Ya
llega de nuevo el carnaval, ya esta aquí y con él, tras su paso,
los días grises de la llamada Cuaresma. Celebración que se mantiene
desde la Edad Media, tras ser impuesta por la Iglesia la obligación
de penitencia, ayuno y recogimiento que duraba cuarenta días. Nombre
que dicen proviene del hecho de quitar la carne y del término
“Carnem levare”, que derivaría en “Carnevale” y más tarde
en “Carnaval”.
Relacionado
con las tradiciones gastronómicas que afectaban al carnaval, decir
que en Bizkaia se iniciaba con una merienda el día del “jueves
gordo”, siendo tradicional en muchos hogares la degustación de
patas y orejas de cerdo cocinadas en “salsa vizcaína”, así como
torrijas, trozos de leche frita llamados “Pellas”.
El
Carnaval es un período de desenfreno y locura colectiva, que nos
regala diversiones para todos los gustos, edades y clases sociales.
Las máscaras, los bailes, las fiestas callejeras, son elementos que
satisfacen en estos días toda suerte de reivindicaciones. Decían
muy acertadamente respecto de las máscaras de carnaval, en la
revista “La Risa” de la capital del reino, de mediados del Siglo
XIX, algo que parece traído a colación de estos tiempos: “...El
Carnaval dura el año entero, porque todo el mundo anda disfrazado,
con máscara de hombres de bien los unos, de patriotas los otros, de
liberales estos, de constitucionales aquellos, estando muy lejos de
ser lo que aparentan...”
Una
de las primeras noticias referidas a los carnavales aparece recogida
en el diario bilbaíno “Irurak Bat” de febrero de 1869, aunque no
referida a nuestra Anteiglesia si no a la Villa bilbaína; todavía
en la prensa local las noticias relacionadas con Getxo escaseaban. En
dicha crónica hablaban del espléndido tiempo y de la animación que
reinó en aquellos días sin que se produjera ningún incidente. En
dicha narración incluían unos comentarios ciertamente machistas, ya
que solo se referían “a ellas”: “...Y
de cómo en los lujosos salones de la sociedad bilbaína, al
despuntar el alba, aún la orquesta ejecutaba la última pieza. Y
cómo algunas damas envueltas en pavorosos y brillantes trajes, tras
la fiesta, acudían a recibir la ceniza. Para poco después llenar
las iglesias, desprovistas de sus galas, envueltas en modestas y
oscuras telas, a la salida encabezaban la procesión con una cruz al
frente...”
En
la prensa local, en “El Noticiero Bilbaíno”, se hablaba del
carnaval celebrado en 1875. Eran los tiempos de la tercera guerra
carlista, en los que el conflicto bélico y el frío hicieron que en
la calle pasara desapercibido, y solo en algunos salones se celebrara
la fiesta con precios prohibitivos para la mayor parte de la
población, costando la entrada a 8 reales los caballeros 2 las
señoras.
En
nuestro pueblo ya lo recogían las actas de 1876, cuando ya empezaba
a relajarse el ambiente de ruido de sables. Uno de los personajes
claves de la fiesta era el tamborilero de quien el Ayuntamiento
decía: “...El
Pueblo no puede prescindir de él, entre sus funciones esta la de
recorrer el Pueblo tocando el tamboril en los carnavales...”
En la anteiglesia de Getxo existía la costumbre de que los mozos
pagasen al tamborilero 8 maravedises, mientras que las mozas no
pagaban. Durante los carnavales los que “vestían máscara"
debían abonarle un real.
Algunas
veces algunos informantes de la prensa daban noticias que resultaban
no ser ciertas y que afectaban tanto al buen nombre de nuestro pueblo
como a la fiesta de carnaval, así sucedió en 1877, cuando Bizkaia
entera rendía tributo a la musa Terpsícore. Siguiendo la costumbre
establecida en otras épocas, se celebraban bailes y la juventud
saluda la llegada del carnaval, mientras las panderetas y las
guitarras acompañaban a las estudiantinas con sus disfraces. El
miércoles 14 de febrero “El Noticiero Bilbaíno” en su tercera
página decía refiriéndose a esas noticias no suficientemente
contrastadas: “...Según
asegura persona que debe estar bien enterada, uno de estos días de
carnaval, fue muerto un hombre en Algorta. También en otros puntos
de la provincia han sucedido algunos percances propios del disfraz…”
Tres días más tarde era el Alcalde de Getxo, a pesar de que la
prensa confundía el municipio con uno de sus barrios, el encargado
de desmentir la noticia en el mismo medio: “...A
ruego del señor Alcalde de Algorta y en honor de la verdad debemos
decir que no ha habido en aquel pueblo desgracia ni disputa alguna en
estos últimos días de carnaval...”
Finalizaban los días de carnaval el domingo 18 de febrero con un
lacónico: “...El
Carnaval ha concluido. Los ajados capuchones, las perfumadas caretas,
las marchitas flores se han arrojado a un rincón, por inútiles, y
con ellos !Cuántas ilusiones, cuántos desencantos!…!
Sobre
esos días, en 1880, la prensa local decía que eran “...Días
de ruido, algazara, bailes, broma, barullo, mareo y ..desencantos
¡Cuantas ilusiones que hoy se forjan bajo de la mascara caerán,
cuando caiga dentro de tres días la careta, como hojas secas que el
viento arrastra sobre el fango!...”
En Algorta se celebraron los desfiles encabezados por la banda
municipal, que a petición de D. Idelfonso Arrola, músico mayor de
la banda, había solicitado que la misma saliera a modo de
estudiantina recorriendo el pueblo durante esos días de fiesta para
obtener fondos.
Cuentan
que con motivo de los carnavales de 1884, D. Pablo Arzuaga pidió
permiso para realizar un baile en el piso principal del “Café de
la Marina”, del puerto viejo, regentado entonces por Dña.
Presencia Encera.
En
1890 la compañía del Tranvía de Bilbao a Las Arenas ponía
servicios especiales para que todos los que desearan acudir a la
Villa pudieran hacerlo: “...Ponemos
en conocimiento del público que el servicio de viajeros los tres
días del carnaval, será el de los días laborables, aumentando este
servicio en dos viajes….”
Pero la prensa criticaba la decadencia de esta fiesta: “...Los
bailes es lo único que queda de las antiguas fiestas de Carnaval.
Ahora se considera, y con razón, el disfrazarse como una de las más
indiscutibles majaderías. ¿Será porque resulta mucho más cómodo
que el antifaz de cartón a la careta de la hipocresía?...”
Afirmaban que alguno, que en su tiempo fue joven, pretendiendo ser
gracioso, afirmaba que: “...El
Carnaval ha venido a menos porque antes el Carnaval era la fiesta de
los “Momos” ¡Y ahora sólo es el regocijo de los menos!…”
En aquel tiempo eran los “Campos Eliseos” de Bilbao el centro de
encuentro de los carnavales.
Comenzaba
el Siglo XX (1900), con algunas originalidades en cuanto a los
desfiles de carrozas por Bilbao, que eran recogidas por “El
Noticiero Bilbaíno”: “...Por
la mañana se exhibieron por la calles algunas comparsas, llevaban un
carruaje tirado por tres osos, los osos parecían amaestrados, pues
demostraron una gran dosis de paciencia...”
Mientras en los Santos Juanes de Bilbao se realizaban ejercicios de
desagravio a “Don Carnaval”. Pero no eran los únicos actos de
desagravio que se celebraban en esos tres días: “...Durante
los siglos XVII y XVIII adquirió notable auge en numerosas iglesias
la dedicación de tres días dedicados a un acto religioso al que
llamaron “De las Cuarenta Horas”. El mismo se celebraba durante
los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza, tenía como fin
principal hacer una reparación por los abusos y faltas de moralidad,
que según los que dictaban las normas de la moral pública, se
cometían en esos días de Carnaval. Incluso los Sumos Pontífices la
habían enriquecido con innumerables indulgencias…”
Celebración
que al parecer tampoco era muy del agrado de algunas jerarquías
eclesiásticas locales, ya que según contaba el diario “El
Nervión” en 1936, celebraban esas funciones de desagravio en las
iglesias de Bizkaia durante esos días de carnaval.
Ya
despuntaba la macilenta aurora de febrero, había pasado la noche del
martes de carnaval y la ceniza del miércoles daba paso a la temida
cuaresma. Y nuestro río Gobela aparecía en dichas páginas, pero
eso será cosa de otra entrada.
Años
más tarde esta fiesta tuvo algunos aconteceres curiosos, unos fuera
de nuestra provincia y otros en nuestras calles. Pero mejor no correr
y disfrutar del jolgorio y anonimato de los ropajes de múltiples
colores, de las caretas y antifaces, que hacen que el personal se
desinhiba y disfrute de una de las fiestas más populares, que a lo
largo de los años sirvió para hacer crítica y escarnio de
autoridades y normas mal asumidas por la población. En definitiva,
tratar de “poner cabeza abajo el mundo”, aunque solo sea de
manera temporal para, una vez pasado, volver a la realidad cotidiana.
Getxo
se llenará de colores, caretas y música de carnaval durante estos
días de alegría y alegre locura colectiva. Los de Getxo
(Andra
Mari)
se celebraran el 3 de marzo; los de Algorta
se celebraran los días 8, 9 y 10 de marzo; los de Las
Arenas
los días 9 marzo y los de Romo
será el 2 de marzo.
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