En una
entrada anterior, la del jueves 5 de enero de 2012, ya hablaba de
esta grúa, de la titánica obra que supuso el Puerto, y de algunas
de sus características. Quizá eso fue uno de los motivos de su
denominación.
Pero es
preciso saber que las primeras obras acometidas por el Consulado de
Bilbao en la ría y barra, con objeto de dar seguridad a la misma,
además de dar al comercio y navegación mayor auge, se iniciaron ya
a principios del Siglo XVI.
Fue en
esos momentos de la historia de nuestro Pueblo cuando empezó la
construcción de los muelles que hoy protegen los pueblos de
Areeta-Las Arenas y Portugalete. La finalidad de aquellas obras, que
encauzaron la ría, corrigiendo la peligrosa y temida barra,
continuaron a lo largo de los dos siglos siguientes, finalizando a
mediados del XIX.
Y es
precisamente uno de esos elementos auxiliares, quien como verdadero
titán de aquella obra, cuando se inicia la construcción de lo que
sería aquel muelle protector, quien daría posteriormente nombre a
la famosa Grúa de Arriluze. Aquella mole de acero que avanzaría
acompasando al avance de aquel contramuelle, que partiendo de lo que
se denominaba como “Punta Begoña” o “La
Begoña”, se adentraba en lo que hasta entonces no era sino
mar abierto. Aquel contramuelle de 1096 metros de longitud, que
partiría del promontorio “La Begoña”, supuso para
las arcas públicas un coste de 9.145.741 pesetas.
La Grúa
Titán fue proyectada por la empresa L. Coiseau Fils & Felix
Allard, por encargo de la Junta de Obras del Puerto de Bilbao para la
construcción del Contramuelle de Arriluze (Algorta). Empezó a
trabajar en 1896, terminando la construcción del contramuelle en
1903. Se utilizo para reforzar el muelle con bloques de 60 toneladas.
La grúa tenia un peso en vació de 270 toneladas, y era movida por
tres electromotores alimentados por una dinamo de 260 voltios. La
longitud de aquel contramuelle fue de 1148 metros, en su extremo se
construyo un faro sobre una torre de sillería de color blanco. Su
encendido se produjo en 1904 con destellos de color rojo. Autentica
joya de la ingeniería, permaneció sin funcionar hasta 1972 en que
fue demolida.
Pero no
hubo una sola grúa sino dos. La otra más desconocida fue la que
realizaría el contramuelle de Santurtzi. Aquel rompeolas, que se
empezó a construir en 1888, tendría una longitud total de 1.480
metros, se hallaba emplazado en su mayor parte en profundidades de 14
metros en bajamar equinoccial, que casi corresponde á 15 metros en
bajamares ordinarias.
Aquella
otra grúa procedía de la fabrica de Ludwig Stuckenhoh de Westfalia.
Tenia un brazo de palanca de 13,7 metros, permitiendo el
desplazamiento de bloques de 15 toneladas. Su maquinaria disponía de
dos cilindros horizontales de 0,25 metros de diámetro interior, con
una carrera de émbolo de 0,45 metros a 75 revoluciones por minuto.
Con tan solo 3 atmósferas de presión era capaz de elevar el peso
máximo para el que había sido diseñada.
Ya en el año 1899 se habían construido unos 800 metros, y se había utilizado como refugio durante aquel invierno. Este contramuelle, el de Santurtzi, costaría 29.513.918 pesetas.
Ya en el año 1899 se habían construido unos 800 metros, y se había utilizado como refugio durante aquel invierno. Este contramuelle, el de Santurtzi, costaría 29.513.918 pesetas.
Aquellas
enormes masas de hormigón (Bloques), que eran desplazadas por estas
enormes grúas, eran apoyadas por un “Titan”, cuyo
montaje fue indispensable para la colocación de los grandes bloques
de 60 toneladas en las obra del rompeolas, empezó a funcionar en
1895.
Algunos
datos que aporto a continuación nos dan idea de sus dimensiones y
del trabajo que efectuaba:
Su viga
armada tenia 47,80 metros de longitud total, de la cual 31,8
correspondían a la parte donde actuaban los aparatos para elevar los
bloques, y el resto, de 16 metros, a la parte posterior, donde estaba
el contrapeso. Esta viga armada tenía 4,50 metros de altura en la
parte central, donde descansa, y giraba sobre un fuerte caballete o
armazón de hierro de 7 metros de altura, en el que se apoyaba sobre
cuatro lineas de carriles mediante seis pares de potentes ruedas. A
la distancia de 15 metros del eje de rotación manejaba bloques de 60
toneladas, además del peso de más de 17 toneladas que tenía el
torno y piezas accesorias para la suspensión de los bloques,
reduciéndose proporcionalmente al brazo de palanca los pesos hasta
la máxima de 30 metros.
Todos
sus movimientos los ejecuta por medio de la electricidad, obtenida
con una máquina de vapor de alta y baja presión, sistema William,
de 75 caballos de fuerza, propulsora de un dinamo generador que
producía la corriente eléctrica. El peso de aquel “Titán”,
comprendiendo la viga armada, caballete, ruedas y maquinaria, era de
270 toneladas.
Hasta
aquí un pequeño repaso sobre aquel “Titán”, que
daría nombre a la grúa, que en aquellos años 50-60 pudimos
admirar, majestuoso sobre el contramuelle de Arriluze, del que hoy,
desafortunadamente, tan solo nos queda como recuerdo un mural
cerámico, recuerdo de aquella maravilla de la ingeniería del Siglo
XIX, que fue la “Grúa Titán” (1896-1972), obra de
Angel Cañada.