En
la anterior entrada veíamos cómo los planes de prevención de las
temidas epidemias (cólera, viruela, etc.) estaban entre las
principales preocupaciones del consistorio de Getxo.
El
13 de septiembre de 1888 se daba cuenta en el pleno del Ayuntamiento
de Getxo de la recepción de un oficio del Director General de
Correos y Telégrafos, fechado el 28 de agosto, en la que se indicaba
que desde el día primero de septiembre la estación telegráfica se
denominara de “Algorta”. Pero resultaba curioso que en esas
fechas el diario “El Noticiero Bilbaíno” realizaba la siguiente
crítica respecto al servicio de correos y telégrafos: “...El
servicio telegráfico es aquí muy defectuoso, no por culpa de los
que lo desempeñan, sino por culpa de la administración central de
la que depende. La estación de Bilbao es la quinta de España por el
número de despachos que trasmite, y sin embargo, el personal de que
está dotada apenas seria bastante para el desempeño de la vigésima.
Y lo que pasa aquí en cuanto a las comunicaciones telegráficas es
mucho menos deficiente que lo que pasa en las comunicaciones
postales. Pondremos un par de ejemplos de la deficiencia a que nos
referimos, y aluden a dos zonas opuestas de Vizcaya, las cartas de
Elgoibar tardan en llegar a Bilbao 24 horas, a pesar de que entre
ambos puntos se hace en 3 el viaje en ferrocarril; las cartas y
periódicos de Bilbao a Algorta tardan tanto como en llegar de la
Villa a Madrid...”
El
15 de septiembre de 1888 se inauguraba el Casino de Las Arenas y la
compañía del ferrocarril de Bilbao a Las Arenas ponía esa noche a
las nueve y media un tren especial par conducir de regreso la Villa a
las personas que hubieran asistido a dicha inauguración. El
miércoles día 19 de septiembre se celebró el primer baile para
niños en dicho casino.
En
esa misma fecha solicitaba D. Juan Dourte, quien fuera director del
colegio “San Bernardo” de Algorta, permiso para la construcción
de una casa en el punto llamado de Amestiondo de dicha localidad.
Arrigunaga
y Aiboa, dos puntos utilizados a mediados de septiembre para la
extracción de piedra y arena. El primero para la extracción de
piedra fue explotado por D. José López Ortiz, el segundo para sacar
arena por D. Esteban Landaburu, vecino de Sestao.
El
pesaje de artículos sometidos a arbitrios en Las Arenas era una
necesidad que los rematantes venían demandando en septiembre de
1888. D. Benigno Zarranz fue de los interesados en poder pesar el
vino y otras bebidas que eran introducidas por los mercaderes en
nuestro municipio. Uno de los lugares que el consistorio de Getxo se
planteó colocar una bascula fue en una caseta de madera situada en
la “Plazuela” (Actual Bizkaiko Zubia), pero su estado al perecer
dejaba mucho de desear, por lo que acordaron estudiar la posibilidad
de construir una nueva en: “...Un
punto aparente del barrio...”.
Los
gastos de los presos o detenidos en el “Deposito Municipal de
Corrección” requerían de reparación en la que se invirtieron en
obras 110 pesetas.
Pocos
días faltaban para que fuera colocada la primera piedra del puerto
exterior del Abra, el inicio de los contramuelles, que se produjo un
viernes 21 de septiembre de 1888, en las que iba a haber regatas en
la ría como parte de la celebración y el vapor “Progreso” iba a
realizar un viaje saliendo desde el Arenal, por un precio de ida y
vuelta de 8 pesetas, los billetes se despachaban el escritorio de D.
Teodoro H. de Maruri en la calle La Estufa de Bilbao (Pero este
asunto formará parte de una entrada que en breve publicaré en mi
Blog).
Ya
estábamos en la festividad de Las Arenas, que había aumentado en
cuanto a celebraciones religiosas, pasado a ser “Santa Ana”, por
entonces fiesta de gran atracción de romeros, a incluir “Las
Mercedes”, cuya iglesia todavía era aneja a la de San Nicolás de
Bari de Algorta, por lo que el Ayuntamiento decidía el 20 de
septiembre de 1880: “...Se
proporcione un sacerdote para predicar en la misa mayor, que tendrá
lugar el día 24, y se celebre la romería con asistencia de
tamborileros y banda de música, por lo que el Alcalde D. Pedro de
Amezaga ordenaba incluir un anuncio en “El Noticiero Bilbaíno” y
comprar cohetes o voladores para su celebración...”
El sacerdote encargado de pronunciar el sermón fue un miembro de al
Compañía de Jesús. El 24 de septiembre de 1888, festividad de Las
Mercedes era un acontecimiento por parte doble, ya que en el otro
lado de la ría (Portugalete) se inauguraba en ferrocarril de la
Villa de D. Diego hasta la Villa Jarrilera. A pesar de que aún no
aparecían en el programa de fiestas de Getxo, y la prensa bilbaína
las ignoraba por incipientes como decía con anterioridad, fueron
seguidas por los vecinos con mucho júbilo.
En
aquellos meses una nueva plaga venía a atemorizar a los compungidos
vecinos ya que según se decía en el Estado se habían producido
varios casos de “difteria” o “garrotillo”, incluso con cinco
fallecimientos en Madrid y 8 en Bilbao. Llegaban noticias sobre su
cura, que se referían a un sencillo tratamiento que en Inglaterra
practicaba el doctor Field consistente en: “...El
doctor llevaba consigo simplemente una flor de azufre, y un cañoncito
de pluma, pone una cucharadita de flor de azufre (cuchara de té) en
una copita de agua, lo revuelve bien con el dedo, y cuando ya esta
bien mezclado hacía al enfermo realizar gárgaras, y en diez minutos
se hallaba el atacado fuera de peligro. En los casos extremos, cuando
le llamaban en el periodo en que el hongo se había desarrollado
hasta obstruir casi la garganta, con objeto de facilitar el
gargarismo introducía el azufre en la garganta, poniéndolo en un
cañón de pluma y soplando; y cuando las fungosidades se habían
contraído, entonces daba el gargarismo mencionado. Si algún
paciente no podía hacer gárgaras, tomaba un ascua y espolvoreaba la
cantidad de una cucharilla pequeña de azufre, a veces dos, y hacía
al momento al enfermo aspirar el humo. De este modo las fungosidades
eran destruidas...”
Otros tratamientos que se aplicaban en 1888 eran la ingestión de
aceite de trementina purificado o uno curioso por sus componentes,
consistente en un emplasto de almendras amargas sin mondar y asta de
ciervo, rociado con vinagre puro, el cual se aplicaba en la parte
posterior del cuello. La difteria ahora es poco común en muchas
partes del mundo y con un sencillo tratamiento es atajada. Pero es
simplemente una historia del Siglo XIX, por lo que no es recomendable
realizar esa práctica a nadie hoy en día.
El
28 de septiembre de 1888 resultó en Algorta un día bastante
sobresaltado ya que según relataba el diario madrileño “Justicia”:
“...Estando
bañándose en la mañana del 28 varias señoras y otros bañistas
vieron cerca de Algorta un pez extraño de un tamaño al parecer
bastante grande. A los pocos momentos vieron que el pez avanzaba
hacia la barra; pero como iba bastante lejos de la playa, creyeron
que no le sería fácil llegar hasta donde se encontraban bañando.
Repentinamente y cuando menos lo esperaban, vieron salir del fondo y
a unos tres metros de donde se estaban bañando al cetáceo, el cual,
por sus dimensiones extraordinarias, debía ser algún ballenato. Las
señoras se asustaron de tal modo que algunas de ellas llegaron a
perder el conocimiento, y a todos, incluso a los bañeros, les
sobrecogió la inesperada aparición...”
En
la próxima entrada veremos cómo la caseta a la que me refería
anteriormente no disponía de espacio suficiente para la colocación
de una báscula.