Nuestro
pueblo a lo largo de los años ha aparecido cuajado de mitos y
leyendas, unas relativas a sus montes y valles, otras a sus costas y
acantilados. Algunas de estas leyendas han llegado a nosotros por vía
oral. Aunque desvirtuadas por el paso del tiempo, se han ido
filtrando en el acerbo y la imaginería popular con historias
fantásticas donde aparecían magos, brujas u otros seres fabulosos
que vivían en cumbres o acantilados.
Así
brotarán en Euskal Herria las leyendas de Mari, Akerbeltz, Basajaun
o las de los “Jentillak”. Algunas han pasado a formar parte del
folklore de nuestro pueblo. Otras, relacionadas con la mar de los
útiles marinos, nos contaban cómo se inspiraron observando al
cangrejo para trazar la línea del ancla.
Algunas
de estas leyendas hablaban sobre las lamias. En
una
de ellas, sobre
la
“Lamia de Gresalchu”, relataban
que un marino de Plentzia, Juan Askondo, que navegaba en la balandra
“La Golondrina” proveniente de la Habana, encalló en la ría del
Nervión. Y es precisamente sobre las lamias en nuestra costa, la de
Getxo, que casi por casualidad voy a desempolvar una de esas
leyendas, de las que a finales del Siglo XIX se hablaba en uno de
nuestros barrios.
En
octubre del 2018 se llevó a las Galerías de Punta Begoña (Algorta)
una representación teatralizada bajo el título “Euskaraldia en
Sorginzulo-Euskaraldia Sorginsulon”, basada en la investigación
etno-toponímica impulsada por el bertsolari Fredi Paia, de la mano
del Ayuntamiento de Getxo, la Cátedra Unesco y Euskaraldia Getxo.
Esta obra había sido compuesta
por la escritora Toti Martinéz de Lezea y hablaba de la existencia
hace 100 años de una cueva bajo las Galerías.
En
la presentación decía Maider Maraña: “...Esta
actividad aúna paisaje, toponimia, género, euskera y memoria local,
ya que las Galerías guardan el alma de Getxo, que se puede conocer a
través de la memoria y eventos de este tipo...”
Por otro lado uno de sus impulsores Fredi Paia comentaba que “...Tuve
conocimiento de esta cueva a través de testimonios de personas
mayores del municipio, y con posterioridad, a través de unos
escritos de 1910 del capitán Basañez de Algorta. La Cátedra Unesco
encontró un documento oficial y eso ayudó a materializar el
proyecto...”
Las
leyendas urbanas se trasladan con gran facilidad y pierden encanto
con el paso del tiempo. De esta cueva se hablaba ya en 1899, en el
Semanario “La Voz de Guecho”, rotativa que tuvo un año de vida.
En su número trece
aparecía recogido un artículo firmado bajo el seudónimo
“Sorguintsu-arr-bat” que era encabezado por el título
“Sorguisulo”.
En ese relato probablemente fruto de las fantasías de un Getxo que a
finales del Siglo XIX tan solo tenía 5.442 habitantes de hecho, se
hablaba de los recuerdos de los algorteños de la época y se
preguntaba en voz alta: “…Sorguiñzulo!
¿Qué algorteño no tiene algún recuerdo de Sorguiñsulo? ¿Quién
no entró alguna vez a esa cueva?…”
Describían
las sensaciones que al entrar en la cueva sentían los mozalbetes de
la época: “...¿Quién
al entrar por primera vez de niño en ella, no se sintió
atrapado
por
el miedo y aún el terror al recordar la espeluznante leyenda de esa
gruta?...”
Continuaban con la descripción de los recuerdos de juventud, a pesar
de estar ya entrados en años y lo hacían en primera persona:
“...Recuerdo
yo que no había muchacho alguno que se atreviera a permanecer en
Sorguiñsulo una vez entrada la noche por temor a quedar preso entre
las aceradas garras de las brujas….. Sentíamos tal pavor ante la
sola idea de vernos perseguidos por las brujas, que más de una vez,
creyéndolas cerca, atravesábamos corriendo la entonces extensa
playa y no cejábamos en nuestra carrera hasta dominar por completo
la altura del pueblo...”
De
las sensaciones escalofriantes del miedo que les producía la
presencia en aquella cavidad de las temidas brujas, narraban: “...Tal
era nuestro miedo, que todos creíamos haber visto en alguna ocasión
a una legión de brujas cabalgando sobre escobas y gesticulando
asquerosamente, procurando darnos caza para castigar con inaudita
crueldad nuestra imprudencia de acercarnos a su guarida a la hora en
que ellas tenían costumbre de habitarla; a la puesta del sol…”
Aquellas creencias eran fruto de la transmisión de los muchachos
mayores a los más jóvenes.
Relataban
lo que aparecía ser La
Leyenda de las Brujas de Sorguiñsulo,
según contaban: “...Había
brujas en aquel agujero desde los primeros años del siglo primero,
en que un día de horrorosa tormenta embistió una colosal
embarcación con tal furia al Morro de la Begoña que practicó en la
roca un enorme agujero. El barco se hizo añicos y sus tripulantes,
que eran brujas, tuvieron que refugiarse en el hueco que su
embarcación produjo, y viéndose primero por fuerza obligadas a
instalarse en el referido hueco, quedáronse después en él de buen
grado, recibiendo desde entonces esa cueva el nombre de Sorguiñsulo,
o Agujero de las Brujas...”
Decía la leyenda que:”...Las
indagaciones practicadas hasta principios de este siglo para saber lo
que se hizo con los restos del buque no dieron resultado alguno, pero
posteriores y más afortunadas averiguaciones hacen creer, casi con
perfecta seguridad, que los citados restos fueron por completo
recogidos por los moradores de este pueblo quienes, arrostrando las
furias de las brujas, llenaron sus cocinas de abundante
combustible...”
Algo tenía esta historia de cierto, ya que el habito de recoger
restos de embarcaciones naufragas llegó hasta bien entrado el siglo
XX, sobre todo en los hogares más humildes, como los del Puerto
Viejo de Algorta.
Pasados
los años se fue perdiendo la tradición de la Leyenda de las Brujas
de Sorguiñsulo, pero según decían: “...Es
seguro que habrán seguido viviendo tan contentas y felices en su
poético escondite; más, ¡ay! Que tanta felicidad había de
concluir alguna vez, y vean ustedes cómo (con el formidable murallón
de Algorta), a las pobres brujas de Sorguiñsulo les han tapado el
agujero...”
Hasta que 120 años después de escrita aquella “historia”
volvían a las murallas de Punta Begoña de la mano de Fredi Paia, el
Ayuntamiento de Getxo, la Cátedra Unesco y Euskaraldia Getxo y con
un guión de Toti Martínez de Lezea, trayendo a nuestros días el
alma de las viejas tradiciones/Leyendas de Getxo.
De
forma seguro mal intencionada aquellos periodistas de Algorta dejaban
caer: “...¡Pobres
brujas! ¿Que harán ahora? ¿Vendrán a vivir arriba? Entonces….
¡pobres de nosotros! …¿Cómo podremos vivir con tanta bruja?...”
Ahora
se habla de nuevo de esa cueva de la que unos dicen conducía hasta
los bajos del Fuerte las Canteras de Aiboa, aunque esas afirmaciones
parece no son ciertas. Seguro que en un plazo razonable de tiempo nos
será desvelado por los investigadores de la EHU/ UPV, que desde hace
ya cinco años trabajan en ese hermoso anfiteatro obra del arquitecto
bilbaino D. Ricardo Bastida y Bilbao, cómo esa cavidad se pudo
producir. Pero el romanticismo de esa leyenda seguirá flotando sobre
las brumas del atardecer en Algorta durante largos años.
La
fotografía que encabeza esta entrada pertenece a la Autoridad
Portuaria.
Me fue facilitada por una de las integrantes del grupo de
Investigación
en Patrimonio Construido de la EHU
(Universidad del País Vasco). Forma parte del Centro
de documentación
que están generando en el marco del
proyecto de Punta Begoña.
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