En
la anterior entrada veíamos cómo a principios de año un nuevo
Colegio Inglés comenzaba a funcionar en Algorta y se ordenaba que
en el plazo de dos meses se llevara a cabo la revisión de la
rotulación de calles y plazas, así como la numeración de las casas
y demás edificios enclavados en el municipio.
El
10 de febrero de 1887, aparecía recogido en el libro de plenos, la
instalación de cañerías, llaves, fuentes y otros elementos para la
conducción y suministro de agua en el barrio de Las Arenas, obra que
estaba realizando el contratista D. Simón Aberasturi. Otro vecino de
este barrio, de oficio panadero, D. Ángel Lorente, trataba de
construir una caseta donde almacenar las harinas que utilizaba para
la fabricación del pan. Permiso que fue denegado: “...Porque
la corporación municipal tiene que atenerse a lo establecido en el
plano de edificación de Las Arenas...”
Y
cómo los salarios de los maestros no les permitían vivir con cierta
dignidad. El maestro de Santa María de Getxo solicitaba permiso para
hacer un corral donde criar cerdos y gallinas. Sin embargo, el 17 de
febrero el Ayuntamiento le respondía: “..Que
no procede, porque al igual que ocurrió anteriormente, cuando
existía contra esa casa un pequeño cortijo, fue motivo de humedades
y malos olores...”
Mientras,
uno de los caseríos del barrio de Hormaza de Santa María de Getxo,
“Hormaza Goicoa”, iba a ser inscrito en el registro de la
Propiedad por Dña. Dolores Cortina y Gorrondona.
Días
más tarde, el 17 de febrero, era D. Antonio Arecheta quien
solicitaba permiso para extraer piedra en la playa de Ereaga:
“...Para
extraer la piedra necesaria, en las peñas sitas enfrente (de) donde
la gente suele bañarse en la playa de Ereaga, para construir un
Balneario en esa playa...”
El consistorio le concedió el permiso siempre y cuando de forma
inmediata, tras la extracción de la piedra, procediera a la
construcción de dicho balneario.
Las
obras de traída de aguas también generaban quejas por parte de los
vecinos de Algorta. El día 24 de febrero, una comisión de estos se
dirigía al consistorio solicitando: “...Se
reponga el camino desde la casa Cadena a Villabotas por haber quedado
este intransitable por la traída de aguas...”
Y
los vecinos de Algorta continuaban con el enganche de sus aguas
sucias a la red municipal de reciente construcción. En esas fechas
era demandado el enganche por D. Pedro Bonifacio Sarria: “...Para
ingresar en el caño últimamente construido por el Ayuntamiento, en
la calle Tetuán, frente a las casas de doña Tomasa y doña Petra
Galdos, las aguas sucias y sobrantes de su casa llamada
“Calzada”...”
Recibía el visto bueno del consistorio: “...Previo
pago de 183,50 pesetas para alivio de las obras ejecutadas del caño
municipal...”
No era el único que lo solicitaba; también optaban por la
modernidad otros vecinos, algunos de ellos ya habían hecho uso del
derecho a engancharse al caño municipal, sobre todos los
comprendidos entre las calles que iban desde San Martín a
Mantequena, y desde la casa nueva de D. Miguel de Uria entrando por
Tetuán (actual Avenida Basagoiti) hasta Calvetena, que estaba en el
N.º 30 de la Avenida.
A
veces las propuestas del barrio de Las Arenas tenían cierto
componente artístico. Es el caso de las tareas que deseaban
encomendar al nuevo alguacil del barrio varios de estos vecinos, que
el 24 de febrero solicitaban de la alcaldía: “...Que
habiendo quedado vacante la plaza de alguacil de este barrio, se
sirva en cubrir la citada plaza con una persona que sepa tocar el
tamboril...”
Justificaban aquella petición diciendo: “...Porque
sería en beneficio de los recursos del municipio, a causa de que
aumentarían los consumos con atracción de gente...”
El Ayuntamiento, muy proclive en la época a la creación de
comisiones especiales para tratar cualquier asunto, decidía:
“...Para
que dicha comisión proponga el modo y forma de establecer en dicho
barrio un tamborilero, además con la obligación de desempeñar el
cargo de alguacil y el cuidado del alumbrado...”
Uno de los ediles encargados de aquella selección fue el vecino del
barrio D. Andrés Larrazabal. Cuando sacaron al publico el anuncio
del puesto, el 17 de marzo de 1887, ya le habían asignado otra
función más al “Tamborilero-Alguacil, la de cuidado y gobierno
del alumbrado público. Cómo ahora dirían, ¡estaban flexibilizando
el mercado!.
El
24 de febrero de 1887, el Ayuntamiento de Getxo acordaba realizar
escritura de las expropiaciones realizadas a los dueños de los
molinos: “... “Lanzaco”
y “Goicoerrota” de Berango, que eran alimentados por las aguas de
los manantiales “Basarte”, “Arechabale” y “Jauncoerreca”,
por cuyas propiedades pasa las conducciones de aguas para Algorta y
Las Arenas…”
Ya
desde esas fechas el paseo entre la “Fonda San Ignacio” (comienzo
de la Cuesta de Suárez) y el Casino Algorteño era muy frecuentado
por propios y visitantes, pero al parecer la caja del tranvía
presentaba un estado lamentable por acumulación de arenas y otros
residuos, por lo que el Ayuntamiento exhortaba a la Compañía del
Tranvía a: “...Que
no puede tolerar su estado actual, por ser contraria al ornato
público, por cuanto se acerca el verano y la calle donde se halla
dicha vía es la más concurrida, dedicada al paseo y expansión de
la gente, especialmente la forastera, por lo que se hace presente a
dicha Compañía del Tranvía proceder cuanto antes a la reposición
de la misma...”
Tampoco el llamado monte “Satistegui” era muy respetado en esos
días. Decía el Ayuntamiento: “...De
un tiempo a esta parte, algunos vecinos, tomando la abusiva libertad
de echar las barreduras, otras porquerías y basuras de sus casas en
la cima del monte “Satistegui”, próximo al camino público que
se dirige desde “Ochonecolanda” hacia la casa de Dña. Gavina
Arteta, siendo este abuso contrario a la higiene y salubridad pública
del vecindario. Acuerda este Ayuntamiento que en lo sucesivo se
abstengan los vecinos de echar en ese punto ninguna clase de
porquería ni basura, bajo la multa de 15 pesetas, sin prejuicio de
hacerles retirar dichas basuras...”
El Ayuntamiento decidía fijar un punto del monte donde depositar las
basuras vecinales.
El
10 de marzo de 1887 se recibía un oficio del Ingeniero Jefe de Obras
Publicas, indicando que el día 8 de marzo habían sido recepcionadas
las obras de conducción de aguas a esta Población.
Y
como ya estaba próxima la época de siembra, y los olores
desagradables del estiércol molestaba a la vecindad, el Ayuntamiento
ordenaba que: “...Aproximándose
la época de sembríos y siendo preciso que desaparezcan los
depósitos de estiércoles procedentes de la hierba de mar, que se
halla en los puntos llamados Arrigunaga y Ereaga, los dueños de
estos residuos deberán retirarlos conduciéndolos a sus heredades o
sitios alejados de la población, hasta el día 31 de marzo en que
comienzan las siembras...”
En
la próxima entrada de esta serie veremos cómo algunas tradiciones
religiosas recibían la invitación para que nuestros ediles
acudieran a la función religiosa que se celebraba en la parroquia de
San Nicolás de Bari de Algorta. Y cómo el cura párroco insistía
en la necesidad de que los niños de las escuelas acudieran a los
sermones.