lunes, 10 de diciembre de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -70-



En la anterior entrada veíamos cómo se encargaba a los Alcaldes la remisión de las propuestas para la renovación de las juntas municipales de sanidad.

Tras las reclamaciones de documentación solicitadas por el Gobierno Civil de la Provincia, el 22 de mayo de 1887, en la que pedía se le enviaran los documentos acreditativos de los convenios celebrados con los propietarios de los molinos de Berango, que recibían mermas en su caudal por las obras de traída de aguas a Algorta y Las Arenas, el Ayuntamiento de Getxo señalaba haber tenido lugar: “...El 29 de mayo por la tarde la bendición de las aguas del depósito de Santiena en Alango. Habiendo celebrado la ceremonia con la asistencia de la Corporación Municipal, el cura párroco y coadjutores de San Nicolás de Bari, autoridades locales y el arquitecto de la obra D. Laureano Gómez Santa María y una inmensa concurrencia de personas de ambos sexos, así como otros venidos de los pueblos más cercanos. Acordando el Ayuntamiento que una vez realizados los pequeños pagos ocasionados por la citada ceremonia, se de una limosna a los pobres de la localidad...”

A principios de junio de 1887 las noches de Getxo eran lóbregas, ya que era habitual ver las calles y algunas plazas iluminadas con velas que yacían dentro de negros faroles, entre ellas la fachada de la Casa Consistorial de San Nicolás y la plaza de San Ignacio, a las que se daba luz mediante velas de espelma, que eran suministradas por D. Higinio Cereceda. Aquella iluminación hacía que las sombras que se reflejaban en las paredes de las casas circundantes parecieran pequeños fantasmas que acechaban a los vecinos para atraparles. Estas plazas eran iluminadas, sobre todo, los días de fiestas, que según el consistorio: “...Debían de estar bien iluminadas durante los bailes de la noche...” Por aquello de la moralidad pública. Otro de los elementos urbanos a los que se daba luz mediante faroles eran las fuentes del barrio, sobre todo en las zonas más pobladas, ya que la vecindad todavía se surtía del líquido elemento en las mismas.


Y se seguía recordándose en la prensa bilbaína de las ventajas de la traída de aguas a Las Arenas y Algorta y las características de las mismas. Escribían en el diario “El Nociero Bilbaíno” del 18 de junio de 1887, dando bastante coba a nuestro consistorio y Pueblo, con una exhaustiva descripción de las obras: “…Faltaba a la populosa o indeciblemente bella, sana y limpia Algorta, y a su hermana la no menos deliciosa barriada de Las Arenas, un gran elemento de regalo y salud, sin el cual no puede haber pueblo bueno. Esto elemento era el agua potable abundante y buena, de que casi en absoluto carecían ambas barriadas marítimas de la anteiglesia. El 29 de junio de 1883 encomendó el ayuntamiento de Guecho al ingeniero D. Laureano Gómez Santa María el estudio del abastecimiento de agua potable del barrio de Algorta, el proyecto quedó ultimado el 22 se diciembre del mismo año.

En él se fijó el aprovechamiento de los manantiales de Basarte, Achabale y Jauncoerreca, que nacen en la vertiente oriental de la cordillera que separa las jurisdicciones de Berango y Sopelana. Estos manantiales poseen abundantes y excelentes aguas, brotan a gran altura sobre los más elevados puntos de Algorta, y su caudal de más de 200.000 litros diarios, puede duplicarse agregando con suma facilidad y cortos gastos los manantiales de Acharbide, Seierri y Sustacha que nacen en la proximidad, de manera que resulta asegurado el abastecimiento de Algorta y Las Arenas aun cuando su población se duplicase.

El costo de las obras se presupuso en 166.389 pesetas. Aprobado el proyecto y declarada de utilidad pública la ocupación de las aguas se sacaron a subasta las obras a principios de marzo de 1886, obteniéndose una baja de 37.674 pesetas, que el ayuntamiento tuvo el buen criterio de utilizar en beneficio de las mismas, a cuyo efecto mandó al señor ingeniero que ampliase el proyecto prolongando las cañerías hasta Las Arenas, construyendo dos lavaderes, una larga y profunda alcantarilla, desde la escuela (de fundación piadosa) de niñas pobres, hasta enlazar con la que existe en la calle de Arechondo hasta el Puerto, otra desde el Casino Algorteño hasta la Alhóndiga, un urinario decente en la plazuela de Las Arenas, y tres fuentes más, algo decoradas, para colocar en las tres plazas de la Constitución, San Ignacio y Las Arenas...” Este último dato permite situar la fecha de instalación de las esfinges, que hoy adornan la plaza de María Cristina, y que entonces eran fuentes.


Seguían describiendo las obras de traída de agua potables: “...A pesar de estos considerables aumentos de obra, y gracias al cuidado y economías introducidas durante su ejecución, el importe de las liquidaciones no ha ascendido más que a 149.713 pesetas, a las cuales hay que agregar aproximadamente 29.829 pesetas por concepto de expropiación de los molinos, dos interdictos ante el juez de primera instancia, interpuestos por dos propietarios de los antedichos molinos, expropiación de agua, terrenos y servicio del viaducto y dirección, peritos y gastos generales. Resultando que el costo total y general de tan importantes mejoras ha sido de 149.572 pesetas. Las obras se ejecutaron en menos de un año.

Se iniciaron las obras con la toma de aguas do Jauncoerreca, dispuesta de modo que el agua se pasa a un pequeño depósito, desde el que nace completamente clara. Tanto esta toma como las de los otros manantiales, están dispuestas de manera que pueda aislarse cualquiera de ellos y aprovechar los restantes.

Todos los manantiales están reunidos por una cañería de barro de 200 m.m. de diámetro y 955 metros de longitud. Desde el más próximo al pueblo, el de Basarte, arranca la cañería de hierro de 155 m.m. diámetro y 3.800 mts. de longitud, que termina en el depósito situado cerca de las canteras y fuerte de Algorta, cercano a la carretera de Alangos, cuya carretera, con las mejoras que se están llevando a cabo, pasará a la categoría de calle del Depósito.

Esta cañería forma un largo sifón cuya carga, en el punto más bajo, es de 91 metros, y sobre la solera del depósito, de 38 metros; tiene varias llaves de paso pava fraccionarla en caso de rotura de algún tubo, y una de entrada al depósito.

El depósito es un rectángulo de 28 metros de largo por 21 metros de ancho, cubierto de bóvedas, sobre las cuales se ha formado un lindo jardín, rodeado por una sencilla y sólida barandilla. En uno de sus costados se eleva un elegante edificio que, además de servir para habitación del guarda, contiene la bajada al depósito, almacén y aparatos de maniobra; en la fachada principal que da al jardín tiene una lápida de mármol blanco, con letras de bronce, que indica: Siendo Alcalde D. J.A. Aldecoa, Ingeniero Constructor D. L.G. Santa María; se construyó este acueducto en 1886.

La capacidad del depósito es de 1.050 metros cúbicos, o sea el agua que los manantiales producen en siete días, y suficiente, en caso de necesidad, para abastecer a la población durante quince días por lo menos. El servicio de lagera se hace por medio do 13 fuentes y numerosas bocas de riego. Los lavaderos, situados uno de ellos en la plazuela de Alangos, y el otro en el alto de San Martín, son cubiertos, pero perfectamente dispuestos para su ventilación y luz, la cual penetra por numerosas persianas de cristal y por los luceros del tejado. Cada uno de ellos tiene doce espaciosas pilas para el jabonado, una piscina para el aclarado y una habitación aislada para desinfección y fumigación de ropas en casos de epidemia. Las aguas que consumen estos dos lavaderos se aprovechan para la limpieza del alcantarillado desde la escuela de fundación hasta el Puerto, y desde Alangos hasta Ereaga con un trayecto que casi recorre todo el barrio de extremo a extremo...”

El 11 de junio de 1887 se recibían en el Ayuntamiento las actas de recepción de las obras de traída de aguas a Algorta y Las Arenas, firmadas por D. Laureano G. Santa María.


Y en vista de que las fiestas ya estaban llamando a la puerta, el consistorio de Getxo encargaba la limpieza de los instrumentos de la Banda Municipal. Eran dieciocho instrumentos que a decir del consistorio se hallaban: “...En mediano estado de conservación y pertenecen al municipio…” Se encargó el arreglo de los mismos a D. Alberto Orio, y supuso un desembolso municipal de 600 pesetas.

En la próxima entrada veremos cómo el barrio de Algorta estaba creciendo y la construcción de viviendas y la revisión de propiedades se hacía sentir entre la población.

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