jueves, 15 de noviembre de 2018

ACONTECERES DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX EN GETXO -64-



En la anterior entrada veíamos cómo el rugir de los cañones volvía a sonar sobre los cielos de Getxo. Y cómo los prófugos en Getxo y las aplicaciones de la Ley, provocaban situaciones cuando menos chirenes

El Pueblo estaba creciendo, los servicios eran escasos y los enfrentamientos de los barrios y el Gobierno de la Provincia también eran frecuentes. Algunos vecinos de Las Arenas, D. Juan Vidaurrazaga y D. Francisco Orube, habían acudido al Gobernador, y éste había instado al consistorio: “...Para que incluya en el presupuesto municipal del próximo año 1887-1888, la cantidad necesaria para la ejecución del alcantarillado del barrio de Las Arenas...” El Ayuntamiento consideró que esta obligación era perjudicial para las cuentas municipales y que no era facultad del gobierno de la Provincia, ese aspecto, por lo que decidieron recurrir al Ministro de la Gobernación. Fue el abogado D. Benigno Goldaracena el encargado de llevara a efecto aquel recurso.

Las cédulas personales, que eran utilizadas como medios de control para policía y reparto de contribuciones y cargas, (en ellas se recogían toda clase de datos relativos a los vecinos nombre y apellidos paterno y materno, estado, profesión, domicilio, provincia a la que pertenecía; las cédulas de vecindad, por la Ley de Presupuestos de 8 de junio de 1870, fueron convertidas en un impuesto con el nombre de cédulas de empadronamiento). Durante el año económico 1885-1886 se repartieron en nuestro municipio un total de 1.667 cédulas por un valor de 1.330,50 pesetas.

A finales de septiembre de 1886, al igual que durante años precedentes, las solicitudes de socorro de familias pobres llegaban a nuestros ediles. Era el caso de una ama de casa de nuestro pueblo, que planteaba su critica situación: “...Soy viuda y vecina de esta localidad, solicito se me conceda algún socorro para aliviar mi triste situación, por haber dado a luz una niña hace pocos días. Soy enteramente pobre y sin recursos, sin poder ganar dinero alguno debido a mi reciente alumbramiento...” El consistorio decidía: “...Señalar a favor de dicha señora, para poder atender a la criatura, la cantidad de 180 pesetas para un año, con la condición de que si en ese plazo falleciera la niña, en es momento cesará el socorro que se concede...” Este hecho nos da una idea de las difíciles condiciones de supervivencia de los niños, sobre todo en familias pobres.


Por esos días, era D. Robustiano Larrondo, quien deseando construir una casa frente a la estación de Las Arenas, solicitaba del consistorio que se le autorizara a conducir materiales desde los muelles de dicha localidad con carros hasta el punto expresado.

El 7 de octubre de 1886, se daba cuenta de los beneficios obtenidos aquel verano por las casetas de baño establecidas en las playas de Getxo, los cuales ascendían a 298,35 pesetas.

Los precios de la carne en nuestros barrios requerían la intervención de nuestros ediles. Ya que mientras en Bilbao el medio kilogramo costaba 60 céntimos de pesetas, en el barrio de Las Arenas por ese mismo peso se estaba cobrando a 75 céntimos de peseta. Por lo que exigían al rematante de abastos justificara aquel sobre precio. Parece que los precios ya desde entonces hacían de nuestro municipio un lugar muy caro para la vecindad.

El día 10 de octubre de 1886, aparecían en “El Noticiero Bibaíno” bajo el titular “El Puerto del Abra”, las memorias del progreso de las obras de la ría de Bilbao entre 1880-1881. En dicho artículo, escrito por un vecino de Algorta, D. Dioniso de Zubiaga, se indicaba que: “...En el año 1886, el ingeniero D. Evaristo de Churruca, solicitó de las cofradías de los puertos de Algorta, Portugalete y Santurce, informaran sobre dicho proyecto: “...Para la formación de un Puerto, solicitado por los inteligentes pilotos de Algorta y Guecho. Siendo en aquella fecha mayordomo de la Cofradía del Puerto de Algorta D. José Antonio de Uriarte, padre del nuevo Diputado electo. Por ello los inteligentes marinos de las cuatro cofradías de este Abra, para que como marinos y prácticos del Abra, emitan su informe, sobre el lugar idóneo para la construcción de dicho Puerto. Dichos marinos me han transmitido su pesar por no haber sido consultados en esta ocasión...” En aquel artículo, como contestación a otro publicado por “El Porvenir Vascongado”, se decía: “...No hay duda que el puerto del Abra va preocupando a la opinión pública, si nos hacemos cargo del estado tan lastimoso en que quedaríamos sumidos, y lo que sucede con los esfuerzos de cerca de seis siglos, de los infatigables de esta localidad, con la prolongación de los muelles de la ría, consiguiendo solo un aumento del fondo en la desembocadura, gastando inmensos caudales para conseguir un fondo de 23 pies. Quedaríamos en un estado lastimoso al igual que el puerto de Sanwich, en algún tiempo muy notable en Inglaterra…” Y proponía al otro diario que hicieran un paralelismo entre el Puerto que entonces se proyectaba y el de 1863.

Finalizaba octubre de 1886 con una intervención de los vecinos de la empinada calle San Nicolás de Algorta. Los vecinos reclamaban al Ayuntamiento que: “...La fuente que se trata de colocar, según nos hemos enterado, junto a la casa llamada Uriena, se coloque junto a la casa Ficaena, en la misma calle…” El consistorio decidía: “...Colocar dicha fuente junto a la casa donde se halla establecida la cátedra de Francés y Comercio, por el lado de la calle Tánger (hoy Ribera)...” Se trataba del edificio que antes había sido Ermita de San Nicolás al final de dicha cuesta.


La verdad es que las obras de traída de aguas a Algorta daban mucha guerra al consistorio. Los carros y carretas que transitaban desde la calle Carreta a Alango, lo hacían en medio de un barrizal que en sus laterales se encontraban las tuberías de conducción de aguas, ya que éstas eran de barro y resultaban dañadas. En vista de ello y de la solicitud del rematante de la obra, D. José Miguel Bilbao, el Ayuntamiento decidía: “...Colocar tablero con la indicación prohibido el paso de carros mientras duren las obras...” Por otro lado, para evitar el deterioro que el paso de los carros venían produciendo, sobre todo en los cruces de las calles, el Ayuntamiento acordaba colocar encachados de piedra adoquinada en todos los cruces de las calles del municipio, quitando las aceras existentes. Así como arreglar la calzada que iba desde la Iglesia de Santa María hasta la casa llamada Trampena, cercana a dicha iglesia; y el camino de carros que iba desde Jauregi hasta la Taberna del Ángel de Getxo.

Durante los meses de septiembre y octubre, en que la fuerza de artillería había estado acantonada en el Fuerte las Canteras, el industrial de Algorta, D. Máximo Llanta, suministró a dicha fuerza 3,225 raciones de pan, cuyo coste unitario fue de 22 céntimos de peseta.

Y se procedía al sellado de la puerta de la parte Norte de la Escuela de Niñas Pobres, con un tabique de ladrillo dejando en su parte superior un ventanuco, porque los vientos y aguaceros procedentes de esa latitud así lo aconsejaban.

En la próxima entrada veremos un hecho luctuoso, que afectó a los vecinos del Puerto Viejo de Algorta, desatando la solidaridad de toda la Provincia.

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