vasca en 1912. Decía el diario “El Noticiero Bilbaíno” del 5 de febrero de 1912: “...Un grupo de jóvenes nacionalistas proyectó restablecer en la Villa la costumbre tradicional, que existe aún en la gente joven de las aldeas, de cantar a la puerta de los caseríos la víspera de la noche de Santa Águeda, destinando la recaudación que obtuvieran para el Ropero y Escuelas Vascas...”
En 1913, el escritor Evaristo Bustintza (Kirikiño), colaborador del periódico Euzkadi, produjo una versión estandarizada del Agate Deuna, que con el paso del tiempo se iba a implantar como versión más cantada.
Evaristo de Bustiza (Kirikiño), poeta y escritor vasco, fue el compositor de estos tradicionales bertsos, que los coros de Santa Águeda cantaron por primera vez en Bilbao:
“...Aintzaldu daigun Agate duna,
Bijar da, ba, deun Agate.
Etxe onetan zorijon utza
Betiko euko aldabe...”
“...Glorifiquemos a Santa Águeda,
Pues mañana Santa Águeda es;
En esta casa felicidad completa
Ojalá tengan siempre...”
Celebración que forma parte de un núcleo de fiestas que comienzan con la Candelaria (2 de febrero), San Blas (3 de febrero) y Santa Águeda (5 de febrero). En torno a las mismas se rememoran en Euskal Herria diversas tradiciones, entre las que caben los coros que en la víspera de la Santa de Catania, que salían a la calle entonando bertsos y postulando el aguinaldo. En las zonas rurales era costumbre que los habitantes de los caseríos esperaran a los rondadores, a quienes al finalizar agasajaban. El solista del grupo solía entonar estrofas dedicadas al jefe de la casa (Etxeko-Jaun), a su esposa (Etxeko-Andre) y también a otros miembros de la familia, mientras que el resto de los cantantes al compás de las “makillas” repetían estas y otros bertsos, finalizando con el “...Eup”. A esa costumbre la que llamaban “pedir Santa Águeda”. Al comienzo, las cuadrillas recogían el aguinaldo en especies: huevos, chorizos, chistorras..., además de dinero, y con lo que recogían, posteriormente organizaban una cena.
Las costumbres de los rondadores variaban, dependiendo de las zonas, pero a veces también de las circunstancias bélicas. Tal fue el caso de 1917, en que el día 1 de febrero, los imperios centrales de Europa (Alemania y Austria-Hungría) acordaban, según una nota difundida por el diario bilbaíno “El Pueblo Vasco”: “...Que a partir de primero de febrero, los imperios centrales procederán, sin previo aviso, y por todos los medios, a la interrupción del tráfico marítimo alrededor de la Gran Bretaña, Francia y de Italia, así como en el mediterráneo oriental...” Cosa que con anticipación ya habían realizado el día 29 de enero de 1917, según contaba el mismo diario, en que era hundido el vapor “Algorta” perteneciente a la “Compañía de Sota y Aznar”, por un submarino Alemán, el vapor iba tripulado por Gerardo Larrañaga como Primer Oficial.
En medio aquella vorágine, de la primera guerra mundial, la salida de los coros fue prohibida, según contaba el día 5 de febrero de 1917 “El Pueblo Vasco”, para evitar decían: “...La hiperestesia que ciertas gentes alquiladas y varios incidentes han despertado en el público, con motivo de los acontecimientos de la guerra, movieron al gobernador civil a prohibir la salida tradicional de los coros de Santa Águeda...” Aquellos coros, que recogían dinero para ayudar al “Ropero vasco” y “La escuela Vasca”, volverían a salir al año siguiente.
Pero no siempre los conflictos bélicos impidieron la celebración del “Agate Deuna”, ya que en febrero de 1937, en plena guerra, los coros salieron con sus farolillos: “...Entre los coristas había no pocos milicianos, que obtuvieron de sus Jefes el consiguiente permiso para acudir a un fin benéfico...” Aunque como reflejaba en días anteriores la prensa: “...Habida cuenta de que por las circunstancias de guerra en que nos encontramos, todos los espectáculos y manifestaciones de expansión pública han de terminar para las diez en punto de la noche, los tradicionales coros de Santa Águeda, una de las genuinas expresiones del alma vasca, han de verse también limitados a terminar su recorrido y postulación para dicha hora...” (“El Noticiero Bilbaíno” del 3 y 5 de febrero de 1937).
La temática de las coplas del Agate Deun es diversa y en cada lugar suele tener sus propias letras. Su origen que fue esencialmente rural, con el paso del tiempo se ha adaptado al medio urbano.
En nuestro entorno próximo, hasta la llegada de la pandemia, en nuestros barrios, caminos rurales y plazas, se han venido cantando las coplas de Agate Deuna, aunque cada coro tiene su versión.
Este año el Ayuntamiento de Getxo, en una circular enviada a los diferentes grupos del municipio ha indicado: “...Por Santa Águeda, el Aula de Cultura ha decidido no hacer la convocatoria pública de años anteriores, si bien algunas agrupaciones corales cantarán distribuidas por las distintas zonas del municipio y sin convocar previamente a la ciudadanía....”
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